David González, propietario del bar Acuarium ·
David González regenta el bar Acuarium, cerrado al público desde el 14 de marzo, que asegura que el año no está perdido del todo aunque reconoce que habrá que hacer muchos sacrificiosDavid González vive la situación actual con una incertidumbre «tremenda». Regenta el bar Acuarium, ubicado en El Hondillo, y tiene tres empleadas a las que ha tenido que mandar a un ERTE pues cerró sus puertas el 14 de marzo. Y si no hubiera habido ... una declaración de estado de alarma, seguramente también habrían cerrado, afirma, pues el viernes previos facturaron una quinta parte de lo que venían facturando un viernes cualquiera. «Es un palo económico», afirma, y «no sabemos qué va a pasar, ni los días que vamos a estar cerrados», se lamenta.
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De momento, la cuarentena parece que no tiene fin y, una vez se vayan levantando las restricciones, habrá que ver cuándo le toca a la hostelería y de qué manera. «Va a haber que hacer muchos sacrificios», afirma David, quien eso sí no da todavía el año por perdido. «Hay tiempo y si podemos trabajar en verano, nos recuperaremos, siempre y cuando los burgaleses vuelvan a la calle». Y David confía en ello, en volver a salir de tapas, a quedar en los bares con los amigos, aunque haya que cambiar algunos hábitos y ciertas formas de relacionarnos.
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«Somos un país de calle, de tapas con amigos, de quedar en los bares, eso se recuperará», afirma, pues así lo nota en su entorno, entre amigos, familiares y clientes habituales. «La gente tiene ganas de salir y tomarse una cerveza», aunque sea bajo nuevas medidas de seguridad y protección, menos aforos, más distancia de seguridad... Sin embargo, ahora toca esperar, ver cómo evoluciona la situación y, cuando se reabran los bares, valorar en qué situación. Una incertidumbre que llega también hasta su personal, que ahora está en ERTE pero que no sabe cómo se incorporará luego.
Y mientras intenta no darle muchas vueltas a la cabeza, David se mantiene confinado en casa. «Lo estoy llevando mejor de lo que pensaba, porque soy un tipo de campo y de monte; de estar en la calle y lo estoy llevando bien», reconoce. Eso sí, ganas de salir a la calle tiene, para que le dé un poco el aire y, mientras, mata el tiempo con tareas domésticas o haciendo una maqueta de la mítica furgoneta Volkswagen, esa que asociamos con la estética hippy, y que es una de sus pasiones como bien saben todos aquellos que han pasado alguna vez por El Hondillo.
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