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El conde Diego Porcelos, el fundador de la ciudad de Burgos, eligió el monasterio de San Félix de Oca para ser enterrado y reposar durante toda la eternidad. Al menos, la leyenda así lo cuenta. Eso sí, el edificio que conoció en el siglo IX poco tiene que ver con el actual, ya que ahora solo sobrevive un pequeño ábside de la iglesia.
El monumento, que está ubicado en la localidad de Villafranca Montes de Oca, es punto de paso de los peregrinos que recorren el Camino de Santiago, pero, con casi toda seguridad, no será el lugar más fotografiado de la ruta jacobea. De hecho, los turistas tienen mejores opciones en el mismo pueblo para sacar una bonita instantánea, como la iglesia románica dedicada a Santiago El Mayor, la ermita de Nuestra Señora de Oca o el hospital de San Antonio Abad, que a día de hoy se utiliza como albergue de los romeros que caminan hacia la plaza del Obradoiro de la capital gallega.
Las primeras referencias del complejo monacal datan del 863, cuando Porcelos y el abad Severo lo engrandecieron. Posteriormente, en la décima centuria pasó a formar parte del patrimonio del monasterio riojano de San Millán de la Cogolla. En este caso, el paso del tiempo no sentó bien al edificio, que en la parte final de la Edad Moderna era considerado, según el Padre Flórez (referencia que toma Hispania Nostra), únicamente como la iglesia.
El monumento está protegido por el Estado desde 1931, cuando se incluyó en el famoso -al menos para los amantes del patrimonio y el arte- decreto que declaraba monumentos histórico-artísticos pertenecientes al tesoro nacional a más de 700 bienes. Por aquel entonces, San Félix de Oca no estaba en óptimas condiciones, puesto que la Gaceta de Madrid -el nombre anterior del Boletín Oficial del Estado- ya lo citó como ruinas de San Félix.
Actualmente aguanta, en mal estado, el ábside de la iglesia, que presenta en planta un trazado rectangular. «Es pequeño. Se puede ver desde fuera porque la puerta es de rejas», explica el alcalde de Villafranca Montes de Oca, Nicolás Solórzano, que reconoce que deberían tener el monumento mejor cuidado. Lo dice en primera persona porque el edificio es municipal y sabe que el Ayuntamiento es el responsable del bien.
Solórzano comenta que han solicitado ayuda a Cultura para cuidar los restos del edificio, ya que el presupuesto del Consistorio es el que es y, como en el resto de municipios de España, las necesidades son muchas. Relacionadas con el patrimonio, el alcalde recuerda que han invertido dinero en adecuar y restaurar diversas zonas del pueblo que en algunos casos no eran de su competencia para dar una mejor imagen a los turistas y peregrinos que se acercan a este punto de la provincia de Burgos.
Recientemente, un arquitecto de la Junta de Castilla y León se acercó a visitar San Félix de Oca, que, pese a los pocos cuidados que ha recibido durante siglos, entró en la Lista Roja de Hispania Nostra el 14 de mayo de 2018. En la localidad prefieren esperar y no sacar aún conclusiones por esta visita, aunque el alcalde asegura que si llega el arreglo, este deberá estar apoyado por otras instituciones.
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