Fernando Pérez, psicólogo: «Hay que hablar del suicidio y abordarlo, no podemos mirar para otro lado»

Durante las últimas semanas han saltado a la opinión pública varios casos de menores que se han precipitado por la ventana, un hecho que conmociona especialmente a la sociedad y que ha tocado de cerca a Burgos este martes, cuando un joven de 17 años caía desde un décimo piso en Reyes Católicos.

Todos los indicios apuntan a un intento autolítico, algo que para Fernando Pérez, psicólogo de Burgos, «pueden ser accidentes, pero es difícil que un joven en plenas facultades se caiga». Solo se llega a conocer una mínima parte de los intentos de suicidio que se producen y el tema continúa siendo un tabú pese a constituir la principal causa de muerte entre los jóvenes en España. Hace solo un año los profesionales del ámbito de la salud mental alertaban del incremento «exponencial» de los suicidios.

Por este motivo, para Pérez es importante sacarlo a la luz: «Al igual que otros problemas, hay que hablar del suicidio y abordarlo. No podemos mirar para otro lado» porque, explica, estos casos no son una respuesta individual sino que la actual ola de suicidios o intentos autolíticos «es un síntoma de la sociedad, una sociedad que está enferma».

Entre las causas que hacen de la sociedad actual un entorno más hostil para jóvenes y adultos se encuentra la respuesta que se ofrece para el éxito es el crecimiento personal pero Pérez señala que, para conseguir una salud mental óptima, son necesarias las relaciones fuertes y sanas con los demás. «Si no se promueven los vínculos estables se fomenta lo contrario. De hecho, «los jóvenes son la generación que más soledad percibe», confiesa.

El psicólogo lo aprecia en su consulta de Burgos cada día. «La juventud lo explica muy bien. 'Aquí cada uno va a lo suyo', me comentan». En otras palabras, prima la desconfianza en una sociedad que prescinde cada vez más del «vínculo estable, sólido y leal». Como consecuencia, «la sensación de que todo puede cambiar, de que nada es estable y nada vale» amenaza a la juventud. Una tendencia que puede ser una bomba de relojería si se une a la psicopatologización de la sociedad, a haber atravesado dos años de pandemia con fuertes restricciones y a la exposición en redes sociales.

Por consiguiente, es imprescindible comunicarse y contar con los demás y buscar la ayuda de un profesional si es necesario. Al final, cada suicidio no se cobra una única vida, sino que deja a seis personas de su entorno con un sufrimiento que los acompañará de por vida. Asociaciones de Burgos están a la disposición de quienes necesiten ayuda y sus familiares, como el Grupo de Apoyo a la Prevención del Suicidio (APRESUIC). Por este motivo, Pérez insiste en la necesidad de hablar, de comunicarse y de pedir ayuda cuando uno siente que está al límite.

Aunque el suicidio se produce con mayor frecuencia entre personas adultas, genera más conmoción cuando se trata de menores de edad y ha habido casos especialmente llamativos como el de las gemelas de Oviedo hace apenas unos días. A esto se suma la incoherencia ya que, según Pérez, sucede en «una sociedad aparentemente perfecta que dispone de prevención, cuidados y formación».

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