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El acusado de asesinar a Silvia Plaza asegura no recordar nada de lo ocurrido en la madrugada del 29 de abril de 2018, cuando la joven burgalesa recibió una brutal paliza en la calle San Antón de la capital, a consecuencia de la cual falleció ... horas más tarde en el Hospital Universitario de Burgos. J.D.L.C., de 36 años, no sabe con quién estuvo horas antes, ni cómo llegó a Gamonal o se encontró con Silvia, y denuncia agresiones policiales en el momento de su declaración.
J.D.L.C., que lleva en prisión desde el 1 de mayo de 2018, ha declarado esta mañana en la primera jornada de la vista oral por el asesinato de Silvia Plaza, insistiendo en no ser consciente de nada de lo que pasó aquella trágica jornada. El acusado ha reconocido que mantuvo una relación con Silvia entre 2015 y 2017, pero que estaba ya finalizada en mayo de 2018, por decisión de los dos porque la relación «era muy tóxica», ha afirmado.
Eso sí, ha asegurado que se llamaban mutuamente y que incluso la víctima acudía a su domicilio o iba a buscarle a la parada del autobús cuando volvía del trabajo. También que se habían visto unos días antes del asesinato, para consumir drogas, ha indicado en su declaración, pero que no matuvieron relaciones sexuales, pese a que hay evidencias que demuestran lo contrario.
Lo que ha negado insistentemente es que maltratase de forma habitual a Silvia, así como los hechos que llevaron a Silvia a interponer varias denuncias, en octubre de 2017 y en marzo de 2018. La primera tras sufrir una agresión que la llevó a estar hospitalizada en el HUBU, por rotura de nariz y varios dientes, tal como ha explicado su padre, que también ha prestado testimonio en la primera jornada (y al que se ha encarado en un momento el acusado, acusándole de mentir).
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Esta denuncia la acabó retirando pero la segunda, la de marzo, siguió adelante y dio lugar a la orden de alejamiento que quebrantó el acusado en la noche del 29 de abril. Una jornada que para J.D.L.C. está confusa, de la que recuerda entre poco o nada, según ha explicado en el juicio. Niega que estuviese llamando insistentemente a Silvia con su móvil y con el de dos amigos (35 con el propio y 41 con el de un amigo), y no sabe cómo llegó a Gamonal o coincidió con Silvia la madrugada de la paliza.
«No recuerdo nada» ha sido la frase más repetida por el acusado, quien ante las preguntas del Ministerio Fiscal ha asegurado que la declaración realizada ante la policía tras ser detenido la hizo bajo presión policial. En ella explica qué estuvo haciendo la jornada del 28 de abril, que llegó a Gamonal en un taxi y su encuentro con Silvia, pero afirma que lo que declaró lo hizo bajo presión y tras incluso haber sido agredido por la policía, aunque nunca lo denunció y la declaración la volvió a repetir ante el juez.
J.D.L.C. se enfrenta a una pena de 25 años de prisión por el asesinato con alevosía de Silvia, que es lo que piden la acusación particular y pública. Mientras, el Ministerio Fiscal lo rebaja a 22. Eso sí, las tres acusaciones coinciden en pedir dos años por un delito de maltrato habitual de violencia de género y otro por quebrantamiento de orden de alejamiento.
Por su parte, el abogado de la defensa ha planteado dudas sobre la asistencia médica recibida por la víctima, que le llevan a calificar los hechos como un delito de lesiones con el agravante de violencia. Reconoce que el acusado es «culpable» de la agresión, que golpeó a Silvia, pero afirma que «no quería matarla y que no se ha demostrado que quisiera matarla», así que se trataría de un homicidio y no de un asesinato.
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Al menos si se demuestra que los golpes ocasionaron directamente la muerte de Silvia, pues el abogado afirma que tiene «dudas». Ha asegurado que no dispone de todos los informes sanitarios, y que algunos incluso se los han denegado. Cuestiona la tardanza en llevar a Silvia al hospital, pese a que la policía la encontró todavía con vida, y también la causa de la muerte que se ha descrito como edema cerebral y traumatismo craneoencefálico.
El abogado, que tuvo que hacerse cargo de la defensa de J.D.L.C. tras renunciar el anterior representante, ha llegado a plantear que Silvia podría estar incluso viva si se hubieran hecho las cosas de forma correcta. Así que, en base a la «duda» que le genera la asistencia médica, plantea el caso como un delito de lesiones con agravante y, si se demuestra que Silvia murió por la paliza, homicidio.
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