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sergio garcía
Domingo, 24 de octubre 2021, 01:07
Cuando Greta Thunberg, con solo 16 años, arremetió en la Cumbre de Acción del Clima de 2019 contra los países más poderosos del mundo y se convirtió en una estrella mundial, Camila Solís tenía 18, llevaba tres siendo vegetariana, viajaba en bici o transporte público ... y se disponía a empezar Biología en la Universidad. Ahora milita en Fridays for Future, el movimiento surgido al calor de la activista alemana.
«Estamos empeñados en dar la espalda a una realidad que nos aboca a una sucesión ininterrumpida de inundaciones, sequías o incendios. Estamos jugando con los límites de la vida en la Tierra, con el futuro». Camila cree «que en el fondo no nos tomamos el problema con la seriedad debida. Y después de la deriva de los últimos 50 años, eso es grave. La gente tiene preocupaciones inmediatas: poco sueldo, pagar la hipoteca... acabas pensando que la vida son dos días y para qué me voy a comer la cabeza».
La activista sabe, además, que juegan con una etiqueta que es un arma de doble filo: la edad. «Los organizadores de la Cumbre han abierto un espacio para que intervengan los jóvenes, ya veremos si eso responde a un interés verdadero o a una medida de maquillaje».
¿Cuál es la situación en vísperas de la cita de Glasgow? Para Tatiana Nuño, de Greenpeace, «con los compromisos actuales de reducción de emisiones, alcanzamos aumentos de temperatura que de seguir, y aplicando las proyecciones, nos situarán a final de siglo en un aumento del 2,7º. Y eso es inasumible».
El desafío al que se enfrenta la COP26 es «garantizar un paquete de medidas que disminuya la brecha entre los comprometidos adquiridos y las medidas adoptadas, un aumento de la ambición climática, que se aseguren los 100.000 millones anuales -que debían haberse alcanzado el año pasado- para que los países más vulnerables puedan abordar la transición energética, y un modelo económico alineado con el Acuerdo de París que impida agravar la crisis climática».
Nuño tiene puesto el foco en los países menos desarrollados. Sabe que en el proceloso bosque de las pérdidas y ganancias, hay retos que son inasumibles para algunos gobiernos antes de entrar siquiera en el ámbito de un bienestar general que ellos están muy lejos de poder garantizar a sus ciudadanos.
Pero las quejas van más allá. WWF, por ejemplo, pone el acento en que Europa, epítome del progreso y la riqueza, esconde realidades muy distintas. Mientras la UE propone una reducción del 55% de las emisiones en diez años - y así lograr la descarbonización en 2050-, España, recuerda, apenas se ha comprometido al 23%. «Eso no encaja ni con su grado de responsabilidad ni con su capacidad, como demuestra su condición de cuarta potencia en términos de PIB en la Zona Euro», desliza Mar Asunción, que pone en valor el esfuerzo realizado por nuestro país en el campo de las energías renovables y en la práctica erradicación de la industria del carbón. Sólo quedan dos térmicas, recuerda Nuño, y la última tiene que echar la persiana en 2025.
¿Cuáles son los objetivos irrenunciables sin los que, a juicio de los ecologistas, no se debería volver de Glasgow? Para Greenpeace, los asistentes a la cumbre deben comprometerse a «acelerar la transición en los sectores más responsables del cambio climático, que son el transporte (deudor del petróleo), la agricultura y ganadería (España es el principal exportador de porcino), y los sectores industrial y eléctrico (donde seguimos dependiendo del mal llamado gas natural, compuesto de un 80% de metano, más pernicioso para el cambio climático que el CO2)». Todo ello anteponiendo un mensaje claro de abandono de los combustibles fósiles y un no rotundo al comercio de derechos de emisión.
Además de lo anterior, WWF aboga por proteger y restaurar el medio natural, una cuestión clave porque absorbe el carbono. «Se ha visto durante la pandemia -describe Asunción- lo dependientes que somos de la naturaleza, la relación entre la salud nuestra y la de los ecosistemas. Como pasa con el virus, las causas del cambio climático hay que buscarlas en los ataques a la naturaleza, en la mala gestión de los recursos y en su impacto en la biodiversidad».
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