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Alfredo Corell es uno de los máximos expertos en Inmunología de España. Catedrático de la Universidad de Valladolid, Corell ha sido una de las voces científicas más consultadas durante los últimos dos años, primero por la covid-19 y ahora por la viruela del mono ... , dos enfermedades infecciosas que, sin embargo, no tienen absolutamente nada que ver.
El catedrático, que estuvo ayer en el Hospital Ubniversitario de Burgos (HUBU) ofreciendo la conferencia de bienvenida a los nuevos residentes, vaticina que la pandemia de la covid continuará algunos años, aunque en un escenario muy diferente al vivido hasta ahora gracias a las vacunas. También aventura posibles pandemias futuras debido a varios factores que facilitan la zoonosis.
Me gustaría hablar de inmunología en general, pero la actualidad manda. ¿Tenemos que estar preocupados por la viruela del mono?
La ciudadanía no debe estar preocupada. Es un virus muy poco peligroso en comparación, por ejemplo con el de la covid. Las que deben estar alertas y vigilantes son las autoridades sanitarias, pero los ciudadanos deben estar tranquilos. Lo cierto es que se está dando mucho bombo mediático.
¿Entiende que se genere alarma tras lo que hemos vivido con la covid?
Sí. Es lógico que después de estos dos últimos años pongamos más el foco sobre las enfermedades infecciosas.
¿En los últimos tiempos está habiendo más brotes de enfermedades infecciosas o es que ahora se les presta más atención?
Hay una publicación muy reciente en la que se estudia la evolución de las pandemias e infecciones durante los últimos 30 años, y lo cierto es que el número de brotes, fundamentalmente derivados de virus y bacterias, ha ido creciendo por varios motivos. Para empezar, ahora tenemos más técnicas y herramientas para detectar y diagnosticar las diferentes enfermedades, pero también ha habido un calentamiento global que está permitiendo que los microorganismos salten entre especies de manera más sencilla. De hecho, en un porcentaje altísimo, esos brotes tienen su origen en algún animal y en un momento dado, la infección salta hacia los humanos. Se calcula que el 80% de las actuales infecciones humanas son zoonóticas. Eso lleva pasando muchos años, pero ahora, después del covid, cuando se detecta algún brote de este tipo, genera mucha más atención.
Mientras tanto, la pandemia de la covid-19 no tiene visos de finalizar a corto plazo.
Efectivamente. Todavía estamos en mitad de una pandemia a la que quizá le queden todavía varios años. Mientras haya varios países afectados en varios continentes seguiremos hablando de pandemia. Luego, llegará un momento en el que podamos hablar de epidemia y, por último, de endemia, cuando la enfermedad esté localizada en un país concreto.
En todo caso, la situación no tiene nada que ver con la que vivimos en las primeras olas, ¿no?
En nuestro entorno, estamos viviendo una situación privilegiada. Tenemos a muchísima población inmunizada, ya sea por el contagio o por la campaña de vacunación, que ha sido un éxito en España.
¿La vacuna ha sido la clave?
En las últimas dos semanas se ha producido una cantidad masiva de contagios que probablemente nunca podamos cuantificar debido al cambio en el modelo de registro. Muchas personas que se las daban muy felices han acabado cayendo, ya que ómicron se salta la inmunidad, tanto la que induce la vacuna como la que induce la infección por otras variantes, pero las vacunas permiten que pases la enfermedad de una manera mucho más leve, ya sea como un simple catarro o con síntomas similares a una gripe.
¿Estamos atravesando entonces una séptima ola?
Sí, sin duda. Y parece que ya se ha superado el pico de la ola. El problema es que ya no tenemos un registro fiable, porque ya no se notifican los casos igual. Sólo tenemos la referencia de la incidencia acumulada en mayores de 65 años. Pero a pesar de tener de nuevo un contagio masivo, estamos viendo que ya se están empezando a relajar los indicadores hospitalarios, tanto los ingresos en planta como los ingresos en UCI. Eso significa que esa inmunidad que tenemos de base está conteniendo la situación.
Entiendo que no está de acuerdo con el cambio implementado en el modo de registro.
Creo que se han hecho las cosas un poco deprisa en este sentido. Se han concatenado tres hechos cruciales. Por un lado, la flexibilización de los protocolos de las cuarentenas dos semanas antes de la Semana Santa; en segundo lugar, durante la Semana Santa los españoles han salido como si no hubiera un mañana, queriendo recuperar el tiempo perdido, lo que por supuesto ha provocado contagios; y, en tercer lugar, unos días después de Semana Santa se retiró la mascarilla en interiores. Todo eso ha sido muy precipitado. A mi juicio, se deberían haber mantenido las mascarillas en los encuentros multitudinarios en Semana Santa, dejar pasar dos o tres semanas para ver el efecto, luego cambiar el modelo de registro y el protocolo de cuarentenas y volver a dejar pasar varias semanas antes de quitar las mascarillas en interiores.
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¿Qué va a pasar con las mascarillas?
Creo que han llegado para quedarse en determinados ámbitos, como el sanitario o el transporte público, aunque de aquí a final de año quizá se relaje su uso en el transporte. Pero, más allá de eso, yo creo que ya debemos tenerla en el bolsillo siempre, para poder ponérnosla, por ejemplo, si estamos en una aglomeración o tenemos tos. Antes, nos reíamos de los asiáticos que venían a España con una mascarilla y ahora se ha introducido en nuestra cultura, como lo ha hecho la higiene de manos o como sucedió en su día con los preservativos a raíz de la pandemia del VIH. Y la verdad es que el uso de las mascarillas nos va a permitir reducir mucho las enfermedades infecciosas respiratorias.
¿Viviremos otra pandemia en los próximos años?
Las condiciones se dan. Nuestro modelo de consumo está produciendo deforestación y el uso de combustibles fósiles está aumentando la temperatura del planeta. Si no lo regulamos, son factores que propiciarán que cada vez haya más saltos de agentes infecciosos de diferentes especies animales al hombre. Seguro que en los próximos años habrá intentos de pandemia, pero no sé cuántas fructificarán finalmente. Lo que hay que hacer es establecer mecanismos de vigilancia internacional y local. En este sentido, a nosotros quizá nos falte un instituto de investigación de inmunología y enfermedades emergentes, que no hay en España.
¿Sale la ciencia bien parada de todo lo que hemos pasado?
Esta pandemia ha dejado al descubierto ciertas carencias en aspectos como el asesoramiento científico a gobiernos, a la prensa o a los jueces, que han permitido la introducción de pseudo ciencias en las UCIs.
¿Y la sanidad sale bien parada?
Hemos descubierto que la tenemos muy desmantelada, sobre todo a nivel humano. No hay bolsas suficientes en enfermería y medicina para dar respuesta a todas las necesidades, entre otras cosas porque nuestros profesionales, una vez formados, muchas veces se van al extranjero, donde tienen mejores condiciones laborales. Lo cierto es que tenemos muy pocos recursos y habría que reforzar las plantillas.
Y todo ello mientras se pelea contra los negacionistas, ¿no?
La exposición pública tiene estas consecuencias. En las redes sociales, la gente se puede vestir con el anonimato, y de repente, alguien como yo, con un montón de años de estudio e investigación, se puede ver discutiendo sobre inmunología con alguien que ha dado un clic en Google y se atreve a decirte que lo que que estás estás explicando es mentira. Tienes que aprender a pasar un poco de ello, pero a veces ha sido muy duro, sobre todo cuando ha habido cambios en los protocolos. Yo he llegado a ver cientos de mensajes amenazándome de muerte y acusándome de ser un vendido que está ganando dinero del Gobierno, las teles y las farmacéuticas y que debía ser juzgado como en Nuremberg. Y todo ello por intentar trasladar información a la ciudadanía.
Algo necesario.
Sí, sin duda, pero sufrir a los negacionistas a veces se hace muy cuesta arriba.
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