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El IPC (el índice de precios al consumidor) no ha dejado de subir en lo que va de año. En lo que va de año, en la provincia de Burgos, la tasa de variación del IPC se sitúa en el 5,5 por ciento. ... La variación anual se sitúa en un 5,7 por ciento y la mensual en el 2 por ciento. Subida constante a fecha del mes de octubre de este 2021, los últimos datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Este cálculo del IPC lo realiza el INE y la evolución anual de la tasa de crecimiento es lo que se conoce como evolución de la inflación. La variación del IPC es una forma de calcular la inflación. Más allá de los datos y de las palabras técnicas, lo que han notado los burgaleses es que la cesta de la compra les sale más cara ahora que a comienzos de año. «Se ha empezado a notar en los últimos meses, sobre todo desde septiembre u octubre», apunta una burgalesa, algo que corroboran otros vecinos de la provincia.
«No suelo fijarme, porque vas fija a por los mismos productos que conoces, pero, al final, al escuchar las noticias y comentarlo con amigos, te percatas y buscando tickets en la aplicación del supermercado, de media gasto unos 20 euros más en los últimos meses», añade una burgalesa.
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Todo es una cadena. Si en estos últimos tiempos nos hemos acostumbrado a una triste realidad, la continua subida del precio de la electricidad, ahora la realidad es que la subida de precios se extiende, excepto a los salarios y al productor. «Hago la compra para mis padres, dos pensionistas de Briviesca. Tras hablar con gente sobre este tema, me fijé en si habían subido los precios. Semanalmente gastaba unos 35 euros, me ha subido hasta los 55. Lo que no sube igual son las pensiones», lamenta esta vecina de Oña.
Las subidas del precio de la electricidad, el butano y los carburantes se siguen traduciendo en un significativo incremento del IPC en lo que va de 2021. Se han encarecido las materias primas, los problemas en la cadena de suministros y la subida de los costes energéticos. Todo ello supone una fuerte subida del precio de los alimentos.
«He notado una subida general al ir a hacer la compra diaria, pero, sobre todo, se aprecia en los alimentos básicos como el pan o el aceite», apunta una vecina de un pueblo de la Demanda, «sobre todo desde hace un par de meses», vuelve a confirmar. De acuerdo con el informe mensual que elabora la organización agraria COAG, en este último año los productos básicos de la cesta de la compra han subido su precio más de un 15 por ciento.
Estos datos de COAG, a nivel nacional, apuntan a que los tomates de ensalada han subido un 16,9 por ciento, por lo que el precio habría pasado de 1,77 a 2,07 euros el kilo. El aceite de oliva ha pasado de 3,88 euros el litro a 4,12 tras una subida del 6,1 por ciento. La carne de conejo ha subido un 4,7 por ciento, la de pollo un 3,5 y la de cerdo un 1,5. Todo ello en el último año y según los datos de COAG.
El Observatorio Social de la Caixa publicó en septiembre de 2021 un estudio, 'Brecha entre el mundo rural y el mundo urbano'. En este destacaban los efectos de la brecha territorial sobre las situaciones económicas y de vulnerabilidad de los hogares. Cuanto menores son los niveles de renta de los territorios más despoblados y rurales, más elevadas son las tasas de pobreza.
Los burgaleses del medio rural consultados señalan que «notas mucho más la subida cuando vamos a Burgos ciudad y compras en grandes superficies. Aquí en el pueblo se nota menos», asegura esta vecina de La Bureba. En cambio, otra mujer apunta, «creo que comprar en el pueblo sale más caro porque hay menos clientes, mismos impuestos y alquileres de locales a los mismos precios que en la capital. Creo que aquí los precios suben menos ahora porque intentan no repercutir al cliente, nos conocen de siempre, pero, al final, tendrá que ocurrir esa subida que notamos en los supermercados más grandes», explica.
COAG también reivindica que el precio que se paga en origen a los agricultores y ganaderos no aumenta, pero sí lo hace el precio que los consumidores pagan en las cadenas de distribución. En los intermediarios se queda la diferencia. Las cadenas de supermercados señalan que se está intentando frenar el encarecimiento de los costes para que no repercuta en el consumidor, aunque se reduzca el margen de beneficio.
Aunque el precio de la fruta no haya subido mucho de precio, el problema es que, como señala un frutero de Burgos, «si sube el coste de todo, repercutirá porque esto es una cadena». Una carnicera de Oña reflexiona en el mismo sentido, «no podemos vender a pérdidas, aunque aquí en el medio rural casi no podemos subir precios porque lo que nos falta son clientes». Una vecina de negocio al frente de un supermercado rural explica que los proveedores ya les habían avisado de la subida de precios, «y nos dicen que seguirá subiendo», lamenta. «Lo que intentamos es apurar. Conoces a los clientes y, aunque el margen de beneficio es menor, aguantas, apañando de otra forma, con subidas proporcionadas».
Esos negocios de barrio o de los pueblos son los más conscientes en cuanto a subir el precio de los alimentos. Reflejan empatía con el cliente al que conocen. Pero la coyuntura económica actual compromete la competitividad de las empresas y los empleos.
Lo cierto es que los datos más técnicos de los que se habla en las altas esferas se aprecian en la economía casera y no en su beneficio. Los burgaleses, en los últimos meses, son conscientes de que pagan más por la cesta de la compra y no confían en que la situación se estabilice en el corto plazo.
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