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Al final esta historia que se relata en estas líneas ya se contó a mediados de marzo y a finales de octubre del año pasado. Todos a casa. Ya sea de forma indefinida, a las 22:00 horas o a las 20:00 como ha impuesto la Junta desde este sábado. La primera ola llevó consigo un cierre total menos el de las actividades esenciales; durante la segunda se convivió con otras restricciones como el cierre de la hostelería o las reuniones de tres personas en Burgos como máximo; y la tercera estará marcada, de momento, por regresar al hogar a las 20:00 horas.
Esta medida, que devolvía antes a sus casas a los burgaleses, propició ver el centro de la ciudad más animado a eso de las 18:00 horas. «Lo que antes hacíamos a las 20:00 horas, lo tendremos que hacer ahora un poquito antes», relataba un señor en la terraza de un bar con guantes, bufanda y gorro.
Un 'outfit' invernal porque el frío ha apretado durante todo el día en la provincia. Así que el tema de conversación a eso de las 19:30 horas era la climatología y las nuevas restricciones de la Junta. Debate atrapado por unas preguntas. «¿Y qué hacemos nosotros? ¿Nos quedamos o tomamos la última aunque lleguemos un poco más tarde de las 20:00 horas a casa?», se interrogaban dos amigos en un local de la calle San Juan esperando el beneplácito del otro compañero de faenas para rebelarse contra el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, o seguir adelante con la tarde para agarrarse a las declaraciones del Ministro de Sanidad, Salvador Illa.
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La realidad es que en Burgos ganó Igea, porque a las 20:00 horas, minuto arriba o abajo, las calles empezaron a vaciarse. Tal la vez la presencia de coches y patrullas de la Policía Nacional y Local invitaron a recogerse por si la última caña salía más cara que lo normal. Y es que este sábado se vivieron escenas como las de la noche del 14 de marzo, cuando el país dejó la libertad aparcada; o las del 24 de octubre, cuando a las 22:00 horas solo se veían hosteleros recogiendo terrazas y lamentándose, aún sin saber la que les caería semanas después.
De esta forma, agentes de la Policía Nacional y Local desempeñaron funciones de información a eso de las 20:00 con esas personas que apuraban su consumición en alguna terraza. «¿Pero es que no sé a qué hora tengo que estar en casa?», le preguntaba un ciudadano a un agente en los entornos de la plaza de la Flora. Mientras tanto, en la plaza del Rey San Fernando, otra pareja de agentes, en este caso de la Nacional, informaba a todo aquel que se acercaba. «Nos han llamado hasta la central para saber a qué hora tenían que estar en casa. Estamos teniendo un día normal, como el que se pudo vivir a finales de octubre con el pasado horario del toque de queda», apuntaban.
A escasos metros de ahí, hosteleros de la zona se quejaban de su situación, sobre todo al ver a un grupo de jóvenes, con una bombona de butano al hombro, y con varias bolsas con bebidas. «Esto es lo único que van a conseguir, que la gente se reúna en otros puntos», afirmaban mientras cerraban su local.
Todo eso se volvió a ver esta sábado en Burgos, en plena tercera ola. Este domingo, en las calles de la capital, tan solo se podrán congregar cuatro personas por grupo. Pero en eso ya tiene un master la ciudad, pues entre noviembre y diciembre, las reuniones tan solo eran de tres.
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