La covid-19 pilló a José Herrero en buena forma física. Pese a que supera los 60, y cuenta con alguna que otra patología derivada del hecho de ir cumpliendo años, el virus no se ensañó con este médico de Atención Primaria, que sigue haciéndole ... frente desde su consulta en el Centro de Salud Los Comuneros de Burgos capital. El doctor Herrero reconoce que ha tenido suerte pues la covid-19 no es para tomársela a broma, ni para minusvalorarla aunque muchos de los afectados pasen la infección asintomáticos o con mínimos malestares.
«Ha habido compañeros que lo han pasado muy mal, con muchos días en la UCI y secuelas importantes», apunta. Incluso algunos han fallecido, como el doctor Félix Pinedo, compañero suyo en Comuneros, que se había reenganchado para echar una mano en la pandemia. Así que pide responsabilidad, un esfuerzo colectivo, y que testimonios como el suyo sirvan para concienciar a aquellos que están menos sensibilizados. «No es lo mismo oír hablar de algo que pasarlo», admite, y «ponernos en la piel del otro es difícil», pero hay que intentarlo.
José Herrero se contagió en los 'albores' de la pandemia, allá por marzo de 2020, cuando se empezaban a detectar los primeros casos de coronavirus en Burgos. «Fui consciente desde el principio. Tuve que atender a una persona que venía por un brote y no teníamos medios para protegernos adecuadamente», recuerda. Y es que, por si se nos había olvidado, las primeras semanas de lucha contra la pandemia no había equipos de protección suficientes para sanitarios, ni mascarillas, ni guantes, así que el colectivo estuvo muy expuesto al contagio.
Eso sí, el doctor nunca tuvo dudas sobre cómo proceder. «Tenemos la obligación ética y moral de atender al paciente», recuerda, «pero es verdad que sabía que no estaba bien lo que estaba haciendo» aunque no había otro remedio. Así que, en cuanto tuvo los primeros síntomas, acudió a hacerse las pruebas, que también escaseaban, como los EPI. Y dieron positivo: contagio de covid-19. «Tuve un proceso sintomático, sí que tuve síntomas, pero no tuve las complicaciones importantes que han tenido otros compañeros», recuerda.
Pasó el coronavirus en casa, con fiebre no muy alta aunque sí complicaciones respiratorias. «Con la experiencia de ahora no me habría quedado en casa», reconoce, pues un año después sabemos que los síntomas de la covid-19 se agravan a la semana de aparecer. Y que «si se retrasa la atención se pueden tener complicaciones muy graves». Sin embargo, a la covid-19 se le aplicó inicialmente la rutina de la gripe, más todavía en el caso de los sanitarios. Afortunadamente, el cuerpo de José reaccionó bien, «pero podía no haberlo hecho», asegura.
«He tenido suerte y me pilló en buena forma física; de no haber sido así, tal vez habría pasado el virus en peores condiciones». Y es que la covid-19 supone, en algunos casos, la «puntilla» que descontrola otras enfermedades, que genera complicaciones en patologías previas, que las agrava e, incluso, que lleva a la muerte. En su caso, no ha sido así. José la ha pasado sin complicaciones y, de momento, tampoco ha registrado secuelas (un campo casi virgen, del que queda mucho por investigar). Bueno, le ha quedado algo de pérdida de olfato y gusto, afirma, pero nada más.
Responsabilidad
Aun así, el doctor Herrero insiste en que «el que haya personas que ya no están con nosotros o que lo han pasado muy mal debería ser suficiente para que seamos mucho más cautos en las relaciones sociales». Y es que, aunque se ha empezado con la vacunación, «todavía no podemos cantar victoria y tenemos que tomárnoslo en serio». José entiende el hartazgo de la ciudadanía, que a veces se baje la guardia, o que haya personas muy mayores a las que les esté pesando especialmente la soledad, pues la pandemia tiene un componente social muy importante.
Además, ha habido mucha improvisación y se ha politizado la gestión de la covid-18, lamenta. Por ello, no es especialmente optimista sobre la evolución de la pandemia. «Sigue habiendo muchos infectados y eso conlleva más muertes y más ingresos en UCI». Además, el perfil del paciente ha cambiado porque los que eran muy vulnerables o estaban más débiles, en algunos casos, ya no están, recuerda. Y también nos falta perspectiva para valorar la incidencia de la covid a largo plazo, las secuelas, lo que hay después de superarla.
«Vamos a controlar la epidemia pero por una evolución natural, como ha pasado contras pandemias, aunque asistiremos a rebrotes», explica, pues la covid-19 ha venido para quedarse. La clave está ahora en ser responsables para minimizar el impacto, reducir los contagios para no seguir sumando muertes y casos muy graves. «Una vacuna no busca más que el efecto que deja la inmunidad natural de la enfermedad, pero no sabemos por cuánto tiempo. Yo, que sigo estando en primera línea de combate, me he puesto la vacuna porque no sabemos hasta cuándo estoy protegido».
José Herrero continúa, al pie del cañón, en Atención Primaria. «Estamos en primera línea de combate, siempre lo hemos estado», asegura. Y nadie más interesados que ellos en recuperar la normalidad, en dejar la atención telefónica y volver a pasar consulta física a sus pacientes. «Tenemos muchas ganas pero, hoy por hoy, es difícil», admite. Así que, mientras llega el ansiado momento, se esfuerzan por prestar la mejor atención sanitaria, pues «también para nosotros es muy difícil» pasar consulta por teléfono. «No nos han preparado para ello» pero es lo que toca ahora.