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Estrella Ortega visitó Altamira con sus dos hijas, Julia y Teresa López, y sus parejas, Ángel Vidal y Mario Santos. En la foto, en la entrada de la cueva, con las guías Beatriz Cobo y Marta Martínez. DANIEL PEDRIZA
Un privilegio con 21 años de espera

Un privilegio con 21 años de espera

Cueva de Altamira. El Centro de Investigación llama a personas inscritas en una lista hecha antes de 2002 para visitar las pinturas en la cavidad original

ROSA M. RUIZ

Domingo, 18 de abril 2021, 00:23

Hace algo más de quince días Estrella Ortega García recibió un mail en su trabajo que le pareció bastante sospechoso. Llegaba del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira y la citaban para visitar la cueva original atendiendo a una solicitud que envió hace... ... 21 años. «Estaba convencida de que era un timo. Hasta el novio de una mis hijas me dijo que si me pedían un número de cuenta no se me ocurriese darlo por si acaso». Dos semanas después, ella, sus dos hijas y sus respectivas parejas, incluido el más suspicaz, se ataviaban con botas y mono blanco esterilizados, para entrar a contemplar durante 35 minutos la considerada capilla sixtina del arte cuaternario y disfrutar de una visita personalizada que ya casi ni recordaba haber solicitado.

«Todavía no nos lo podemos creer», comentaba el grupo a su llegada al Museo. Hasta el año 2002, cuando se decidió cerrar las visitas al público ante la degradación de las pinturas, para poder contemplarlas había que inscribirse en una lista. Una larga relación de nombres de todo el mundo que se seguía por riguroso orden. Diez años después se abrió de nuevo. «Entre los años 2012 y 2014 se llevó a cabo el Programa de Investigación para la Conservación Preventiva y Régimen de Acceso a la cueva. Uno de sus objetivos era la medición del impacto de la presencia humana y por eso en 2013 se iniciaron una serie de visitas experimentales con público. Una visita de cinco personas, una vez a la semana, durante 37 minutos, de los cuales sólo 8 son bajo el techo de polícromos, y cuyo acceso se realiza con un protocolo de indumentaria e iluminación específico. Tras ese periodo, en marzo de 2015 el Patronato del Museo aprobó este sistema de visitas limitado y controlado y, desde entonces, se han venido repitiendo todos los viernes siguiendo este mismo modelo, lo que supone un acceso de entre 250 y 255 personas al año», recuerda la directora de Altamira, Pilar Fatás.

Entonces se acordó elegir a esos cinco privilegiados por sorteo entre los visitantes que llegaran al Centro de Investigación los viernes, un plus que cada semana reunía cientos de interesados que depositaban su nombre en una urna con la esperanza de contarse entre los afortunados. Con este sistema, desde el 17 de abril de 2015 hasta el 6 de marzo de 2020 accedieron a la cueva un total de 1.235 personas.

Y así se siguió haciendo hasta que la crisis sanitaria que paralizó el país obligó a cerrar el Museo y las visitas a la cueva original. «Una vez alcanzada la nueva normalidad, el Museo reabrió el 9 de junio de 2020. Entonces se decidió no retomar inmediatamente las visitas a la cueva, pero finalmente la dirección junto con el equipo técnico del museo concluimos que no era necesario modificar el sistema que veníamos haciendo, puesto que el protocolo de acceso ya incluye medidas higiénico-sanitarias acordes con las establecidas por Sanidad de Cantabria. Sí era necesario, en cambio, modificar el sistema de selección puesto que era inviable reunir a los visitantes en el vestíbulo del museo donde hubiera sido imposible mantener la distancia social», explica Fatás.

Cuantas plazas desearas

Entonces, y tras consultar a la comisión permanente del Patronato, se decidió que la forma más segura para todos era recurrir a la cita previa y se retomó aquella lista con las peticiones recibidas entre 1999 y 2002 y que permanecía en una base de datos custodiada por el Museo, con número de registro de la fecha de recepción y ordenadas cronológicamente. El listado consta de 4.521 peticiones, que corresponden a más de 26.000 personas, pues antes del cierre en 2002 se podían pedir cuantas plazas se deseara, considerándose solicitudes individuales aquellas en que se solicitaban hasta 20 plazas.

Y así es como se empezó a llamar a los componentes de la lista. A Estrella Ortega, a Aurelio Ibeas, a María Ángeles Gómez... Hasta la fecha se ha tratado de contactar vía telefónica o por correo postal con 149 solicitantes, de los que 92 han sido localizados (un 61% del total). De esas 92 solicitudes, han visitado la cueva un total de 51 aspirantes con sus acompañantes, los cinco últimos ayer mismo, lo que supone un total de 165 personas.

Una tarea casi detectivesca por parte del Museo y que ha sorprendido a todos los que tanto tiempo después han recibido la llamada. Para aquellos casos que se localizaba a los peticionarios pero el titular había fallecido, se estableció la norma de que la cita pudiera ser traspasada a sus familiares de primer grado: cónyuges, padres e hijos, según especifica Fatás. Es el caso de la vallisoletana María Ángeles Gómez, que participó en una de las primeras visitas según este sistema y también de las más emotivas porque fue su marido, ya fallecido, el que lo había solicitado. Antonio Garrido ya conocía la emoción de contemplar los bisontes originales en compañía de la propia María Ángeles, pues habían estado en varias ocasiones. La última acompañados de su hija que no pudo acceder por la edad, así que decidió volver a apuntarse para que la niña también pudiera vivir más adelante la misma conmoción que él sentía.

«De vez en cuando miraba cómo iba la lista y se disgustó mucho cuando anunciaron que se cerraban las visitas», recuerda su viuda. Así que cuando recibió la llamada del Museo de Altamira diciéndole que por fin había llegado su turno no pudo rechazarlo. «Era un privilegio para nosotras y un homenaje a él». Siguiendo la petición de entonces para tres personas, visitó la cueva original con aquella niña que se quedó a las puertas y con su otra hija que nació después. «Fue muy emotivo para nosotras».

A Estrella Ortega y sus cuatro acompañantes también les pareció todo muy emocionante. Su localización fue bastante más complicada. Hace 21 años se puso en contacto con el Museo por medio de un fax que envío desde su trabajo. Es médico, en la Residencia de Cantabria, un anexo al Hospital de Valdecilla que ya no existe. Dos décadas después ni su teléfono ni su dirección son los mismos y la única pista que tenían en el Servicios de Reservas de Altamira era ese puesto de trabajo que aparecía en la carátula del fax. «Las nuevas tecnologías y Google hicieron el milagro y, aunque parezca increíble, con esa referencia consiguieron localizarme», explica aún sorprendida.

Aperitivo en la réplica

A su llegada al Centro, Marta Martínez y Beatriz Cobo, las mismas empleadas del Museo que la habían localizado, hicieron una visita guiada al grupo por la réplica de la cueva como aperitivo de lo que les esperaba después en el interior de la cavidad original donde fueron divididos en dos grupos. «Al llegar a la sala donde están los polícromos pusieron en marcha un cronómetro y nos dejaron ocho minutos para contemplarlos. Jamás se me había pasado tan rápido el tiempo», aseguró a la salida Teresa López, una de las hijas de Estrella.

Y por si hubiera pocas dificultades para localizar a todas estas personas, la limitación de entrada a la comunidad el 30 de octubre de 2020 por el covid, vino a complicarlo más y hubo que reestructurar el calendario para las solicitudes de otras autonomías, medida que aún hoy se mantiene. «Y la limitación de movilidad por municipios entre el 18 de noviembre de 2020 y 16 de diciembre del mismo año, obligó también a restringir las citaciones solo a los residentes de Santillana», puntualiza la directora del Centro.

En la actualidad hay 30 solicitudes cuya residencia está fuera de Cantabria, que ya habían sido localizados y están pendientes de recibir su cita cuando se levanten las restricciones de movilidad. Entre estos solicitantes incluso se han localizado a extranjeros, en concreto un solicitante de Francia y otro de Estados Unidos, que vendrán cuando las circunstancias lo permitan. Entre los que sí pudieron hacer la visita, antes de esta normativa está José Antonio González Oreña, cántabro residente en Asturias, que afirma: «Me siento un privilegiado, aunque he esperado veinte años para serlo».

  • 4.521 personas figuran en un listado de entre 1999 y 2002 para ver la cueva original. Corresponden a más de 26.000, pues se podían solicitar cuantas plazas se quisiera hasta un máximo de 20. Hasta la fecha se ha tratado de contactar con 149 y 92 han sido ya localizadas.

  • En contacto con dos solicitantes extranjeros La importancia y el valor de las pinturas hace que sean muchos los extranjeros que quieren ver la cueva original y que están en ese listado. De momento se ha localizado a dos, uno de Francia y otro de Estados Unidos, que harán la visita cuando se permita la movilidad.

  • 166 personas de las que lo solicitaron antes de 2002 ya han visitado la cueva. Ahora mismo sólo pueden acceder residentes en Cantabria.

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