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Se puede decir que la decisión de la Consejería de Sanidad de externalizar la realización de los test de antígenos, mediante la contratación de tres empresas para los cribados, ha sido la gota que ha colmado el vaso. «Ha hecho mucho daño a las ... enfermeras», que han estado al pie del cañón desde el minuto uno y que nunca han fallado a Sanidad, cubriendo cribados, vacunación y la sobrecarga general.
Un malestar que se ha trasmitido, por muchas voces, al Sindicato de Enfermería SATSE, que considera que con la actuación del nuevo consejero «se ha transmitido un mensaje erróneo» a la población. El mensaje de que «las funciones de las enfermeras las puede hacer cualquiera», ya que las empresas están tirando de técnicos de emergencias sanitarias, que no son personal cualificado.
Así lo indica Silvia López, la secretaria de SATSE Burgos quien recuerda que «nunca han faltado voluntarios de enfermería a Sacyl» cuando se ha requerido un refuerzo, por ejemplo, para los cribados de la segunda ola o la campaña de vacunación. Sin embargo, ahora se ha optado por privatizar, con un desembolso importante de dinero público, unos 6,4 millones, que bien podrían ir a refuerzos sanitarios.
«Las enfermeras han demostrado su valía y no se les ha reconocido de la forma que se debiera», asegura López. Y esta decisión ha llegado en el peor momento, con una sexta ola que se ha desbocado y está tensionando, una vez más, el sistema sanitario. Tanto los hospitales como Atención Primaria están desbordados y, esa sobrecarga, recae en todos los profesionales, en especial sobre las enfermeras.
En el Hospital Universitario de Burgos, según los últimos datos facilitados por la Junta, hay 117 pacientes covid ingresados en planta. Son cuatro las plantas habilitadas ya (H7, H6, H5 y H4) y tienen preparada una quinta, la D5, pero todavía no hay pacientes ingresados. Esto supone que se tienen que reubicar pacientes y aumenta la presión del resto de unidades hospitalarias, sobrecargando a las enfermeras.
Se está «haciendo encaje de bolillos», también en Cuidados Intensivos, con 15 pacientes covid. Allí se mantiene la UCI 3 con casos covid, pero también hay una UCI, la 2, que es mixta. Y la REA acoge a pacientes de UCI, «limpios». La REA «nunca ha dejado de sufrir el impacto de la covid», admite López, y con los mismos recursos, pese a que la tarea es mayor pues no lo es lo mismo atender a un paciente de UCI que a uno de REA.
En esta situación, las enfermeras están «muy agotadas». Son seis olas las que han tenido que asumir y, a diferencia de la primera, en todas las demás se ha mantenido la actividad ordinaria del HUBU, lo que supone que no hay retenes para paliar el golpe. A ellos se suma ahora que hay muchas enfermeras contagiadas (se ha llegado a superar la cifra de 70 este enero, entre Primaria y Especializada).
Con todo ello, las propias profesionales no están pediendo días libres ni vacaciones. No se les quitaron los días solicitados en Navidad pero es que ahora tampoco hace falta que le denieguen un permiso porque no lo están pidiendo, al ver la situación tan complicada en la que se encuentran las unidades. Una vez más prima la profesionalidad, insiste López, aunque el cansancio es máximo. Y sigue habiendo miedo, a pillar el virus y llevarlo a casa, sobre todo si se tiene a personas vulnerables en el entorno.
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