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Rebeca Adalia
Viernes, 19 de mayo 2023, 08:23
La tecnología se ha convertido en el aliado perfecto para combatir los desastres que causa el cambio climático en la agricultura. Desde hace ya años los agricultores que cuentan con cultivos de regadío han apostado por inversiones que utilizan el riego por goteo. Una técnica ... que permite al suelo tener un grado de humedad óptimo sin que se desperdicie nada de agua puesto que las gotas se dirigen al cultivo a baja presión impidiendo además el desarrollo de malas hierbas. Otra de las soluciones que ayudan a mejorar el crecimiento de los cultivos es el compostaje. Ésta es una de las mejores maneras de aumentar la capacidad de retención de agua del suelo. De esta manera los agricultores añaden a sus hectáreas de cultivos materia orgánica que se convierten en un excelente abono natural para las explotaciones. Eso sí, la inversión que realiza el profesional es notable en los gastos de producción.
También existen los hidrogeles o poliacrilato de potasio, una especie de bolitas que se distribuyen en la tierra y son capaces de retener la lluvia o el agua de riego en la tierra entre un 50 y 70% más que de forma natural.
Por último hay otra innovadora tecnología que se utiliza para las superficies arbóreas denominada Groasis Waterbox. Un invento del holandés Pieter Hoff, que consiste en una especie de recipiente que se coloca alrededor del árbol y permite almacenar el agua de lluvia y de condensación, y así generar un 'microclima protector' para que el árbol pueda crecer.
Frutos secos
Por otra parte, no son pocos los agricultores que están diversificando sus explotaciones con cultivos más resistentes a la sequía, como los frutos secos.
Han pasado ocho años desde que Eduardo García Pérez, natural de Villán de Tordesillas, decidiese invertir en un nuevo cultivo para sus surcos de secano: el pistacho. En aquel momento, algunos compañeros de profesión le tildaban de atrevido pero hoy, él sigue manteniendo la ilusión por la reconversión de sus hectáreas a este cultivo que tolera temperaturas relativamente bajas en invierno y necesita acumulación de horas de frío.
Lo primero que tuvo que hacer Eduardo para poner en marcha su idea fue diseñar un proyecto de minas para saber si podría convertir las hectáreas que tantas toneladas de trigo, cebada o lentejas habían dado en terrenos de regadío. Después acudió a la Confederación Hidrográfica del Duero para averiguar si podría realizar el riego. Tras la aprobación de ambos requisitos puso en marcha su plantación de pistachos. Al principio la instalación de riego la llevaba a cabo con un generador de diesel, ahora cuenta con placas solares. «El cultivo del pistacho es muy lento. Llevo ocho años invirtiendo y aunque aún no he recogido el fruto tengo mucha ilusión y esperanza de que funcione y sea rentable».
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