Es la primera vez que la asociación Mil Encinas realiza un servicio como este. También es la primera vez que la cuarta planta del Hospital de Burgos, la destinada a los niños, presencia un proyecto como este. Y es que las terapias con perros en ... hospitales son tan pioneras que es la primera vez que se realizan en Castilla y León y son los cuartos perros a nivel nacional que entran a un hospital.
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El proyecto se llama 'Vitamina de 4 patas' y ha llegado al servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) de la mano de Mil Encinas, un centro de terapias asistidas con animales de la provincia de Burgos. Ellos se encargan de la financiación del proyecto junto con la Fundación la Caixa, que aporta el 30% del coste. Por ello, van a lanzar una campaña de micromecenazgo que ayude a financiarlo y a ampliar las sesiones.
El nombre del proyecto encaja con lo que se busca y con lo que se está obteniendo en estas primeras sesiones, 'vitamina'. Gregorio de la Mata, jefe del Servicio de Pediatría, confirma que observan en los niños del hospital «unas caras muy alegres, unas ganas tremendas de tocarlos, de jugar con ellos. Los perros también están encantados. Los niños han aceptado muy bien la experiencia. Son muy importantes esas expectativas en niños que están ingresados y que, muchas veces, tienen enfermedades crónicas, tratamientos prolongados. Así que, cualquier experiencia que les alegre la vida, que les saque de la rutina, tiene un valor positivo en ellos».
Todo comenzó gracias a la asociación Mil Encinas. Como reconoce este pediatra, fueron ellos quienes se lo propusieron al hospital. «En seguida se nos sumó un pediatra que lo propuso en el hospital y lo ha estado moviendo», recuerda Sara Burgos, directora de Mil Encinas. «Ellos aportan toda la parte médica y nosotros las terapias, pero ha sido un trabajo común. La idea surgió de Mil Encinas porque somos los que prestamos este tipo de servicios, y ha salido adelante gracias a que en el hospital convenció la idea, se creía en el proyecto y un pediatra lo acogió y empezó a moverlo. Así nos ha dado ese acceso al hospital que para nosotros sería inviable», explica Sara Burgos.
Cuando llegó la propuesta de emplear perros para terapias asistidas al HUBU, se recabó información al respecto. «Vimos que sí, que había experiencias previas con buenos resultados y nos pareció interesante ponerlo en práctica, pero había que ver las posibilidades de llevarlo a cabo», explica De la Mata.
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No solo se trata de que el perro sea eficaz para el estado anímico de los niños ingresados, se trata también de llevarlos a un hospital. Eso requirió estudiar toda la infraestructura necesaria, circuitos, beneplácitos por parte de veterinarios, del servicio de Medicina Preventiva, de la dirección del hospital. Así se forjó un proyecto que ahora está dando sus primeros pasos, pero que ya ha arrojado resultados satisfactorios.
Dos veces al mes tres perras labrador retriever, Java, Uva y Lina, de cinco, seis y siete años, acuden a la planta cuarta del HUBU. Allí los pacientes son niños y también acuden otros jóvenes a recibir sus tratamientos de día. Es aquí donde realizan las terapias asistidas.
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Las sesiones se realizan cada 15 días, pero se están planteando realizarlas todas las semanas. El problema es que cada sesión tiene un coste. «No deja de ser una experiencia piloto y, de acuerdo con los resultados, podemos incluso ampliarlo», comenta De la Mata.
Hay que tener en cuenta el cuidado de los perros, su alimentación, el tiempo y formación de las terapeutas que van con ellos. En este caso, la financiación procede, exclusivamente, de Mil Encinas y de la Fundación la Caixa. El Sacyl no aporta nada.
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La Fundación la Caixa ha aportado el 30% del coste para mantener el proyecto durante un año, «el resto de costes corren a cargo de Mil Encinas», explica su directora.
Por ello, comenzará ahora una campaña de micromecenazgo, para que estas dosis de vitamina lleguen a los niños una vez a la semana y 'Vitamina de 4 patas' no solo sea un proyecto de un año. «A través de este micromecenazgo que lanzaremos en breve, las empresas nos pueden echar una mano para que el proyecto pueda alargarse. Si llegamos al cien por cien, podremos ir un día a la semana al hospital y lo ideal sería poder continuar con el proyecto mucho más allá de un año porque estamos viendo resultados satisfactorios», añade Sara Burgos.
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Introducir un animal en un hospital es algo atípico. «El primero fue el San Juan de Dios en Barcelona, pero hay otros hospitales grandes con experiencia en este tipo de terapias como La Fe, el Virgen del Rocío, el Gregorio Marañón o el 12 de Octubre y todas con niños», explica este pediatra.
En el HUBU se marcó un circuito por el que suben los animales. Fue algo sencillo porque la arquitectura ha ayudado a que no se toque la zona asistencial y no se mezclen con enfermos ni con otras personas. Aunque los perros están en perfecto estado de salud y con una educación que los prepara para estas intervenciones desde, prácticamente, antes de nacer.
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«Para este tipo de trabajo lo primero que se hace es una selección, desde antes de que nazcan ya están buscando el perro diez. Estas perras vienen de perros que han realizado este tipo de trabajos», explica Burgos. Los perros de Mil Encinas realizan un trabajo diario. Su alimentación e higiene están muy controladas, pero también es trabajo continuo. Ellos no son perros de asistencia, ni de cine, por ejemplo, son perros de terapia. Lo que hacen es acompañar en un proceso terapéutico, median entre el terapeuta y el usuario, en este caso, los niños del HUBU.
Las perras que acuden al hospital son «muy seguras, equilibradas, que se dan siempre al juego, de fácil manejo. Son un perro de compañía y que apoya el tratamiento terapéutico acompañado siempre de profesionales que saben lo que hacen. Los profesionales de Mil Encinas siempre estamos con los perros en las terapias», especifica Sara.
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Al HUBU acuden dos personas con formación universitaria en el ámbito sanitario y educativo y, a su vez, son expertas en terapias asistidas con animales. Tanto perros como caballos, en su centro de Carcedo también ofrecen terapia con estos animales.
Los perros de Mil Encinas trabajan también en las instalaciones de Carcedo y diariamente se desplazan a residencias de ancianos, colegios, centros específicos para personas con diferentes patologías, pero la labor en el hospital es totalmente pionera.
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Para esta terapia cuentan con perros que, de primeras, no impresionan mucho, que invitan al contacto, perros que se mueven poco. «Los niños están en una situación vulnerable y muchos están conectados a medicación o máquinas», explica Sara. Estas perras son equilibradas y se mantienen en posición estática durante bastante tiempo. También han tenido en cuenta que sean sociables, que quieran jugar y colaborar. «Para el perro, asimismo, es satisfactorio su trabajo en la terapia, disfruta haciendo lo que hace. Después de las primeras sesiones, ves cómo entra, mueve la cola, están habituadas al espacio», añade esta profesional.
Pero también está el trabajo de los expertos en terapias asistidas con animales. Mil Encinas se encarga de adaptar las sesiones a los objetivos, eso sí, siempre a través del juego y los perros. Las primeras sesiones se centraban en habituarse al perro, en eliminar los pequeños miedos de algunos niños. Los niños con miedo paralizante a los perros, por supuesto, no participan, es una terapia voluntaria. Luego, las sesiones pueden centrarse en socializar y otros aspectos.
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«El perro es un animal muy adecuado para estas terapias porque quiere jugar, te permite esa interacción y generan fuertes conexiones. Con los niños logran una conexión increíble. De hecho, una enfermera nos contaba que una peque cuando le dieron el alta pedía un perro. Es muy satisfactorio», reconoce la directora de Mil Encinas.
«En general, los resultados están siendo muy positivos. Creo que para los padres también, cualquier cosa que resulte agradable a los niños, que les haga alegrar la cara va a ser bien recibido», añade el pediatra De la Mata.
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