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La Ribera del Duero adelantará la vendimia a causa del calor extremo registrado este verano. Las altas temperaturas han acelerado la maduración del fruto aunque, lejos de lo que pueda parecer, las olas de calor vividas han ralentizado un poco ese proceso ya que la ... planta, para protegerse, cierra su ciclo vegetativo dejando de hacer la fotosíntesis.
Aunque la vid es una planta que soporta bien las temperaturas extremas, lo que más preocupa en el campo es la sequía. Hay cierto temor a que se prolongue aún más en el tiempo y que pueda mermar de forma importante la cosecha en kilos de uva recogidos y disparar los valores como el grado y el azúcar.
Pese al episodio de fuertes granizadas que vivió la Ribera del Duero a principios del mes de julio, estas afectaron de forma desigual al viñedo. Fueron apenas treinta minutos de precipitaciones que, en puntos concretos, como en Gumiel de Izán o Milagros, dejaron más de 50 litros. La tormenta no dejó daños «catastróficos» para la zona de calidad en su conjunto, ya que posee más de 25.000 hectáreas de viñedos de calidad, pero a algunos productores les dañó prácticamente toda la cosecha.
Ahora el sector apela de forma generalizada a la necesidad de que lleguen las precipitaciones. Esa lluvia tan anhelada que la viña sabe absorber rápidamente, logrando recuperarse de forma inmediata y que su grano empiece a engordar, ganando peso y equilibrando sus valores. De momento, el fruto está enverando, ese cambio de color en las uvas que marca el inicio de su maduración.
«Ha hecho un calor extremo, se han batido todos los récords que teníamos en el Consejo. El día más caluroso hemos vivido 41,4 grados a la sombra en Aranda (Burgos). Incluso tres días seguidos por encima de los 40. Cosa que no había sucedido nunca desde que tenemos registros», explica el jefe del Servicio de Experimentación del Consejo Regulador de Ribera del Duero, Alberto Tobes.
Al respecto, añade que, con esas temperaturas por encima de los normal, la planta «para su ciclo vegetativo, frena su metabolismo y deja de hacer fotosíntesis. En las horas de tanto calor, el viñedo está parado, se cierra y es su manera de mantener el agua y no estresarse más».
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N.M.J / ICAL
Por ello, en esas jornadas de récord en la subida del mercurio se ha ralentizado una maduración que venía muy adelantada. «Va ahora un poco más despacio, jugamos con que tenemos un plazo de adelanto, que llevamos ganados en días», confirma. En cualquier caso, el ciclo sigue más acelerado que en un año «normal», en concreto «una semana».
Más que el calor, a los viticultores y técnicos de Ribera del Duero lo que les preocupa es la sequía, en especial en las viñas muy jóvenes. «A priori, los viñedos que han pasado diez años de vida, si están bien plantados, sobre un suelo profundo, en un terreno bien establecido, no tienen por qué tener problemas». En cualquier caso, desvela que sí se está notando ya el denominado estrés hídrico, falta de agua en la planta. «Se ve claramente en las hojas, las ves que están un poco más lacias y menos tersas, eso es que le falta agua».
Si la situación de sequía se prolonga hasta la campaña de vendimia, produciría un menor tamaño en la uva y una disminución de kilos de cosecha. A pesar de que en Ribera del Duero es habitual que entre mayo y julio el registro de precipitaciones sea muy bajo, en esta campaña se han contabilizado unos registros de 10 litros, «cosa que está muy por debajo de lo habitual, y veníamos de un invierno que no ha sido húmedo». Lo ideal sería que las precipitaciones llegaran a mediados de agosto y principios de septiembre para beneficio de la cosecha.
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