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Apuestan por trabajar las emociones en los colegios de Burgos para reducir los trastornos alimentarios

Apuestan por trabajar las emociones en los colegios de Burgos para reducir los trastornos alimentarios

Desde Adefab reclaman que se haga una buena prevención desde todos los estamentos que condicionan la vida de los niños: escuela, familia

Ruth Rodero

Burgos

Domingo, 2 de junio 2024, 11:45

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) afectan cada vez más a niños pequeños, pero también a adultos. Lejos del prototipo que en los años 90 se dibujó de este tipo de pacientes: adolescente, mujer y muy delgada, los TCA pueden afectar a cualquier persona en cualquier momento de su vida.

Para prevenirlos es fundamental trabajar «desde los inicios». «La familia, colegio, alumnos… Hacerlo desde la emoción, porque nosotros vemos reflejado en la queja corporal, o en la forma de comer, el trastorno alimentario. Pero el trastorno alimentario es ese miedo a engordar por el miedo que no me quieran, miedo a la soledad, miedo a la frustración, al fracaso.

Todos esos miedos son los que están ahí, entonces trabajar las emociones desde pequeñitos, ayudarles a que expresen sus emociones, que ahora ya se hace mucho en la Educación Infantil, pero nos quedamos ahí, en infantil, llegamos a primero de Primaria y se acabó expresar las emociones. Expresar las emociones, trabajar las emociones en las aulas ayuda también a fortalecer la autoestima ya no sufrir un TCA», analiza Marimar Herrero, psicóloga de Adefab. En Burgos, se trabaja para crear el primer centro de día de la comunidad para estos pacientes.

Los padres

Los padres también son importantes a la hora de «fortalecer la personalidad del niño». «Hay muchos que son demasiado protectores, lo que hace que cuando lo niños tienen una pequeña frustración ya es la mayor catástrofe del mundo», alega Noemí Vallejo, presidenta de Adefab.

Y al tiempo que los mayores tienen la obligación de dar herramientas a los más pequeños, cada vez más adultos sufren también de este tipo de trastornos. «Cuando se tiene más edad cuesta más reconocer e identificar que se ha entrado en un trastorno de la conducta alimentaria», explica Marimar. «Identificar conductas de este tipo cuesta más porque las tenemos normalizadas. Está normalizado dejar de comer dulces, quitarse las grasas, apuntarse al gimnasio… Todo eso puede parecer sano, pero cuando pasa a ser obsesivo entramos en una conducta que puede cruzar la línea de hacernos caer en un TCA», cuenta la psicóloga.

Cosas tan sencillas y a la vez tan difíciles de identificar como «no salir a comer o cenar por ahí porque no van a preparar la comida como la hacemos nosotros», un aislamiento que hace que las personas dejen de socializar. «O no salir porque tengo que ir a correr. Hay que ver dónde está la parte sana y la parte obsesiva. Es muy importante no diferenciar entre alimentos buenos o malos, porque eso puede disparar los TCA», analiza Marimar.

Contacto de la asociación. RRH

Porque lo que en nuestra cabeza está autoprohibido porque no es sano es justo lo que nos va a apetecer o si lo comemos «lo vamos a ver como algo malo malísimo» que además nos va a hacer «sentir mal» si nos lo ofrecen o que, como lo hemos restringido mucho cuando lo comemos «lo hacemos en forma de atracón».

Para ayudar a todo el que lo necesite, en la asociación se reúnen cada primer lunes de mes y cada tercer jueves de mes sesiones para familiares y amigos para que «se desahogue, se desculpabilice y puedan afrontar la situación y ayudar a su ser querido a recuperarse». A los familiares y amigos se les dan pautas para tratar la situación y se trabaja desde la emoción.

En sus 28 años de vida, Adefab ha ayudado a unas 4.000 personas que se han acercado a ellos desde el teléfono, el correo electrónico o de manera presencial. Familias y amigos que en muchas ocasiones llegaban hasta ellos sin saber ni siquiera lo que era un trastorno de la conducta alimentaria. Estos trastornos, que en realidad son enfermedades mentales que se reflejan en la comida, pueden llegar en cualquier momento. «Hay gente que cae porque se ha separado, por un divorcio, otros por el fallecimiento de un familiar que no termina de asumirlo. A todo el mundo le puede pasar, todos vamos a perder a un familiar. O tras sufrir bullying», finaliza Noemí Vallejo.

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