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La Jefatura Provincial de Tráfico se enfrenta, una vez superado el parón marcado por las Fiestas de San Pedro y San Pablo (que se mantiene, aunque no haya celebraciones al uso), a una de las épocas de trabajo más intenso, en cuanto a exámenes para el carné de conducir se refiere. Los jóvenes aprovechan el verano para sacarse el permiso y, si bien se aumentan las pruebas teóricas, donde hay verdaderos problemas para cuadrar calendarios es en los exámenes prácticos.
La clave está en los examinadores, que son una 'rara avis', muy codiciada entre las jefaturas. Este verano, en España se han creado 35 plazas de interinos (que se acabarán ocupando con una plaza fija) y se refuerza el servicio con 60 más, creadas para suplir la carga de trabajo acumulada durante la pandemia. Y a Burgos llegará este uno de los interinos, que se convertirá en plaza fija, y permitirá volver a contar con la plantilla de antes de la pandemia: seis examinadores.
El jefe provincial de Tráfico, Raúl Galán, asegura que los seis examinadores son suficientes para atender la demanda de la provincia, así que se muestra satisfecho de poder volver a contar con la plantilla completa. Además, cuentan con el apoyo del programa CAPA (Capacidad para las Pruebas de Aptitud), que ha sido diseñado por un informático de la Jefatura de Burgos. Es un programa que ha generado mucho debate con las autoescuelas pero que facilita la organización de los exámenes.
«Es un sistema justo, que premia el buen trabajo», explica Galán. En resumen, se encarga de generar un algoritmo para la presentación de alumnos a exámenes prácticos, teniendo en cuenta diferentes criterios, entre ellos, el tamaño de las autoescuelas y los resultados de los alumnos. Así se determina cuántos alumnos puede presentar cada autoescuela por ciclo de exámenes, y se premia a las que los llevan mejor preparados con una mayor cuota.
«El CAPA está muy bien, pero si no tienes examinadores, como ocurre en otras provincias, no sirve». En Burgos, al menos, se ha ido consiguiendo mantener la plantilla «bastante bien». Cuando Raúl Galán llegó a la Jefatura provincial, hace una década, había ocho examinadores. Se han ido jubilando y no se han repuesto, un problema común en la administración. Sin embargo, la falta de examinadores va más allá de una cuestión de reducciones de plantilla.
El examinador «tiene una función muy específica». Hasta ahora ha sido un funcionario que tenía que formarse, siguiendo una formación muy dura y «que no todo el mundo supera». Galán insiste en que es «un oficio complicado», así que no ha habido tantos candidatos como se hubiera querido. Ahora se ha conseguido que el acceso a examinador no sea solo por vía de la promoción interna, sino que salgan plazas por oposición libre, lo que permite entrar a no funcionarios, con la misma preparación.
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