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Julio Iglesias cantaba: «Unos que nacen, otros morirán. Unos que ríen, otros llorarán» en su canción 'La vida sigue igual'. Y es que esta melodía y letra no son más que el reflejo de la realidad de las personas, las ciudades, sus calles y, en definitiva, de la vida misma.
Esta situación también la viven los comercios, los bares y restaurantes: unos abren, otros cierran, unos sirven desde hace décadas y otros duran unos pocos meses abiertos. Sin embargo, siempre unos dan paso a otros, como ocurre en una de las calles más céntricas de Burgos, en la de la Paloma, donde un negocio histórico cierra pero, casi en frente, abre otro local hostelero nuevo.
En el primer caso está Los Toneles. Este bar, que ha visto pasar a miles, quizás millones, de turistas, ha echado su verja de forma permanente y en ella se ha colgado el cartel de «Se alquila». Un negocio que muchas personas recordarán de su paso por Burgos, además de los propios burgaleses, en su camino entre la Catedral y otras calles del centro como Diego Porcelos, Sombrerería, la Llana de Adentro o Laín Calvo.
Se despide así Los Toneles, un bar en el que se podían comer raciones, bocadillos y tapas variadas mientras los clientes disfrutaban del trajín de la Paloma, que siempre ha visto pasar a cientos de personas al día. Ahora la actividad de Los Toneles ha llegado a su fin, aunque el local espera a que otro negocio lo devuelva a la vida.
En el otro lado de la calle y en el otro extremo de la vida, el nacimiento de un nuevo negocio. En el número 35, haciendo esquina con la calle Sombrerería, ha surgido un nuevo gastrobar: Dymelo. Regentado por un ingeniero de telecomunicaciones, él y su equipo de 13 personas aguardan impacientes la llegada de clientes tras su reciente apertura.
Decorado en tonos claros y con un techo que es como mirar al cielo, en este nuevo gastrobar cualquier turista o burgalés puede disfrutar de un vermú, una comida informal o más especial. Para ello, Dymelo ha creado una carta «sencilla pero con toques burgaleses», y su dueño estima en que el gasto será de unos 25 euros por persona.
Sin embargo, el dueño de Dymelo tiene claro que esta carta, que ha sido diseñada por el chef Antonio Arrabal, no es estática, e irá variando con el tiempo. Asimismo, este gastrobar aspira a buscar su hueco en el tardeo, ese impás entre la sobremesa y la cena. Para ello, muchos sábados y domingos contará con música en directo en el local.
«Al final las obras quedan, las gentes se van. Otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual», culmina la canción de Iglesias. Como la vida misma.
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