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JAVIER MARTÍNEZ
Valencia
Miércoles, 4 de diciembre 2019, 09:27
Marta Calvo murió el mismo día de su desaparición, el 7 de noviembre, en la casa del pueblo de Manuel donde mantuvo la cita con el narcotraficante colombiano Jorge Ignacio P. J., de 37 años. Tras entregarse en la madrugada de este miércoles a la ... Guardia Civil en el cuartel de Carcaixent (Valencia), el presunto homicida confesó que descuartizó el cuerpo de la joven de 25 años, metió los trozos del cadáver en bolsas y los tiró a varios contenedores.
Los peores presagios de los investigadores de la Guardia Civil se confirmaron cuando escucharon las primeras explicaciones de Nacho, como conocen sus familiares y amigos al detenido, al preguntarle dónde estaba Marta. El delincuente admitió entonces que se ha había deshecho del cuerpo de la joven tras descuartizarlo y tirarlo a la basura.
Más información sobre el caso de Marta Calvo
JAVIER MARTÍNEZ y JUAN ANTONIO MARRAHÍ
Unas horas antes de su atroz confesión, el sospechoso acudió al cuartel de la Guardia Civil de Carcaixent. Eran las tres y media de la madrugada. Nada más entrar en las dependencias policiales, el narcotraficante dijo cómo se llamaba y pronunció unas escuetas palabras: «Vengo a entregarme». El agente que se encontraba de servicio en la entrada, trasladó entonces al hombre a un calabozo y avisó a la Central Operativa de Servicios (COS) de la Guardia Civil para que informara a los investigadores de la detención.
Cuando tuvieron conocimiento del arresto de Jorge Ignacio, los agentes de la Sección de Homicidios, Secuestros y Extorsiones de la Unidad Central Operativa (UCO) y del Grupo de Homicidios de Valencia se desplazaron con urgencia al lugar para tomar declaración al detenido, leerle sus derechos e informarle también de los graves delitos que le atribuyen. Jorge Ignacio pidió entonces que le dejaran hablar por teléfono con su madre y mantuvo una corta conversación con ella delante de un guardia civil.
Mientras los investigadores realizaban las primeras indagaciones para tratar de localizar el cuerpo de Marta, el delegado del Gobierno en la Comunidad, Juan Carlos Fulgencio, convocaba una rueda de prensa con urgencia para informar de la importante novedad en el caso. Eran poco después de las nueve y media de la mañana.
Fulgencio se refirió, por primera vez, a la principal hipótesis que tenía la Guardia Civil tras manifestar que la joven sufrió una «agresión física que podría haber conllevado su muerte violenta». Antes de que informara a los periodistas sobre el arresto del presunto homicida, un responsable de la investigación criminal habló por teléfono con el padre y la madre de la joven, en sendas conversaciones al estar separados, para informarles de la muerte de su hija y la confesión del narco.
Aunque el delegado del Gobierno no explicó en la rueda de prensa cómo murió Marta, el posible descuartizamiento del cadáver fue confirmado este miércoles por fuentes de la investigación al trascender las primeras manifestaciones voluntarias que realizó el detenido.
Éste era buscado intensamente por las fuerzas de seguridad del Estado desde que la madre de Marta localizó la vivienda de Manuel, el último lugar donde habría estado su hija con el delincuente colombiano antes de su extraña desaparición. El presunto homicida se encontraba en paradero desconocido desde el 10 de noviembre, un día después de que la madre de la joven acudiera a la comisaría para denunciar la desaparición.
Tras confesar Jorge Ignacio que había troceado el cadáver y lo había tirado a varios contenedores, un equipo de investigadores centró sus pesquisas en la búsqueda de los restos humanos y el rastreo de los residuos sólidos que arrojan los vecinos de Manuel a los depósitos de basura.
Con tal motivo, dos agentes se desplazaron a la planta de tratamiento de Guadassuar y se entrevistaron con un responsable. Las modernas instalaciones, donde se trituran los residuos con un tamaño inferior a los 10 centímetros, dejaron de funcionar durante una hora aproximadamente mientras los guardias civiles comprobaban el procedimiento de reciclaje tras la recogida manual de recipientes metálicos, botes de plástico y cartones por una veintena de trabajadores. Tras esta inspección, tanto la Guardia Civil como los trabajadores consideran improbable que un cuerpo descuartizado no hubiese sido detectado en las cintas transportadoras.
Pero este centro de reciclaje no es el único donde los investigadores buscan el cuerpo, ya que el presunto homicida pudo haber arrojado los restos humanos en contenedores de l'Olleria, donde también residía en otra vivienda alquilada, y en depósitos de basura de Silla, otra localidad que los investigadores relacionan con el caso.
El cuartel de la Guardia Civil de Carcaixent se convirtió en el foco de atención de los medios cuando trascendió que el sospechoso de la desaparición de Marta había acudido a estas dependencias para entregarse. Desde primera hora de la mañana, entraban y salían vehículos con agentes que se desplazaron a otras poblaciones para realizar diversas gestiones vinculadas al caso.
El perfil delictivo del asesino confeso de 37 años responde al ya conocido concepto de lobo con piel de cordero. El intelectual, educado y respetuoso vecino que oculta con maña un pasado delictivo y, ahora, durante casi un mes, un presunto crimen con descuartizamiento. Natural de Ibagué (oeste de Colombia), Jorge se asentó en España en plena juventud. También a Europa viajaron su madre, residente en Mallorca, y su abuelo materno. El colombiano ha vivido en los últimos años muy unido a su familia, pero también a los lazos del narcotráfico, como prueban sus repetidos problemas con la justicia.
Viajamos una década atrás. Año 2004. Badajoz. Una requisitoria pesa sobre Jorge. Ya se le busca por un asunto vinculado a las drogas. Cuatro años después su relación con los estupefacientes se confirma. En 2008 vivía en Gandia, pero viajó con su abuelo Valerio a la localidad italiana de Brescia y se les relacionó con un alijo de nueve kilos de cocaína. Pisó la cárcel, cumplió condena y regresó a España.
La Guardia Civil sospecha que habría vuelto a las andadas. Llevaba una vida discreta entre las casas de l'Olleria y Manuel, con contratos de alquiler a nombre de su madre para no despertar sospechas. Los vecinos del primer pueblo aún recuerdan los «regalos y buenos modales» de Jorge, que decía ser universitario y estar acabando una carrera en un centro privado.
En abril de este año fue investigado tras la muerte de una prostituta con la que mantuvo relaciones en una casa de citas de Valencia. Pero el asunto no llegó a más. Ya en junio, una patrulla de la Guardia Civil lo detectó circulando de manera temeraria y Jorge apretó aún más el acelerador. Acabó arrestado por resistencia, desobediencia y un delito contra la seguridad vial. Pero siguió en la calle. «Era extremadamente educado, tanto que llamaba la atención», cuentan sus vecinos.
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