La joven promesa del rugby burgalés debuta con la selección española

Empezó a jugar al rugby con tan solo diez años y hace unos días cumplía uno de sus sueños, debutar con la selección española sub-18 en Valladolid. Detrás de ese logro, mucho esfuerzo. De viajes, entrenamientos, compatibilizando su pasión por este deporte con el éxito en los estudios. El arandino Juan Calvo Escribano ha cosechado un hito para el rugby burgalés. En su estreno con el combinado nacional disputó cerca de 40 minutos frente a la selección de Estados Unidos, dejando muy buenas sensaciones en el campo. Una presencia que secunda su calidad como jugador y le augura un gran futuro en este deporte.

El joven recuerda sus primeros pasos en el rugby con apenas diez años, animado por su padre también aficionado a este deporte. «Empezamos sin entrenador, jugábamos con chicos más mayores e intentábamos aprender... Desde ese momento hasta hoy, ha habido una evolución abismal. Entonces, ni siquiera había campo, ni equipo; ahora sí tenemos instalaciones y un equipo serio con categorías inferiores», detalla, haciendo referencia a la evolución del club Rugby Aranda.

Durante años, Juan compaginó el rugby con el balonmano, hasta que hace dos años deshojó finalmente la margarita, apostando por cursar el primer curso de Bachillerato en Irlanda, un país con gran tradición en ese deporte. «Fue un condicionante a la hora de elegir Irlanda, quería ir a estudiar fuera y tenía varias opciones, el deporte me llevó a elegir ese destino. Los objetivos eran aprender inglés y reforzarme en el rugby. Allí empecé a jugar más en serio, gané mucho nivel, aprendí mucho y ya pude entrar en el ciclo que estoy ahora mismo», desvela.

Tras su vuelta a España, empezó a jugar con el equipo de Burgos y de allí pasó a acompañar a la selección regional. «Había unas jornadas de puertas abiertas para Castilla y León, fuimos, dijeron que me querían para el equipo. He estado jugando todos los partidos del combinado de quince». Un papel en la selección regional que ha combinado con su juego en el equipo burgalés, con varios viajes semanales para entrenar y a jugar los partidos. La situación ha supuesto un esfuerzo añadido por los 80 kilómetros que separan Burgos y Aranda.

«Tengo que agradecer el apoyo de mis padres, ya que hay que ir a Burgos tres veces por semana. Me han llevado, también a la selección de Castilla y León. Ha sido intenso porque lo he compatibilizado con los estudios, pero estoy muy contento».

Tras aprobar segundo de bachillerato y la EBAU, llegó el sueño ansiado desde pequeño: entrar a formar parte de la selección española. Tuvo «muy buenas sensaciones» en su concentración con el equipo nacional donde «me transmitieron que estaba muy bien tanto físicamente como en el juego individual, quizás tenía que trabajar más en el colectivo, un aspecto que estoy trabajando para complementar».

Para Juan la palabra rugby significa «sacrificio, compañerismo, valores y respeto». Afirma que ese deporte es «algo que me ha llenado desde que era pequeño, es el complemento perfecto en mi vida». Esa afición la lleva más allá de su papel como jugador, ya que estas semanas actúa como monitor en un campus organizado por el club arandino en el que acerca a los niños la pasión por este deporte.

De cara al futuro, el jugador lo tiene claro, dará prioridad a los estudios compatibilizándolos con la práctica de su deporte. En el plano educativo se le abre un doble grado de Ingeniería Agrónoma y Enología, probablemente en la Universidad de La Rioja. «Desde hace varias generaciones mi familia ha estado vinculada a la agricultura, la viticultura y la ganadería. Si hay algo que me gusta es el trabajo en el campo, es algo que tiene mucho futuro, no me veo en una oficina». A partir de septiembre tendrá que compatibilizar estas dos vertientes, los libros y el balón.

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