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El cambio de lugar, al paseo de La Quinta, ha gustado a los burgaleses. Un Curpillos sin Parral se hacía extraño, pero todo el mundo se ha adaptado muy bien y rápido.
Desde primeras horas de la mañana, la zona de Las Veguillas, en el Paseo de La Quinta registraba una gran afluencia de peñistas y de burgaleses en general apelotonados en las diferentes barras de las peñas. Entre la zona de venta de pinchos y el mercadillo, cada uno a una orilla del paseo, varios miles de personas sobre todo jóvenes, empezaban a tomar ya sus primeros kachís de calimocho y de cerveza tirados en el suelo sobre mantas y toallas.
Ese ambiente ya desde primeras horas de la mañana auguraba una espectacular presencia de público en esta fiesta trasladada de lugar, pero que a juicio de muchos burgaleses resultaba el espacio idóneo para celebrar la jira.
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Aythami Pérez Miguel
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Pedro, vecino de Gamonal, aseguraba que «el lugar elegido para esta ocasión, a pesar de ser impropio por la tradición de celebrarse en el Parral, es excepcional. Podemos acceder desde cualquier punto de la ciudad andando». Y es que la cercanía con el barrio más populoso de la ciudad y el centro propiciaba que desde ya a primeras horas de la mañana, la quinta presentará un gran ambiente.
El riego que se hizo para evitar que se levantase polvo fue efectivo y pese a la gran afluencia de gente todos estaban a gusto. La organización había dispuesto diferentes fuentes, asientos, y servicios repartidos a lo largo de los 800 metros en línea recta donde estaban las casetas.
Otras visitantes, como Agustina López, recordaba que en este lugar «se colocaban las barracas y que siempre el ambiente de esta zona era excepcional». A ella le recordaba aquella época «de los años 80 en que las atracciones de feria estaban aquí».
También los niños podían disfrutar a sus anchas de los espacios amplios que presentaba la campa central salpicada de chopos.
Entre la gente, muchas camisetas del Burgos CF, otras muchas otras de tirantes, bermudas y pantalón corto para hacer frente al calor que a la1s 13:00 horase ya superaba los 26 grados.
Israel Hernando, miembro de la peña Zurbarán y de Blusas del Metal llegaba sobre las 12.30 y afirmaba que le había costado «más de media hora acceder desde la zona de El Plantío. La pasarela peatonal «está llena de gente y cuesta llegar hasta aquí», recordaba.
Eso si, el cielo brumoso con nubes de desarrollo vertical, auguraba tormenta para la tarde. Pero tampoco era óbice para que la gente se acercara en masa hasta el parque de La Quinta para disfrutar de esta jira tan especial este año, trasladada desde el Parral, por las obras que realiza Patrimonio Nacional en el recinto de la zona oeste de la ciudad en Huelgas.
Sobre las 14.30 horas llegaba la máxima afluencia de personas. Una cantidad que, a esa hora era «difícil de calcular», apuntaba un policía local. Se podía calcular que por encima de las 20.000 personas a esa hora.
Era el momento culmen de venta de pinchos: morcilla., chorizo, panceta, morro, tortilla. Centenares de litros de cerveza; agua a mansalva; había que hacer frente a un calor sofocante, atenuado por nubes altas que hacía más llevadero el rigor del sol.
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