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JESÚS AGUADO
Y usted, ¿se haría un 'piercing'?

Y usted, ¿se haría un 'piercing'?

Llevar varios agujeros en las orejas es tendencia, mientras que las perforaciones en la nariz y la boca se han limitado por la pandemia

Jueves, 15 de abril 2021, 00:04

Quizás los 'piercings' nos parezcan algo de gente moderna, pero perforarse la piel es una costumbre con una larga e interesante historia. Muchas civilizaciones los han usado para indicar su pertenencia a un determinado clan, para mostrar su estatus social, para parecer feroces frente a los enemigos, por razones religiosas o espirituales, por placer sexual, como símbolo en un rito de iniciación o como medio de reivindicación social. Es decir, no es nada nuevo. De hecho, se han encontrado restos de personas con partes del cuerpo perforadas con miles de años de antigüedad. pero no fue hasta la década de los 90 cuando esta práctica se convirtió en la moda que conocemos actualmente.

Hace unos años hubo una auténtica fiebre por colgarse aros en cualquier parte del cuerpo. ¿Y hoy? Pues sí, siguen de moda. «Aunque no existen datos oficiales, podemos valorar que la tendencia está cada vez más extendida, en gran parte por el 'boom' que tuvo a principios del nuevo milenio», relata Javier Santos, profesor del centro de formación de tatuadores y perforadores CENTE, en Madrid.

Lo que sí es apreciable es un cambio en el tipo de clientela. «En los 90 recibíamos a un público adulto, generalmente relacionado con movimientos como el punk o el SM (sadomasoquismo). Ahora vemos a cantidad de menores acompañados de sus padres», cuenta Mariona Huertas, perforadora ('piercer') del estudio de 'piercings' Ozono, en Bilbao, y miembro de la Association of Professional Piercers (APP).

«Lo bueno de los 'piercings' es que si un día te dejan de gustar, te los quitas y el agujero deja poco rastro o desaparece»

Kristina

Ana, una treintañera procedente de Madrid, por ejemplo, se hizo su primer 'piercing' a los 14 años. «Fue en el frenillo y me lo hizo una amiga a escondidas. No se veía, pero era lo que se llevaba», cuenta. Con 15 añadió el de la lengua y con 17 el del labio. Ahora ya no los lleva, se los quitó porque se le cayeron o se cansó de ellos, pero más recientemente se ha hecho tres en la oreja izquierda, sumando un total de cinco junto a cada uno de los pendientes que ya tenía en cada lóbulo.

Otra joven de la capital, Kristina, de 27 años, también se inició en el mundo de los 'piercings' a los 14, cuando se perforó la nariz. «Fue mi primer pendiente y me lo hice porque me encantaba. En aquel momento ni siquiera llevaba agujeros en las orejas», cuenta. El de la lengua fue el siguiente, que ya no lo tiene porque se le cayó y dejó que se le cerrase el agujero. «No me ha dejado marca», dice. «Eso es lo bueno de los 'piercings'. Si un día te dejan de gustar, te los quitas y el agujero deja poco rastro o desaparece». Algo que no ocurre, por ejemplo, con los tatuajes.

Mínimo 16 años

Ninguna de ellas tuvo grandes complicaciones al hacérselos, pero Ana afirma que uno de la oreja se le infectó, y Kristina reconoce que el del ombligo le tardó muchísimo en cicatrizar. No es de extrañar, pues este es uno de los agujeros que más tardan en curar, hasta un año en algunos casos. Los tiempos varían según la zona. El lóbulo de la oreja puede cicatrizar a las 4-8 semanas, mientras que la curación de las perforaciones en genitales y pezones oscila entre las 4 semanas y los 10 meses.

La acusada juventud de ambas al realizarse dichos 'piercings' responde a que, hasta hace no mucho, la ley española no recogía una edad mínima para poder solicitar una perforación. Actualmente son 16 años, siempre que se cuente con la autorización de los padres o tutores legales. Eso sí, Huertas destaca que «el 'piercer' tiene libertad para rechazar cualquier servicio de forma amable y explicando los motivos». «Yo en mi tienda limito algunas zonas a los menores de 18 años, incluso aunque tengan el consentimiento de sus padres, como las áreas orales, los pezones o los genitales, porque considero que tienen connotaciones para las que hay que ser mayor de edad», dice.

«Lo que más infecta los 'piercings' son las manos sucias, así que limpiárnoslas a menudo también es clave para evitar complicaciones»

mariona huertas

Lo que sí es cierto es que, a medida que se madura, generalmente se pierde el interés por agujerearse el cuerpo. Los motivos fundamentales son «la estigmatización social sobre estéticas más alternativas y la exigencia protocolaria para acceder a determinados puestos de trabajo», afirma Santos. Aun así, Huertas reconoce que ella atiende a personas de muy diversas edades.

— ¿Más hombres o mujeres?

— No se puede cuantificar. A diferencia de la tradicional perforación de los lóbulos para distinguir a cada sexo, en el mundo del 'piercing' no se hace esta segregación, lo que democratiza la técnica –explica Santos–.

Decantarse por perforar una zona u otra del cuerpo responde a gustos, pero estos suelen estar influenciados por las tendencias. Antes de entrar en el segundo milenio, los perforadores agujereaban muchísimos labios y cejas, pues era lo que estaba de moda. Ahora las protagonistas son las orejas. «El anillado múltiple en esta zona está en boga y la joyería utilizada para embellecerla busca una estética determinada», afirma Santos.

La época del año también ejerce cierto peso. «Antes de verano aumentan las solicitudes de 'piercings' en pezones y ombligo, pues son las zonas que se exhiben en playas y piscinas, y también está resurgiendo con fuerza el 'piercing' en la ceja. Al final, las modas se repiten», declara Huertas.

Ella apunta, igualmente, que debido a la situación provocada por la pandemia en su tienda lleva algo más de un año sin realizar perforaciones en narices o bocas (tampoco cambia joyería en estas zona)s. «En mi opinión, es momento de minimizar el riesgo de contagio. Hacer este tipo de 'piercings' implica acercarnos a pocos centímetros de dichos orificios durante varios minutos, así que el índice de posible contagio es alto, incluso utilizando el correspondiente equipo de protección. Además, el calor, el roce y el sudor que provoca la mascarilla dificulta que la herida cure bien. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya estudios que los estén haciendo», sostiene.

'Piercings' realizados en distintas partes del cuerpo. Fotolia
Imagen principal - 'Piercings' realizados en distintas partes del cuerpo.
Imagen secundaria 1 - 'Piercings' realizados en distintas partes del cuerpo.
Imagen secundaria 2 - 'Piercings' realizados en distintas partes del cuerpo.

Calidad y precio

La sudoración y el roce también complican la cicatrización de otros 'piercings' a los que no afecta la mascarilla, como los que se realizan en la zona del cuello. Igualmente, la anatomía de cada individuo puede complicar la perforación de un área determinada. «Hay tejidos que, si se ve que no van a dar de sí, es mejor no perforar, como pezones poco desarrollados, por ejemplo. El 'piercer' tiene que adaptarse a la anatomía de cada persona, sin forzarla en ningún caso. Mi consejo es que la gente se deje asesorar por el artista, que es quien tiene la formación y el bagaje necesario como para guiarles con confianza y seguridad», dice Huertas.

Con más o menos riesgos, cualquier 'piercing' necesita higiene. Para realizar una limpieza adecuada se recomienda emplear un jabón de pH neutro y suero fisiológico, excepto en las zonas orales, para las que se indica enjuagarse con un colutorio sin alcohol con base de clorexidina. Eso sí, no solo el área perforada debe estar libre de gérmenes. «Lo que más infecta los 'piercings' son las manos sucias, así que limpiárnoslas a menudo también es clave para evitar complicaciones», advierte la perforadora.

Otro aspecto crucial es el tipo de joyería que se aplica. «Hay algunas perforaciones que es preferible hacer con piezas de una forma concreta. Por ejemplo, en un ombligo lo más cómodo es perforar con una banana (pendiente ligeramente curvado) y en la zona alta de las orejas, donde el tejido es duro y poco flexible, con una barra de 'straight' (pendiente recto)», explica Huertas.

Sobre el tipo de aleación, desde 1994 se recomienda perforar con piezas de titanio, que es un metal biocompatible, es decir, el cuerpo lo acepta con facilidad en una herida abierta o en mucosas, por lo que es perfecto para la cicatrización. También es libre de níquel, que es lo que suele causar alergia.

La joyería utilizada influye en el precio. No cuesta lo mismo un pendiente simple de titanio que uno de oro con pedrería, pero todo depende. «Hay estudios donde se perfora por 10 o 15 euros con joyería de muy mala calidad. Otros, como es mi caso, utilizamos joyería importada y el precio sube, desde los 35 a los 150 en algunos casos», dice Huertas. En cuanto al costo, para ella, la zona donde se aplica no es tan importante como la experiencia y el prestigio del 'piercer', aunque Santos sí considera que la complejidad de la perforación y el área influyen, siendo notablemente distinto el precio de un 'piercing' en la oreja que en la zona genital.

Lo que sí es cierto es que, como la demanda de perforaciones ha aumentado en los últimos años, los precios se han abaratado y ahora hacerse un 'piercing' es más económico que antaño.

¡Ojo con las infecciones!

Cualquier perforación implica una herida y cualquier herida supone algún riesgo. En 2012, un estudio publicado en 'American Journal of Clinical Dermatology' reveló que en el 20% de las aplicaciones de 'piercings' se producen complicaciones, como infecciones y sangrados locales.

Por ejemplo, resaltó que si se llevan en la lengua o los labios existe riesgo de recesión gingival (pérdida de encía). En los genitales, de obstrucción de la uretra e infecciones que derivan en infertilidad. En el pezón, de galactorrea (secreción espontánea de leche) y en la oreja (y a veces en la nariz) de desgarros y necrosis del cartílago.

Por todo ello, los expertos instan a buscar centros de 'piercings' con personal cualificado, que cumpla las medidas sanitarias exigidas por la ley y realizar una correcta higiene.

Récord de 'piercings'

516 'piercings' tiene Rolf Buchholz, un alemán de 61 años que ya es la segunda vez que entra en el libro Guinness de los récords por el gran número de modificaciones corporales que tiene. A día de hoy, el 90% de su cuerpo está perforado, pintado o con implantes.

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