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La historia de AstraZeneca con la provincia de Burgos llegará a su fin el próximo 13 de julio. Ese día, los vecinos de Aranda y de zonas básicas de salud limítrofes, nacidos en 1958 y 1959, acudirán al recinto ferial de la capital ribereña para completar la pauta contra la covid. Y esa jornada, sobre las 19:00 horas, se dejará de inyectar el producto de Oxford.
Precisamente, Sanidad está inmersa estas dos semanas en completar las pautas de los burgaleses de entre 60 y 69 años (Sanidad publicará en los próximos días las fechas concretas para la vacunación de estos grupos de edad que aún no tienen fecha de vacunación). Precisamente, de momento, ya se conoce que el día 10 de julio habrá vacunaciones masivas para esa franja de edad en la capital y Villarcayo.
Han esperado entre 8 y 12 semanas para recibir el segundo pinchazo y eso se notaba en el ambiente. La primera vez que acudieron para iniciar el proceso de inoculación contra la covid se precisaba de bufanda y ahora, en estos días en los que el verano asoma el hocico, se ven paraguas, pero para frenar los efectos del sol.
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Y esa era la imagen que ofrecía este lunes el polideportivo de la Universidad de Burgos, donde estaban citadas hasta 5.000 personas para cerrar el proceso de inmunización. Con esa multitud, las colas eran interminables. Estaban los que aseguraban que llevaban casi dos horas. Otros bajaban la espera a los 80 minutos y otros, simplemente, buscaban la sombra para protegerse del sol.
Esas 5.000 personas, nacidas en 1956 y 1957, son parte del final de una vacuna que ha estado en boca de todos desde que el 29 de enero la Agencia Europea del Medicamento la aprobara. La polémica ha rodeado al producto de Oxford desde el primer día y eso no ha sido ajeno a lo vivido en Burgos.
Las noticias de los posibles trombos y la guerra entre la farmacéutica y la Unión Europea enquistaron una situación que explotó en Castilla y León a primeros de abril, cuando en Burgos ya habían recibido la primera dosis trabajadores esenciales y gran parte de los docentes. Tan solo se quedaron al margen los voluntarios de Protección Civil.
Y a partir de ahí decisiones a contrarreloj. Los menores de 60 años que llevaban la primera dosis aguardaron hasta principios de junio para saber con qué vacuna les iban a inocular. El debate estaba abierto: seguir con AstraZeneca o abrir el abanico a Pfizer. Una decisión que ganó por amplia mayoría la fórmula de Oxford.
Luego, mientras el ciudadano estudiaba la posibilidad de mezclar, la Junta lanzaba la incógnita de si iba a haber dosis para todos. Y finalmente hubo. De hecho, esta semana, Burgos no recibe ninguna bandeja de AstraZeneca, señal de que todas las personas estarán cubiertas.
Ahora, tan solo queda llegar a ese 13 julio para poner el punto y final a AstraZeneca. De momento.
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