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Casi un año después de su despedida, Ebrovisión aterrizó de nuevo en Miranda de Ebro en la tarde de este jueves, 22 de agosto. Tras varias fiestas de presentación acontecidas en diferentes ciudades del país, llegaba el turno del preámbulo festivalero «en la ciudad que lo acoge año tras año».
Así lo explicaban desde la Asociación de Amigos de Rafael Izquierdo que, organizadora del festival, no dudó a la hora de anticipar la cita con la música prevista entre el 5 y el 8 de septiembre de la mano de 'Toldos Verdes'.
La joven banda madrileña, que de acuerdo con la organización «está recogiendo muy buenas críticas con su primer trabajo», se sorprendía con el frescor de una tarde norteña al tiempo que hacía entrar en calor a las decenas de «ebrovisivos» que no quisieron perderse la temprana presentación de la XXII edición del festival mirandés.
Pese a que el inicio del concierto se demoró más de media hora, hasta pasadas las 21:00 horas, el público aguardó paciente aprovechando la coyuntura y el buen ambiente que brinda un jueves cualquiera de pintxopote. Y es que, citados en el restaurante y bar Bocca a las 20:30 horas, los seguidores más fieles poco a poco fueron abarrotando la sala trasera del local hasta prácticamente completar el aforo.
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«Somos seguidores de Ebrovisión desde hace más de diez años y, aunque no conocíamos a Toldos Verdes, no hemos querido perdernos su actuación porque la verdad es que este festival siempre sorprende para bien», puntualizaba Ruth, abiertamente «ebrovisiva», a la espera del primer acorde de los madrileños.
Lapsus inicial al margen, pues los de Madrid confundieron la localidad mirandesa con la vecina Aranda, lo cierto es que la banda fue metiéndose al público en el bolsillo hasta lograr el objetivo que anticipaban al inicio de su concierto: «bailar y pasarlo bien».
La diversión estaba asegurada, pues al término de su actuación, tal y como adelantaba la organización del evento, cerraría la fiesta el Sindicado de Becarios DJs, el joven colectivo musical de pinchadiscos mirandeses que prometía «hacer bailar y calentar el ambiente para que Ebrovisión se sienta cada vez más cerca». Y así se sintió, muy cerca.
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