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Que estos días estamos comiendo y bebiendo más de la cuenta es una realidad. Los compromisos sociales se multiplican y las celebraciones en torno a una mesa repleta de viandas y regada con todo tipo de bebidas alcohólicas se sucederán hasta bien pasado el día ... de Reyes, roscón mediante. De hecho, en muchos hogares españoles se podría comer de las sobras navideñas durante varias semanas. «La Navidad va irremediablemente unida a las comilonas. Nos encanta ese momento de sentarnos a la mesa y disfrutar con platos y postres que no solemos comer habitualmente. Sin embargo, debemos vigilar los excesos», alerta la farmacéutica Amanda Dutruc, de la empresa DosFarma.
Las croquetas de la abuela, un poco de jamón, marisco, ese trozo de cordero al que no puedes decir que no para que no se enfaden los anfitriones, turrón (duro, blando, de yema, de chocolate...) polvorones, bombones... Una copa de vino blanco, otra de tinto, ¡venga ese cava para brindar! Solo de pensarlo una ya se llena. «Cuando se suceden tantos cambios en nuestra rutina de comidas, el sistema digestivo es el que paga las consecuencias. Tanto es así que se estima que siete de cada diez personas sufren algún problema gastrointestinal durante las celebraciones navideñas», asegura la especialista de la farmacia online DosFarma. Una opinión que comparten los boticarios canarios. «Las comidas que tomamos estos días contienen una mayor cantidad de calorías, más ácido úrico y azúcares de los que consumimos normalmente. Y todo este exceso de alimentos y alcohol hace que las digestiones se compliquen». Estos son los problemas digestivos más habituales después de una comilona.
Gases
En las comidas y cenas navideñas se suele hablar mucho mientras se da buena cuenta del menú. La charleta con familiares y amigos puede resultar de lo más animada, pero hace que traguemos más aire del normal. Consecuencia: «ese exceso de aire se acumula en el esófago y tiene que salir a través de los eructos. También es habitual tener flatulencias cuando se toman ciertos alimentos como las judías, el repollo o las bebidas gaseosas», precisa Amanda Dutruc.
Acidez y ardor
Suelen ir de la mano y se producen por el mismo motivo: un exceso de ácido en el estómago. «De ahí la importancia de evitar alimentos como las frituras, platos muy condimentados con especias, chocolate, tomate o cítricos», aconsejan en la Cooperativa Farmacéutica Canaria (COFARCA). Los expertos recuerdan que es habitual que el dolor se acentúe al agacharse o recostarse. «Además, es posible que después de una digestión pesada los ácidos lleguen hasta el esófago. Cuando esto ocurre notamos esa sensación de quemazón, tanto en la garganta como en el pecho, que es lo que se denomina ardor. Es una molestia muy frecuente en personas con sobrepeso y embarazadas», aclaran en DosFarma. Otro problema muy relacionado con la acidez y el ardor es el reflujo, «esa sensación de que la comida 'vuelve' desde la boca del estómago. Este tipo de problemas suelen ser puntuales. Sin embargo, si se convierten en frecuentes (dos o más veces por semana) es conveniente visitar al médico para descartar que se trata de una enfermedad por reflujo gastroesofágico», aconseja Dutruc.
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Empacho e indigestión
Son dos de las dolencias digestivas más frecuentes estos días «porque solemos comer más de lo que nuestro estómago puede procesar en condiciones normales. Los síntomas de un empacho van desde dolor estomacal, acidez, gases, estreñimiento, diarrea, vientre hinchado, falta de apetito e incluso vómitos», coinciden los expertos. En el caso de una indigestión, las molestias se notan sobre todo en la parte superior del abdomen y suele ir acompañada de la sensación de tener el estómago lleno, aunque no hayamos comido demasiado», describen en DosFarma.
Intoxicaciones
En este caso, los problemas digestivos no están causados por comer demasiado sino por ingerir alimentos en mal estado, crudos o poco cocinados. En situaciones así, los expertos recomiendan que, en la medida de lo posible, «seamos nosotros mismos los que cocinemos, cozamos los mariscos, congelemos el pescado y nos aseguremos de que las carnes están bien hechas. También se debe guardar la comida que compremos en la nevera y tener mucho cuidado con las mayonesas caseras».
El Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) calcula que durante las fiestas de Navidad engordaremos una media de entre 3 y 5 kilogramos, un sobrepreso que tardaremos unas cuantas semanas en quitarnos de encima. Además, un estudio realizado por la Universidad Internacional de Valencia (UIV) alerta de que una sola comida navideña puede aportar a nuestro organismo entre 2.500 y 3.000 calorías, una cantidad muy por encima de la ingesta diaria recomendada para una persona adulta. Otro dato llamativo es que en estas fechas se multiplican los infartos. «Las causas son diversas, desde factores como el aumento del consumo de grasas y alcohol hasta el estrés emocional propio de estos días», explican en la Fundación Española del Corazón (FEC) .
Consejos para evitar terminar las comilonas con dolor de estómago
Para evitar –o al menos mitigar– la aparición de buena parte de estos problemas gastrointestinales se pueden seguir una serie de consejos que, a buen seguro, mejorarán notablemente nuestra salud digestiva. El primero y más evidente es poner menos comida en el plato. Parece una obviedad, pero es que muchas veces comemos con los ojos y nos pasamos con la cantidad. «Es preferible repetir a llenar el plato y comerlo todo», aconsejan los especialistas.
Otro de los principales motivos por los que aparecen las molestias digestivas es por comer muy rápido. «Una buena digestión –añade Amanda Dutruc– comienza en la boca, donde la saliva se mezcla con los alimentos. La saliva contiene una enzima llamada amilasa, que es la encargada de comenzar la descomposición de los alimentos. Si no masticamos el tiempo suficiente, el estómago tendrá que esforzarse más para suplir el trabajo que no ha podido hacer la saliva. Eso implica que producirá más ácido, por lo que aumenta el riesgo de acidez y ardor». Además, si masticamos bien y comemos despacio somos más conscientes de la cantidad de comida que nos estamos llevando a la boca.
Evitar hablar (y también fumar) mientras se come y no cenar muy tarde son dos consejos bastante complicados de llevar a cabo en estas fechas, pero es importante hacer el esfuerzo, «sobre todo en el caso de las personas que ya arrastran problemas digestivos previos», convienen los expertos.
Según explican los farmacéuticos canarios, «no tomar la comida demasiado caliente para evitar dañar las paredes del estómago y vestir con ropa holgada que no oprima la cintura también ayuda a facilitar las digestiones», así como rematar la comilona con una infusión digestiva tipo manzanilla, regaliz, jengibre, menta, anís o hinojo. Un último 'truco': un poco de bicarbonato de sodio con limón antes de las comidas mejora el funcionamiento del sistema digestivo. ¡Buen provecho!
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