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Paco Olmos lamentaba en rueda de prensa tras la derrota del San Pablo Burgos en el Palau que su equipo se había «permitido un lujo que no es permisible» en la situación en la que se encontran. «Hemos sido más que nunca un equipo de ... dos caras, hemos sido el doctor Jekyll y mister Hyde, todo lo que habíamos hablado del partido se ha esfumado al descanso», reconocía.
Y todo eso a pesar de que su equipo había hecho una buena primera parte. «Creo que la primera parte la hemos llevado a donde nosotros podemos, a nivel de esfuerzo, de energía, de preparación, a frenar las virtudes del Barcelona en la medida de lo posible», explicaba. Sin embargo, en la segunda mitad el escenario cambió radicalmente. «Hemos dejado de jugar lo preestablecido. ¿El por qué? Bueno, ahora lo estaba discutiendo con mis jugadores», afirmaba.
El técnico de los castellanos aseguraba que en su salida al Palau creían que podrían tener «una opción». «Al descanso era una realidad, pero si al Barça le das cinco minutos donde coja aire pues a partir de ahí empieza el rodillo y empieza la confianza que en los primeros tiros no tenían. No nos queda más que sí o sí saber cómo queda la situación para nosotros, que la semana que viene debemos de tildarlo ya de definitivo y que las balas que quedan hay que gastarlas bien, de una en una», insistía.
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Porque aunque sus hombres pudieron poner en apuros a los blaugranas, repitieron errores como en la jornada anterior: «La situación en la que estamos tiene que ser una obligación jugar como hemos jugado la primera parte aquí, como jugamos durante 38-39 minutos el otro día en Andorra y no se nos pueden apagar las luces. Si tenemos diez o doce jugadores para jugar la energía tiene que estar siempre presente, la concentración tiene que estar siempre presente, si el plan de partido no funciona tenemos que poder modificarlo nosotros, los entrenadores, y no nos pueden ahora invadir los escenarios. Necesitamos superar los malos momentos de los partidos, cuando la cosa está en su meollo competimos bien, estamos metidos, pero no puede ser que cuando empieza la dificultad parece que nos paramos, dejamos de atacar, todo es a nivel de individualidades, sin juego colectivo. No podemos acabar haciendo cada uno la guerra por su cuenta. La primera parte tiene que ser lo que nos dé 40 minutos, porque eso es lo que nos marque el camino».
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