Avanza el diagnóstico temprano de párkinson pero los jóvenes son más reacios a las terapias

Esta es una de las principales preocupaciones de Párkinson Burgos. Su gerente, Álvaro Fernández, valora que ahora se diagnostique la enfermedad mucho antes, porque «somos más responsables» y, por tanto, en cuanto tenemos algún síntoma que no nos encaja, acudimos al médicos. Por ese motivo hay diagnósticos de párkinson a partir de los 40 años.

«La población no piensa que se pueda tener la enfermedad tan joven», admite, de ahí que luego cueste más convencer a los recién diagnosticados de que deben de empezar no solo el tratamiento farmacológico, sino también la fisioterapia o la logopedia... Se trata de frenar el avance del párkinson para que el afectado pueda ser lo más autonómo posible durante el mayor tiempo posible.

Los estudios lo avalan, y la experiencia práctica también. Los neurólogos del HUBU, un equipo «referente nacional», reconocen que hay una gran diferencia entre pacientes que reciben tratamiento en la asociación y los que pasan la enfermedad «solos». Por ese motivo, en cuanto hay un diagnóstico remiten al afectado y a la familia a Párkinson Burgos.

Fernández explica que en la asociación lo primero que hacen es poner en contacto a la familia con el psicólogo y, a partir de ahí, empezar a trabajar. Para los más jóvenes cuentan con servicios especializados, se les ayuda a que acepten la enfermedad y vayan a las terapias. Se hace con discreción, pues muchos lo piden así, ya que «lo intentan ocultar, lo que les hace llevarlo peor».

De hecho, si bien hay empresas muy concienciadas, uno de los problemas del diagnóstico en edades tempranas es el rechazo laboral. Hay miedo entre los afectados a que, si se sabe, les echen del trabajo. De ahí que también se cuente con apoyo en este sentido. El gerente recuerda que, pese a haber motivos, suele ser difícil conseguir un reconocimiento de la discapacidad asociada.

Y toda esta problemática se agrava en el medio rural, donde los afectados de párkinson tienen menos acceso a los recursos, a las terapias y a los tratamientos. Y eso que la asociación tiene programas específicos de atención, con el apoyo de la Diputación, para todos los dignosticados (jóvenes y mayores). Sin embargo, es insuficiente, asegura Álvaro Fernández.

«Alguien que vive a una hora de Burgos es más difícil que venga todas las semanas», apunta, en referencia al Centro Multiservicios de Atención Integral ubicado en el antiguo Hospital Militar. De ahí que sea la asociación la que lleva los servicios al medio rural o trabaja con telesesiones cuando es posible, con la idea de crear grupos y centralizar servicios para mejorar la atención.

El gerente de Párkison Burgos asegura que no todo es cuestión de dinero. A veces lo que falla es la coordinación, la comunicación con Sacyl y otras administraciones para poder llegar a todos los afectados. «No se puede vivir la enfermedad solo», es decir, sin el apoyo que puede prestar una asociación, en la que se va a contar con profesionales y, sobre todo, usuarios con los mismos problemas y que son los que de verdad entienden lo que se siente.

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