Secciones
Servicios
Destacamos
La muerte de Silvia Plaza, el 29 de abril de 2018 tras recibir una brutal paliza de madrugada en la calle San Antón de Burgos, no fue ni un accidente ni una imprudencia. El acusado quería matarla, la golpeó repetidas veces en la cabeza y ... en el abdomen, con el ánimo de acabar con su vida. Y luego, plenamente consciente de que lo había hecho, fue a «esconderse» hasta que le detuvo la policía.
El Ministerio Fiscal no tiene dudas de que lo ocurrido a Silvia Plaza es una asesinato y, además, con alevosía, porque la joven no pudo defenderse. El acusado le propinó un primer golpe, sin mediar discusión alguna, y Silvia cayó al suelo. «No pudo echar a correr, pedir ayuda o defenderse», ha afirmado la fiscal en la primera sesión de la vista oral, que se ha iniciado este lunes en la Audiencia Provincial de Burgos.
La fiscal ha recordado que, precisamente, esa alevosía que se observa en la falta de opción de defensa de la víctima es lo que convierte un homicidio en un asesinato, que en este caso tiene el agravante de violencia de género, pues Silvia era víctima de maltrato habitual. Así lo apuntan las acusaciones, basándose en las denuncias existentes y en el testimonio de familiares y amigos, a los que Silvia llegó a relatar diferentes formas de maltrato.
Noticia Relacionada
Patricia Carro
«Estos hechos están muy lejos de ser una imprudencia, o de haber sido un accidente», ha afirmado. «El acusado quería matar a Silvia» o le daba lo mismo matarla. Y «era plenamente consciente de los hechos», pese al consumo habitual y reiterado de sustancias, que «no le impedían hacer su vida normal». Pudo parar y no lo hizo, apunta la fiscal. También avisar a Emergencias, pero optó por huir del lugar.
El motivo de la agresión que acabó con la vida de Silvia fueron los celos, un sentimiento de posesión y pertenencia al pensar que mantenía algún tipo de relación íntima con un amigo. «La pateó y la golpeó brutalmente» y esas lesiones en la cabeza y en abdomen son las responsables de su muerte, horas más tarde, en el HUBU. «Había deseo de matar, intencionalidad», en una persona que «se considera por encima de la ley», ha insistido la fiscal.
Que el acusado era celoso lo han corroborado el padre de Silvia y un amigo, con el que pasó un par de días antes de ser asesinada. Ambos han testificado este primer día. La llamaba constantemente, la iba a buscar a casa, la perseguía y, cuando estuvieron juntos, la controlaba, le impedía ver a sus amigos e incluso la forzó a dejar un trabajo porque un compañero era «guapo», ha explicado el padre.
El amigo fue testigo de las llamadas que recibió Silvia el día antes del asesinato, y también de algunas discusiones telefónicas con el acusado. Ellos pasaron el tiempo hablando y, sobre las once y media de la noche, la dejó en Gamonal pues había quedado con un amigo. Y lo siguiente que supo fue que estaba ingresada en el HUBU, cuando le llamó la Policía Nacional para que prestara declaración por lo ocurrido.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.