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Burgos cerró el año 2023 con 18 fallecidos en las carreteras. Este dato, que sigue siendo luctuoso, mejora en un 20% las cifras del año 2022. Pero, como explica Raúl Galán, jefe provincial de Tráfico en Burgos, «preocupa mucho el dato de los fallecidos ... motoristas».
En 2022 fueron «dos y este año ha subido a cuatro», indica, al tiempo que recuerda que las víctimas de estos accidentes han sido «tres conductores de moto y uno de ciclomotor». Esta preocupación traspasa las fronteras de la provincia de Burgos y también las de la región, pues a nivel nacional el aumento de fallecidos en accidentes de moto ha ascendido en casi 50 personas.
El perfil de estos fallecidos es claro: conductores varones de entre 35 y 54 años que tienen más de 10 años de experiencia con su permiso de conducir y que llevan motocicletas de alta cilindrada, con mucha potencia y muy poco peso en trayectos durante los fines de semana. Un perfil del que se desmarca la provincia de Burgos.
En Burgos los accidentes de moto este 2023 han sido «extraños». El que ocurrió en Quintanarraya, «que fue con un ciclomotor, fue muy raro». Fue el 22 de agosto de 2023 cuando el motorista se salió de la vía en el punto kilométrico 0.200 de un camino vecinal en Quintanarraya. Este camino conecta con la carretera BU-925, kilómetro 35, situado en el término municipal de Huerta de Rey.
El varón, de unos 50 años, se salió de la vía por el margen izquierdo y cayó a un arroyo situado en un nivel inferior en un tramo recto sin señalización de separación de carriles. «Era un camino asfaltado, se salió de la vía en el puente y fue una cosa un poco extraña», confirma Raúl Galán.
El ocurrido en la salida en el Puerto de Bocos, al lado de Villarcayo, el 17 de abril al filo de la medianoche «fue un accidente un poco extraño también porque no es una hora normal de circulación y era una vía de circulación conocida para el fallecido». En esta ocasión una nueva salida de vía en la CL-629, en el punto kilométrico 69, en el municipio de Villarcayo fueron las coordenadas del accidente. Los alertantes del accidente encontraron la motocicleta en la vía, pero no había rastro del motorista.
Más tarde dieron el con el cuerpo del varón, de unos 50 años, que estaba inconsciente pero vivo, aunque a su llegada los servicios de emergencias no pudieron hacer nada por salvar su vida. En este caso el varón conducía una Harley Davidson de 1.200, «que es una moto grande bastante potente, pero no es una moto de correr».
En el accidente que se produjo en Torrelara perdió la vida un motorista de 53 años en la BU-P-8012. Un ciclista que circulaba por la carretera encontró su cuerpo tirado en la calzada. Los servicios médicos solo pudieron certificar su muerte. «Este accidente es el que más puede ajustarse al prototipo de los accidentes de moto a nivel nacional. El hombre, de origen vasco, circulaba en las horas centrales del día, fue una salida de vía, un choque contra la barrera…», afirma Raúl Galán.
En este siniestro la moto era una Triumph Bonneville, «que es una moto de cilindrada intermedia y que tampoco es una moto de correr, son motos para pasear», por lo que solo cumple a medias con los estándares del perfil de motorista fallecido.
El cuarto de los fallecidos en accidente de moto se produjo en la antigua N-1 en Aranda de Duero. «Era una persona que se dirigía a trabajar como todos los días y por circunstancias que realmente tampoco sabemos después de la investigación tuvo una salida de vía y se chocó contra el muro del puente que pasaba justo por encima. Una distracción de libro y extraña porque era un ruta habitual que él hacía para ir al trabajo», asegura el jefe provincial de Tráfico en Burgos.
La moto de este accidente era «una moto de cilindrada media, una 500, una Honda». «Las motos no eran especialmente potentes en ninguno de los accidentes. El del ciclomotor de Quintanarraya evidentemente no lo era, el de la N-1 era una moto de cilindrada media y en los de Torrelara y el de Villarcayo tampoco eran motos tipo R, de imitación a la de circuito de muchos caballos por lo que no se ajustan al perfil de accidente prototípico al de los accidentes del país», afirma. En cualquier caso, sí coincide la edad de los fallecidos, el género -todos han sido hombres- y las causas, las salidas de vía siguen siendo el principal motivo de los siniestros mortales.
«Tenemos varias medidas pendientes de que sean aprobadas para intentar atajar la siniestralidad de las motos», explica Galán. Entre ellas está la de realizar un curso para poder utilizar una moto de hasta 125 cc, que en la actualidad se puede hacer teniendo una antigüedad de tres año en el carné B, y Tráfico se plantea también la obligatoriedad del uso de «cascos integrales o modulares en vías interurbanas», prohibiendo así los cascos jet, «que son los que no tienen mentoneras, que vas con la cara al aire» y el uso obligatorio de guantes en vías interurbanas.
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«El uso de guantes no va a salvar vidas, pero cuando uno se cae de una moto, por instinto, lo primero que hacer es poner las manos. Esto provoca muchas lesiones invalidantes que provocan incapacidades, bajas laborales y bajas definitivas de personas jóvenes», asegura Raúl Galán.
A pesar del aumento de muertes de motoristas este 2023, el pasado año ha dejado también un dato esperanzador. «Hemos bajado por primera vez en muchos años la cifra de accidentes con animales salvajes con respecto al año anterior. Cada año íbamos superando nuestro propio récord y nuestro récord es el récord de España. Somos la provincia con más accidentes con animales salvajes de toda España desde hace muchos años, pero de los 2.950 accidentes con animales en 2022 hemos bajado a 2.404. Esto supone un descenso de casi un 20%», celebra.
Las causas de esta disminución pueden «ser varias». «El corzo está disminuyendo su población ya que tiene una epidemia, un mosquito que les provoca la muerte por asfixia», lo que puede haber influido a la hora de causar menos accidentes. «Por otro lado, tenemos instalados sistemas en determinadas vías que detectan la presencia real de animales y que se avisa automáticamente en tiempo real con señalización luminosa a los conductores que circulan por esa vía. Todavía se tienen que consolidar estos datos y ver los estudios, lo ha implantado la Junta de Castilla y León junto con la Universidad de Salamanca y están trabajando a ver si efectivamente esto ha reducido los niveles de siniestralidad en esos puntos en los que se han instalado», explica Galán. «No queremos pensar que sea por la reducción de los movimientos de largo recorrido porque no ha sido así, dentro del contexto nacional con respecto al año pasado hemos aumentado estos movimientos un 2%. Y con respecto a antes de la pandemia un 5%», analiza.
«Tenemos más coches y más conductores, entonces si en un contexto en el que la movilidad cada vez es mayor, cada vez con mayores elementos que se suman a ella, entendemos que al haber una mayor exposición al riesgo, el que podamos contener los accidentes no es mala noticia», finaliza.
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