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Mineros chinos cargan carbón en una cinta transportadora de la localidad de Datong AFP
China, cuando la solución es también parte del problema

China, cuando la solución es también parte del problema

Señalados. El nivel de compromiso del gigante asiático ante la cumbre de Glasgow despierta tantas dudas como el de Indonesia, Malasia, Sudáfrica y México

c. conejero

Domingo, 24 de octubre 2021, 01:02

La descarbonización gradual es esencial para mantener al planeta por debajo del techo de calentamiento de los 1,5° C que todos los científicos marcan como límite. El país más contaminante del mundo, China, responsable del 20% del vertido de CO2 a la atmósfera y ... uno de los actores clave de la Cumbre de Glasgow que tendrá lugar entre el 1 y el 12 de noviembre, no solo no se ha comprometido a una nueva cuota nacional de recorte de emisiones, sino que acaba de anunciar que planea la construcción en su extenso territorio de más centrales eléctricas de carbón.

Obligado por los problemas económicos derivados de la pandemia y los cortes de energía recientes que han sufrido sus empresas, Pekín ha tenido que revisar sus planes sobre reducción de emisiones, lo que supone un duro golpe para las aspiraciones depositadas en la COP26 de Glasgow. Por el contrario, el mayor consumidor de carbón del mundo anunció recientemente su decisión de no financiar fuera de sus fronteras nuevas centrales eléctricas que se alimenten de este mineral.

El presidente Xi Jinping señaló el año pasado que China alcanzaría cero emisiones netas para 2060, lo que sin duda sería un gran paso adelante en la lucha contra el cambio climático. Pero a una de cal le ha seguido otra de arena, cuando ha reconocido que para 2030 sobrepasaría los límites establecidos, lo que irremisiblemente llevará al planeta a superar el umbral de 1,5 grados marcado en la anterior cumbre.

El compromiso de China es clave y, aunque no se sabe si el presidente Xi Jinping acudirá al final a la cita -a estas alturas ¡hay rumores de todo tipo-, se estima que Pekín podría retomar cuotas más adecuadas hacia 2025 cuando se recupere del mal momento económico que atraviesa, agravado por la crisis de la burbuja urbanística.

Joe Biden ha anunciado en la ONU que aportará 11.400 millones de dólares, el doble de lo que había prometido en abril

No obstante, no todo el peso recae sobre sus espaldas. Junto al gigante asiático, otros importantes productores y consumidores de carbón como India, Indonesia, México, Australia, deberán transicionar gradualmente a energías verdes. India, con una economía de rápido crecimiento y su alta dependencia del carbón, es también fundamental en las conversaciones, pero a pesar de su cercanía a un compromiso de emisión cero la primavera pasada, la crisis de Covid ha reducido sus opciones de tomar medidas contundentes.

Las miradas estarán también puestas durante la cumbre en Indonesia, Malasia, Sudáfrica y México, sobre cuyo nivel de compromiso planean serias dudas, lo mismo que con el nuevo gobierno japonés. Completan tan funesto cuadro los grandes productores de hidrocarburos -Arabia Saudita, Rusia, Australia y la propia China-, hasta ahora contrarios a fortalecer sus compromisos sobre la reducción de emisiones.

Donde sí se han detectado avances en los últimos meses es los instrumentos a emplear con el metano, con una capacidad de calentamiento del planeta 80 veces mayor que el dióxido de carbono, y que proviene de la cría del ganado, los desechos agrícolas, la extracción de petróleo y otros combustibles fósiles. La UE y Estados Unidos se han comprometido a reducir las emisiones globales de este gas para 2030, algo que podría lograrse, creen, a bajo coste. Los expertos coinciden en que aunque no todos los compromisos se alcanzarán en la cumbre de Glasgow, lo importante es que lo sean antes de 2025.

¿Y quién paga esto?

No es la reducción de emisiones de dióxido de carbono el único frente contra el que debe fajarse la conferencia de Glasgow. De ella se esperan compromisos en otras áreas importantes que se resumen en dos: identificar soluciones basadas en la naturaleza y la financiación de políticas tendentes a frenar el cambio climático, y la eliminación gradual del carbón. La primera se sustancia en iniciativas como la conservación y restauración de bosques, turberas, humedales y otros consumidores naturales de carbono. Aunque la capacidad de los árboles de absorber CO2 no debe exagerarse, los científicos han detectado que tiene un efecto «fertilizador» en ellos. En esta línea también se trabaja para detener la pérdida de biodiversidad, la restauración de ecosistemas naturales como la Amazonía y la protección de los océanos.

Se buscan avances rápidos con el metano, con una capacidad de calentar el planeta 80 veces mayor que el dióxido de carbono

El financiamiento climático dirigido a ayudar a países en desarrollo a reducir las emisiones y a hacer frente al impacto del clima extremo, proviene de fuentes públicas y privadas, aunque la contribución actual se sitúa bastante por debajo de los niveles acordados en la COP de Copenhague de 2009. De los 100.000 millones de dólares al año acordados para 2020 solo se han reunido 80.000.

Los países en desarrollo quieren garantías de que el dinero llegue lo antes posible y desean ver un nuevo acuerdo que amplíe considerablemente los fondos disponibles más allá de 2025. Como gesto de buena voluntad por parte de los países ricos, el presidente Joe Biden anuncio en septiembre en la ONU un nuevo nivel de compromiso de EE UU de 11.400 millones al año, el doble de lo prometido en abril.

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