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ONDARRA
Saber debatir bien no es solo para los políticos

Saber debatir bien no es solo para los políticos

Confrontamos ideas con otros a diario, pero nos formamos poco en este arte. Un campeón mundial de debate nos da algunas claves

Martes, 11 de mayo 2021, 00:15

Tendemos a contemplar el debate como una mera herramienta de comunicación política. Cuando se habla sobre ello, suele ser en el marco de alguna campaña gubernamental, como las recientes elecciones a la Comunidad de Madrid. Sin embargo, debatir y contraponer ideas con otras personas es ... una actividad que hacemos a diario, aunque sea a una escala menor, sin reglas y sin un determinado tiempo de intervención.

A dónde vamos de vacaciones, a qué colegio llevamos a nuestros hijos, en qué invertimos nuestro dinero, a quién votamos… son temas de conversación frecuentes que nos llevan a exponer y rebatir ideas con otras personas. Es decir, en la medida que nos comunicamos, debatimos.

La cuestión está en cómo hacerlo. O, mejor dicho, en cómo hacerlo bien. «A pesar de ser tan relevante, es una actividad a la que se le dedica muy poco tiempo durante nuestra educación. Ahora más que hace 40 o 50 años, pero todavía insuficiente», considera Antonio Fabregat, campeón del mundo de debate en castellano (2017) e inglés (2018), autor del libro 'Convence y vencerás' (Alienta, 2017) y coautor de 'Debatir bien: una asignatura pendiente' (Alienta, 2020).

En su opinión, falta mucho por hacer. «Comparativamente con otros sistemas educativos, como el anglosajón, donde es muy frecuente que los estudiantes se expongan a ejercicios de oratoria, debate y pensamiento crítico desde la infancia, en nuestro modelo educativo escasea la gente que tiene oportunidad de formarse en estas competencias. Creo que la oratoria y la promoción del debate tendrían que ser parte del currículo académico de la asignatura de Lengua y Literatura. Estudiamos a los clásicos, leemos… pero saber expresarse con persuasión también es parte de una buena competencia lingüística».

Eso sí, Fabregat destaca que «el debate es una actividad que no se aprende solo con teoría. Hay que ponerlo en práctica, enfrentándose a un atril y confrontando ideas con otros. Es decir, perder el clásico miedo a hablar en público». «En nuestro país están proliferando las ligas de debate, pero todavía es algo más propio de los colegios y universidades privadas y, en el caso de los centros públicos, específico de determinadas comunidades autónomas, como Andalucía o Madrid, así que debería fomentarse más», agrega.

Claves para debatir bien

Aunque cuando discutimos sobre las vacaciones de verano con nuestros amigos no tenemos por qué soltarles un discurso, sí que es interesante tener en cuenta algunos aspectos que pueden hacer que la exposición de nuestras opiniones sea más persuasiva y mejor recibida por quienes nos escuchan.

Fabregat destaca tres aspectos básicos. El primero, tener una buena capacidad para exponer nuestras ideas desde el punto de vista de la forma, es decir, cómo contamos las cosas. «Aunque no sea lo más importante, es muy relevante, porque si lo hacemos de forma atractiva nuestros mensajes llegan mejor», declara.

Aquí entran en juego tanto el lenguaje verbal como el no verbal. El ritmo y volumen de la voz, el contacto visual, la gesticulación o la vestimenta son matices a tener en cuenta en la construcción de un orador que genere confianza. «Nuestro cerebro tiene dos grandes partes a la hora de comprender un mensaje. Una más racional, que se fija en los argumentos, y una más emocional, que se siente atraída por cosas que no se pueden explicar, como un tono, un ritmo o un volumen de voz concreto», expresa el campeón de debate.

«Cuando debatimos, debemos darnos cuenta de que quizás las ideas de otros también son buenas«

antonio fabregat

El segundo aspecto es dominar el fondo de lo que decimos, «no solo desde el punto de vista de tener mucho conocimiento sobre el tema, que también es importante, sino de saber organizar nuestras ideas, desplegar buenas estrategias de argumentación y adaptar nuestro mensaje a la audiencia, para que sea comprensible y convincente», revela Fabregat.

En tercer lugar, tener pensamiento crítico. Debatir bien no implica dejar a la persona con opiniones contrarias «por los suelos», a pesar de que muchos debates de políticos o tertulianos actuales den esa impresión. «Cuando debatimos, debemos darnos cuenta de que quizás las ideas de otros también son buenas y que puede que algunas de las nuestras no lo sean tanto como creíamos y tengamos que cambiarlas. Más allá de defender lo que pensamos, el debate también es reconocer cuándo tenemos razón y cuando no, de saber juzgar nuestras propias ideas desde un punto de vista crítico y de comprender las de otros con empatía», afirma Fabregat.

Por eso es tan importante preparar bien un debate, especialmente ante circunstancias de la vida que requieren toda nuestra capacidad de persuasión, como tomar una determinada decisión en nuestra empresa, por ejemplo. ¿Cómo? Adquiriendo conocimientos profundos sobre el tema de discusión, sin quedarnos únicamente en lo que nos interesa o en las ideas que ya tenemos; eligiendo nuestra posición al respecto y con qué argumentos, veraces y relevantes para el debate, vamos a defenderla; y practicando mucho, pues es la única forma de pulir errores y adquirir suficientes herramientas para sentirte confiado y competente ante las críticas.

Dos métodos para argumentar y refutar con éxito

Lo más importante a la hora de argumentar y refutar es ser estructurado. «Para que quien nos escucha nos comprenda y se sienta persuadido por lo que decimos tenemos que ponérselo lo más fácil posible», dice Fabregat. Para conseguirlo, sugiere dos métodos fáciles:

  1. Método AREI

    Al argumental

La sigla responde a los términos Afirmación, Razonamiento, Evidencia e Impacto. El método consiste en encontrar un título sencillo y autoexplicativo para nuestro argumento (afirmar), exponer la veracidad del mismo (razonar), dar pruebas que lo apoyen (evidenciar) y explicar su relevancia en el debate (impacto). «Así, el oyente cubre los aspectos que necesita para convencerse de algo, aunque su convencimiento dependerá de cómo lo hagamos», dice Fabregat.

  1. Método ICE

    Para refutar

Significa Identificar, Criticar y Explicar. Este método consiste en determinar claramente la idea que vas a refutar (identificar). Un error común es intentar rebatir muchas ideas a la vez. Después, explicar las razones de por qué no aceptas ese argumento (criticar). Y, por último, señalar las consecuencias que tiene para la discusión la idea que consideras refutable. «Todo ello ayuda a poner en valor nuestros argumentos, pero también a que la persona que nos escucha no entienda la refutación como un ataque», sostiene.

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