La generación de 1957 de Burgos recibe la primera dosis de AstraZeneca

Estaban llamados todos ciudadanos con tarjeta sanitaria en las zonas básicas de salud de la capital, que divididos por franjas horarias, se acercaban al complejo deportivo para empezar su inmunización contra la covid-19. Allí, la palabra trombo ni se comentaba.

Había tranquilidad en el goteo incesante de ciudadanos, que DNI en mano, empezaban a superar controles y trámites hasta sentarse en una silla, donde los equipos de vacunación, esos que prácticamente no han descansado desde diciembre, inoculaban a pacientes que tendrán que esperar alrededor de dos meses para recibir la segunda dosis. Siempre y cuando la película no cambie en ese tiempo.

La primera hora de la jornada reflejó ligeras esperas, pero se disiparon con el paso de las horas y con la lluvia que cayó en la capital sobre las 10:00 horas. El respiro meteorológico volvió a propiciar que más burgaleses se acercaran hasta un Coliseum preparado para la ocasión.

Amplios espacios para reposar 15 minutos tras ser vacunado y seis 'boxes', donde los enfermeros repetían una y otra vez lo del paracetamol, era la instantánea que ha reflejado el Coliseum durante este sábado. Esa y la de un Hereda San Pablo, que a escasos centímetros de donde se luchaba contra la pandemia, preparaba su enfrentamiento de este domingo en casa del Fuenlabrada