Con humor y resignación. Así afronta Francisco Blázquez sus visitas periódicas al servicio de diálisis del Hospital Universitario de Burgos en plena crisis del coronavirus. «Se sobrelleva bien porque no hay otra solución», reconoce este burgalés de 83 años. Y es que él tiene que ... ir al hospital en días alternos, así que «hay que amoldarse, tomarlo con sentido del humor», si bien algunos de sus compañeros de ambulancia son más serios, lo escuchan pero no hablan, e incluso gruñones y protestan por todo, comenta con gracia.
La crisis del coronavirus también ha cambiado la vida de Francisco. «Antes me daba tiempo a ir a buscar el pan», después de desayunar, pero «ahora ya no porque me lo trae un hijo», explica. Francisco acude al HUBU en ambulancia, como servicio programado, y como él la mayoría de los pacientes que van a diálisis. «Algunos tienen vehículo propio, pero son los menos», reconoce, así que la mayoría continúa utilizando la ambulancia aunque también los hay que, ahora, están siendo trasladados por familiares. Y, en todos los casos, con medidas de protección.
«No salgo para nada salvo cuando tengo que ir a diálisis y salimos con la máscara puesta; nos han dado una pantalla protectora, que es un poco incómoda pero hay que llevarla», matiza Francisco. Mientras viajan, van hablando y comentando la situación. «Las manos se tocan pero las palabras no», así que guardando la distancia de seguridad en la ambulancia, van hablando y «contando anécdotas». Algunos son más introvertidos, pero «nos ayudamos unos a otros y con buena camaradería; no hay problemas entre nosotros.».
Luego, una vez en el HUBU, les toca espera a que les preparen sus «riñones», como comenta Francisco. «Unos se lo toman con más seriedad y otros con menos, pero se va sobrellevando, intercambiando impresiones». Y, en cuanto al tratamiento de diálisis, no se ha variado con la crisis del coronavirus. «Nos tratan a cuerpo de rey, estamos encantados con las enfermeras», afirma Francisco, quien recuerda que son muy amables, están siempre con una sonrisa en la boca, «son ángeles, no cabe otra palabra».
Además, Francisco Blázquez destaca el apoyo que reciben siempre de ALCER, al asociación que agrupa a afectados por enfermedades del riñón, que les presentan servicios, atención y ayuda cuando lo necesitan. «ALCER merece también un reconocimiento oficial», afirma Francisco.
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