El enfado y la indignación siguen presentes en las calles de Aranda, aunque la actividad y el tránsito van ganando enteros. Se palpan sin tener que escarbar demasiado entre vecinos y empresarios. 14 días de aislamiento. Dos semanas de un daño que consideran irreparable para ... el tejido económico, muy tocado tras el estado de alarma y que ahora se ve en clara desventaja con el resto de las ciudades. El sector servicios da prácticamente por perdido el mes de agosto, siempre protagonizado por turistas y vecinos de segunda residencia en la comarca. La ciudad vuelve a poner el reloj a cero para reconquistar el potencial perdido.
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Este viernes, Aranda se levantaba ya en libertad. Durante la jornada, por las calles, bastante más ambiente respecto a días anteriores y una mayor presencia de clientes en terrazas y comercios. Quizás también más alegría, incluso más ruido, pero todavía la fotografía de la ciudad se observa muy lejana a lo que es una tradicional antesala de un fin de semana de agosto en la capital de la Ribera del Duero. Cualquier conversación, como sucede desde hace dos semanas, alude al aislamiento, a la «decisión injusta» y a la sensación de «indefensión» y «desamparo». Es una idea unánime en la sociedad arandina, se convierte en misión imposible encontrar una voz discordante.
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En la primera jornada de vuelta a la normalidad, a una segunda nueva normalidad, se ha notado un mayor goteo de personas procedentes de los pueblos de la comarca, algún turista madrugador y también las compras de última hora de aquellos que tras posponer sus vacaciones, se sentían libres para emprender un nuevo vuelo alejado. «Tuve que suspender mis vacaciones y ahora aprovecharé para irme unos días, antes de que pueda llegar otra solución contundente», cuenta Antonio, mientras última unos recados en la farmacia de la plaza Mayor. Incluso la música ha inundado de nuevo la plaza del Trigo para deleite de los curiosos con la grabación de un vídeo clip del artista Guitarricadelafuente, que ofrecerá por la noche un concierto en el festival Viva la Vida.
Los establecimientos que cerraron sus puertas por el confinamiento ya han vuelto a levantar de nuevo las persianas. «Estamos empezando a rodar, ha sido un golpe muy duro, pero seguiremos luchando», indica Rafa Miquel, propietario del Asador Casa Florencio. El aislamiento le llevó a clausurar su local, el pasado 7 de agosto, con un cartel con un claro mensaje para la Junta. «Cerramos porque las autoridades nos han quitado a nuestros clientes». En este sentido, apela a la necesidad de que llegue un plan de ayudas específicas y de imagen por parte de la Administración, aludiendo a que, de momento, los empresarios tienen abierta esta línea del dialogo, pero «nos guardamos las posibilidad también de emprender las medidas que consideramos necesarias para defender nuestros derechos en otros ámbitos», insiste.
El tejido económico no ha tardado en actuar y a, media noche, coincidiendo con la entrada de la libertad, movió ficha apelando a la fuerza y al terruño. «Comienza la reconquista», es el lema elegido por las asociaciones de empresarios de Aranda y la Ribera para afrontar el reto de recuperar el terreno perdido con las medidas de confinamiento.
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«Jamás permitas que te digan que no puedes lograrlo, juntos, con un objetivo común. Fuerza Aranda», es el mensaje que lanza la campaña. «Tenemos obligación de defender lo que es nuestro, más aún después de una decisión que no entendemos ni han sabido explicarnos. Mandamos los mensajes de coraje, fuerza, valentía, entusiasmo, esfuerzo, unidad, para juntos salir adelante. También de agradecimiento a todos los que han estado ahí durante esos 14 días», explica la presidenta de la Asociación de Comerciantes, Susana de las Heras.
En cualquier caso, el desconfinamiento llega a la ciudad acompañado de las nuevas medidas restrictivas aprobadas por la Junta y también con la incertidumbre de cómo evolucionaran los datos epidemiológicos.
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