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Poco o nada ha variado la celebración del Día del Abuelo, este 26 de julio, respecto al año pasado. La pandemia sigue golpeando a los encuentros familiares, por mucho que las pautas completas de vacunación superen el 50% de la población en Burgos. Así que un día emotivo para aquellos que son abuelos y nietos estará marcado, de nuevo, por las restricciones sanitarias. No queda otra.
Eso bien lo saben Carmen Velázquez y sus siete nietos, que aceptan la situación actual y que aprovechan sus encuentros, con algún abrazo furtivo sobre todo después de la vacunación, para disfrutar de otra manera.
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Carmen llegó a la residencia CleceVitam San Pedro Poveda de Burgos hace seis meses, después ser vacunada y de pasar el primer año de pandemia en su casa. Por aquel entonces se mostraba preocupada, como ahora, por los estragos de una covid que ha afectado a todas las franjas de edad, pero en especial a los más mayores. «Ha sido triste, pero sobre todo porque pensaba en mis tres hijos y en mis siete nietos. Por mí no estaba preocupada. No tenía miedo, porque de algo hay que morir», destaca Carmen desde las instalaciones de su nuevo hogar.
Durante la pandemia, recibió el apoyo de una cuidadora y de sus hijos, que se encargaban de llevar la compra cuando era necesario. Aun así, al vivir en el mismo bloque que uno de sus hijos, tuvo la suerte de ver, desde la distancia, a dos de sus nietas (Carolina y Elisa García Olondriz, 12 y 10 años respectivamente). «Antes siempre jugábamos al bingo o a las cartas con ella y con la pandemia solo la saludábamos y la contábamos cosas», recalca Carolina, que reconoce que aún tienen «cuidado» al estar en una residencia.
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Ahora, Carolina, Elisa y el resto de nietos e hijos se han tenido que amoldar a las medidas de los centros de mayores y no pueden ver a la abuela todo lo que les gustaría. «Depende de cuando se pueda venimos a estar con ella. El día del Carmen, estuvimos con ella y la llevamos una caja grande de bartolillos», continúa Carolina.
Precisamente, el Día del Abuelo será diferente en todos los centros de mayores y casas familiares. Las residencias se preparan para organizar actividades en las que la tecnología cobra una especial fuerza para evitar los contactos. «Este año se va a celebrar de una forma más emotiva. Se ha hecho un taller de manualidades en el que los usuarios han confeccionado un abuelo con un chupa-chups y goma eva. Ese será el detalle», explica la terapeuta ocupacional de la residencia Jimena Escaño, que incide en que será un día diferente por la pandemia.
«Además, algunos nietos que están lejos de la ciudad han elaborado vídeos para que se los proyectemos a sus abuelos. Nos gustaría que se hicieran actividades intergeneracionales y que vinieran los nietos, pero este año hay que adaptar todo y hacerlo con distancia. La pandemia nos ha quitado muchas cosas, pero podremos hacer una merienda entre los residentes», concluye.
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