Con un ojo en el cielo y con otro en la carretera N-623. Así se encuentran los vecinos de Quintanilla Sobresierra en la tarde de este viernes, ya que a escasos kilómetros se ha declarado un incendio forestal que ha encendido todas las ... alarmas desde primera hora de la tarde.
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Precisamente antes de que la Junta decretase nivel 2 por la cercanía de las llamas con la N-623, los propios vecinos empezaban a colaborar con la Guardia Civil. Una pareja de agentes se encargaba de controlar el tráfico que sobrepasaba el municipio. Era, tal vez, el punto más crítico para la seguridad de las personas fuera del propio incendio, cuya llamas se presenciaban desde lo lejos.
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Era vital que ningún vehículo accediera a la carretera y en eso empezaron a echar una mano los propios vecinos. Cogieron un chaleco reflectante y, ante la ida y venida de particulares, empezaban a despachar coches por carreteras adyacentes.
Nadie mejor que ellos, oriundos de Quintanilla Sobresierra, para aligerar los posibles embotellamientos de vehículos. Mientras se centraban en repartir el tráfico, su mirada no se desviaba de la impresionante columna de humo que se veía, por ejemplo, desde las afueras de la capital burgalesa.
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Álvaro Muñoz Patricia Carro
En el corazón de la N-623, la situación era preocupante. El fuego, empujado por el viento, se acercaba a la carretera. El calor se palpaba mientras los bomberos, de todas las instituciones, se movían de un lado a otro y el trajín de los helicópteros no cesaba.
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