Mascarillas, entradas escalonadas y separadas, marcas en el suelo, geles desinfectantes y, sí, también algún llanto. Miles de niños han retornado hoy a las aulas para comenzar un curso con muchas incertidumbres, marcado por la evolución de la pandemia de la covid-19, esa que ... les mandó a casa a mediados de marzo y que les ha tenido alejados de los colegios durante casi seis meses. Seis meses que han sido «muy duros», para padres y niños.
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Así lo reconoce David, uno de esos progenitores que hoy han vuelto a llevar a su hija al colegio. Ella, alumna de tercero de Infantil en el colegio Jueces de Castilla, «tenía ganas de volver», ya que «siempre le ha gustado el colegio». Él también «tenía ganas» de que la niña regresara a las aulas. «Es complicado. Los niños necesitan el colegio, ya que por mucho que hagas con ellos en casa, donde de verdad aprenden es aquí. Además, para los padres ha sido duro», asegura.
Sin embargo, David también reconoce afrontar el nuevo curso con algo de «miedo», no tanto a que los niños se contagien de covid, ya que está «convencido de que muchos ya lo han pasado», sino a que «vuelvan a cerrar el colegio y los manden a casa otra vez».
Mismas impresiones comparte Cristina, madre de otro niño de tercero de Infantil, que insiste en que, a pesar del miedo, «los niños necesitan ir al colegio».
En este sentido, Igor, padre de dos niños de cuatro y seis años que han entrado por circuitos separados en el mismo colegio, abunda en esa idea. «Teníamos ganas de que estuvieran con otros niños e hicieran vida algo más normal». Y es que, aunque sus dos hijos se llevan poco tiempo y «son amiguitos», la socialización a esas edades es fundamental. «Lo más duro de estos meses ha sido que apenas tuvieran contacto con otros niños».
No obstante, Igor, al igual que la mayor parte de los padres, asiste al inicio de curso con «respeto». «Asumimos que en algún momento se pueden cerrar aulas o incluso el colegio», reconoce con cierta resignación. De momento, eso sí, se lleva a casa una «buena impresión» de la organización por parte del profesorado.
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La vuelta al cole
Ruth Rodero
En la misma línea se expresa Iratxe, madre de tres niños, uno de primero de Primaria y otros dos de segundo de Infantil. «El cole más o menos lo tiene controlado. Hoy se ha hecho muy bien todo y no ha habido aglomeraciones».
Ahora, puntualiza, los niños deberán «interiorizar» la nueva situación, en la que el contacto entre alumnos de diferentes grupos se reducirá a la mínima expresión y las mascarillas y los geles marcarán la tónica habitual. Lo bueno, dice, es que «los niños se acostumbran rápido». Lo malo es que, al igual que otros padres, asume que en algún momento puede haber cierres de aulas. «Esperamos que vaya todo bien» y no se tenga que volver a «echar mano de los abuelos», concluye.
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Con la misma incertidumbre afronta Luis la vuelta a las aulas, «porque no sabemos qué va a pasar en 15 días», ni cuál es el protocolo a seguir si existe un positivo en un aula. «No lo tiene claro la Junta, no lo tiene claro el Gobierno, cómo vamos a tenerlo claro los profesores», comenta Luis, más allá de lo que detemina la lógica: si tiene síntomas, no se lleva a clase. Si hay un positivo, se ponen en cuarentena.
De lo que no tiene dudas Luis es de que los padres se han sentido «olvidados» por las administraciones. En los colegios han hecho un gran trabajo, admite, pero el Gobierno ha ido con retraso en la toma de decisiones e improvisando. «El Gobierno no ha tenido previsión», insiste, así que les ha tocado a los padres tenerla y, en su caso, él se ha guardado tres semanas de vacaciones por si las necesita ante la vuelta al cole de Martín, que entra en tercero de Infantil, y de Nuño, que va a la escuela infantil de Villalonquéjar.
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Luis lamenta que en España se haya dado prioridad a la hostelería frente a la educación, por ejemplo, y que la conciliación recaiga en la suerte que tienen los padres con sus trabajos. En su caso, han podido organizarse bien, cruzando turnos entre su mujer y él, para que los niños siempre estuvieran atendidos. Sin embargo, no todos los padres tienen esa posibilidada, reconoce.
Luis está preocupado por el futuro más inmediato, qué pasará si hay contagios en las aulas y cómo va a explicarle a Martín que tiene que volver a confinarse cuando lo pasó mal. «No sabes lo que es que tu hijo te diga que quiere ser un perro porque ellos podían salir a la calle», recuerda, o que cuando se levantó el confinamiento no quisiera salir de casa por miedo a la covid-19.
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