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ÓSCAR DEL AMO
Cómo independizarse a la americana

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El 'coliving' surge como una alternativa al clásico alquiler, donde se comparte algo más que un techo

Jueves, 11 de febrero 2021

Marta L. es editora audiovisual autónoma. Hace unos años le ofrecieron formar parte de un proyecto televisivo importante. Una gran oportunidad que, sin embargo, teína un handicap: era obligatorio trasladarse a Madrid durante tres meses para realizar el trabajo. El esfuerzo merecía la pena, pero al buscar un alquiler temporal que no se 'comiese' el salario casi íntegro, y con unas condiciones mínimas de habitabilidad, el reto profesional quedó eclipsado por el calvario logístico. Cierto es que tras muchos días de estrés encontró una solución, pero –recuerda ahora– «no era lo mejor y costó demasiado».

El de esta profesional gaditana es solo un ejemplo del amplio abanico de nuevas necesidades de alojamiento que han surgido al calor de un escenario laboral cambiante y al que no da siempre respuesta el mercado de alquiler tradicional. Algo que se nota especialmente en grandes ciudades, con precios desbocados desde hace años, donde además la idea de independizarse para los jóvenes que se estrenan en el mercado laboral se antoja imposible. Para dar respuesta tanto a esta realidad como a los nuevos perfiles, llega el denominado 'coliving', una alternativa que reinventa el concepto de la residencia universitaria y que también va más allá del mero hecho de compartir techo.

El 'coliving' suena a 'co-working'. Efectivamente, son fenómenos que van de la mano. El anglicismo que hemos adoptado para explicar varios conceptos en una sola palabra (como tantos otros) habla de una forma de vivir en la que se comparte más que un piso y los gastos de los servicios: se intercambian experiencias, inquietudes profesionales, ratos de ocio y hasta proyectos.

Como el 'co-working' (espacios compartidos por trabajadores por cuenta propia), esta tendencia nació en Silicon Valley, meca del emprendimiento a la que llegan multitud de jóvenes profesionales con ganas de generar conexiones que les ayuden en su crecimiento, personal y profesional, pero  con un plantel de viviendas fuera de su alcance. Se podría decir que se trataría de una especie de residencia universitaria para trabajadores. No obstante, los emprendedores que han importado este modelo a España puntualizan que va más allá.

Además de que no aceptan estudiantes, lo único que tendría en común con la residencia es el hecho de compartir un edificio. «Las instalaciones, actividades y servicios que ofrecemos distan bastante de los que se pueden encontrar en una residencia de estudiantes», explica Marta Torres, responsable de marketing de Urban Campus, una de las empresas que han implantado el modelo de forma fiel en nuestro país. Los 'coliving' de la citada empresa, la que hasta el momento ofrece más alojamientos de este tipo en España (120), se encuentran situados en áreas céntricas o emergentes de capitales, bien comunicadas por transporte público y con zonas comerciales y de ocio cercanas.

Galería. Visita al interior de un 'coliving' en el barrio de Malasaña.

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Galería. Visita al interior de un 'coliving' en el barrio de Malasaña. VIRGINIA CARRASCO

A saber...

  • Contra el aislamiento. Quienes optan por esta forma de alojamiento buscan, además de un lugar donde vivir, un espacio donde encontrar personas que tengan inquietudes similares y hacer contactos que amplíen sus posibilidades laborales. Quienes más partido sacan a esta solución son profesionales que se desplazan a grandes ciudades en sus primeros empleos.

  • Todo incluido. Ofrecen alojamientos desde 700 euros con todo incluido. Los contratos son flexibles, desde un solo mes de alojamiento, y cuenta con la comodidad de poder despreocuparse de contratar y pagar servicios de luz, agua, wifi, plataformas de TV, mantenimiento, etc. También se incluyen los muebles y el menaje (hasta la ropa de cama).

  • Precios. En ciudades como Madrid, Málaga, Bilbao, Valencia, Sevilla el problema habitacional es real. El 'coliving' es una solución intermedia entre compartir una habitación en un piso antiguo con cocina y salón compartidos (más barato) y alquiler un apartamento en solitario en una urbanización bien situada y con zonas comunes (más caro).

  • Espacios compartidos. No es necesario compartir profesión, pero sí debe existir la inquietud de participar en las actividades que se llevan a cabo de forma periódica en estos complejos (clases de yoga, cenas, workshops, proyectos) que además tienen salas de juegos, biblioteca, comedores, gimnasios, etc. De ellos han nacido proyectos profesionales.

  • Sinergias. No es extraño que en estos espacios surjan ideas para pequeñas empresas de nueva creación. En el caso de Urban Campus, sus inquilinos han creado una aplicación de citas rápidas en vídeo y un jardín hidropónico que ha sido instalado en la zona común y donde prevén plantar frutas y verduras frescas para toda la comunidad.

Con la rehabilitación integral de los edificios antiguos, se replantean los espacios para ofrecer a los clientes habitaciones individuales (a veces con cocina propia y otras compartida) y unas zonas comunes amplias y diseñadas de forma atractiva, que promueven la convivencia. Desde salas de trabajo a zonas donde practicar yoga. Los hasta 8.000 metros cuadrados que puede llegar a tener un edificio de Urban Campus dan para mucho.

Creen los promotores de esta idea que la mayoría de las viviendas que se ofertan en alquiler fueron diseñadas hace 70 años y no encajan con la realidad de los jóvenes. Ni físicamente (sobra salón para ver la tele y falta un gimnasio) ni contractualmente (fianzas, contratos con limitaciones, etc.) ni económicamente.

La flexibilidad es otro de los grandes avales del 'coliving'. Con solo una gestión por internet, ya que está todo digitalizado, se puede realizar la contratación de una habitación en estos complejos residenciales por un tiempo mínimo de un mes. «La estancia media que tenemos registrada en nuestros complejos es de 11 meses», puntualiza Marta Torres. El pago del alquiler de la habitación da derecho al uso de las zonas comunes, es único e incluye todos los servicios –hasta internet y Netflix– que en un alquiler tradicional habría que ocuparse de dar de alta, con la consiguiente burocracia. También el menaje necesario para vivir cómodamente está incluido.

Así, la mudanza para emprender el camino fuera de casa cabría en un par de maletas. Eso sí, aún sería algo más caro que pagar por una habitación en un piso compartido con desconocidos: rondaría, en el caso de Urban Campus, los 700 euros. Los servicios y el espacio, claro está, difieren bastante de esta alternativa que abrazan hoy en día muchos jóvenes.

Además del factor meramente práctico, el 'coliving' tiene otra faceta social: la de crear vínculos a través de lo que llaman 'la arquitectura social'. «La transformación los edificios tiene como objetivo favorecer las conexiones entre personas, la creación de una auténtica comunidad», explican desde la citada empresa. Así, se combate la tan temida soledad a la que se enfrentan muchos ciudadanos que aterrizan en una gran ciudad sin red social alguna.

Esta convivencia se vive de forma exitosa cuando, además, se comparten inquietudes profesionales. Hoy en día, el denominado 'networking' es el pan de cada día para cualquier profesional que se precie. El aislamiento da pocos frutos. Durante el confinamiento, los inquilinos de Urban Campus alumbraron cinco proyectos de emprendimiento.

¿Quién vive en estos complejos residenciales?

El perfil de usuarios que se interesa por esta forma de vida son jóvenes profesionales (40% extranjeros y 60% nacionales) de 27 a40 años, que quieren privacidad, pero también sentirse integrados en una comunidad de personas con inquietudes similares donde ampliar su red de contactos. «Algunos de ellos son emprendedores o expatriados cuyo perfil no cumple con los criterios requeridos por la oferta inmobiliaria clásica, otros buscan sinergias a la hora de montar su 'start-up', otros comparten la pasión por el deporte o la comida», explican desde Urban Campus. Este modelo está más asentado en capitales como Madrid y Barcelona, pero también hay proyectos similares (varían los servicios) en Canarias, Andalucía o Baleares.

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