Acor vende su explotación agrícola de Rumanía, como pedían los socios

Solo bajo la actual presidencia de Jesús Posadas, la asamblea general ha aprobado desinvertir hasta en dos ocasiones, aunque, tal y como se matizaba en la de 2021, siempre y cuando «se considere un momento óptimo y lo más rentable posible».

Los casi 25 millones de euros de beneficios del ejercicio pasado, el que se cerró en junio de 2023, dieron la capacidad suficiente para que se hiciera «una provisión sobre las pérdidas posibles que pudiésemos tener», indica Jesús Posadas. De este modo, esos 7,6 millones de euros de provisión han servido de «colchón» para llevar a cabo la operación, pues «el ejercicio pasado era el que podía aguantar esas pérdidas». Por tanto, los beneficios de la venta, cuya cuantía todavía no se ha hecho pública, no se contabilizarán hasta el próximo ejercicio.

El proyecto que ahora se considera «agotado» comenzó a rodar en el año 2013, cuando la cooperativa se hizo presente en el suroeste de Rumanía, donde en el año 2020, por ejemplo, se gestionaron más de 3.600 hectáreas con una rotación de colza, trigo, girasol, cebada y guisantes en torno a dos localidades de la región de Mehedinti, Dobra y Recea.

En diciembre de 2012, la asamblea general autorizó al consejo rector a la búsqueda de alternativas al aprovisionamiento de materia prima para completar las producciones de girasol, colza y trigo de los socios. Dado que en ese momento la normativa rumana no permitía a las empresas extranjeras operar libremente en el mercado, Acor creó junto a Persea la mercantil española Desarrollos Agroenergéticos del Este, que a su vez constituye, en el año 2013, la sociedad Deagres SRL, con sede social en Bucarest.

Entre los problemas que se ha encontrado la cooperativa a lo largo del tiempo en este país están «la gran fragmentación de la tierra, que ha precisado de una importante tarea de concentración de fincas hasta alcanzar superficies acordes a una agricultura moderna y eficiente». También se han topado con «la rigidez de la administración rumana», además de las «dificultades de financiación y una falta de estructuras agrarias competitivas en el país», tal y como se recogía en una publicación de la propia cooperativa cuando se cumplían siete años en el país.

Todas estas circunstancias se han traducido en números rojos durante varios años y la decisión final de proceder a la venta.