Con la llegada de la última oleada feminista, cada vez son más las instituciones y organismos que se suman a la conmemoración de la efeméride del 8 de marzo: Día Internacional de la Mujer. Sin embargo, cinco años después de que el feminismo estallara en ... un movimiento que en 2018 sorprendió al mundo por su unidad, los matices han acaparado protagonismo propiciando la división en detrimento de la esencia reivindicativa: la igualdad 'sine qua non' entre mujeres y hombres.
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A lo largo de este lustro, la fragmentación también se habría trasladado al ámbito municipal de Miranda de Ebro que, no obstante, trata de reunificarse con la salud renovada tras la pandemia del coronavirus. Así, desde prácticamente primera hora de la mañana el feminismo ha tenido la ocasión de acaparar las calles de la ciudad del Ebro en su lucha por la igualdad, la participación y el empoderamiento de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad.
Convocadas a las 11:30 horas frente a la delegación mirandesa de la Junta de Castilla y León, decenas de personas han acudido a la llamada de la concentración convocada por UGT y CCOO con motivo de la efeméride. Bajo el lema 'Por la mujer trabajadora y los derechos laborales', Cristina Martínez de Salinas y Marisol Fontecha han expresado su fervoroso deseo de alcanzar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres también en el entorno laboral.
Y es que todavía hoy la brecha salarial es una lacra que amenaza una sociedad que aspira a ser igualitaria, pues en la praxis aún son las mujeres quienes renuncian a sus carreras profesionales en pro de la conciliación. Es por eso por lo que las sindicalistas no han dudado a la hora de clamar por una «conciliación corresponsable» para que «ojalá haya un día en el que no haya una desigualdad y no tengamos que salir a la calle».
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Ruth Rodero Aythami Pérez Miguel
Una hora después, a las 12:30 horas, la cita con el feminismo se trasladaba a la Plaza de España donde la concejala de Igualdad, Begoña González, procedería a la lectura de el Manifiesto institucional. El día se tornaba triste. Llovía. Quizá la meteorología deseaba acompañar el minuto de silencio en memoria de las víctimas de la violencia machista que ha precedido la lectura de una proclama enfocada en el lema común a nivel internacional: 'Por un mundo digital inclusivo'.
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Respaldada por representantes del equipo de Gobierno, sindicalistas y una multitud morada —mayoritariamente femenina—, la edila reconocía los avances de una sociedad que, día a día, se esfuerza para ser más justa. Sin embargo, dado que «persisten las desigualdades, la discriminación y la violencia contra las mujeres, no podemos ser neutrales», aseveraba.
Precisamente en este punto, todos, todas, han estado de acuerdo. No se puede ser neutral frente a la desigualdad por razón de género, independientemente de la procedencia de la mujer discriminada. Es por eso, por lo que, al término de la lectura, todas las personas congregadas han aplaudido las palabras de González que recordaba que, poco después de la proclama, a las 13:30 horas, la plaza de La Estación acogería la inauguración de una placa en homenaje a las escabulleras. Se pretendía así rendir homenaje a aquellas mujeres que tras la Guerra Civil hubieron de trabajar recogiendo los restos de carbón de las maquinas de tren para el sustento de familias completamente desestructuradas por la represión. «Aquí en Miranda fueron muy famosas a pesar de que muchas veces trabajaban a escondidas para no ser señaladas», destacaba la edil.
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Pausa para comer y más reivindicaciones. Por la tarde, con la meteorología más estable, las calles de Miranda han acogido una manifestación cuyo inicio coincidía, aproximadamente, con la iluminación de la fachada del edificio consistorial en color morado. Y es que el morado que ha dominado la vestimenta colectiva a lo largo de la jornada constituye el color por excelencia del feminismo porque «el 8M es también el símbolo de una historia de siglos en lucha», tal y como proclamaban desde la asociación 'Mujeres en la Calle'.
Una historia que el 8 de marzo de 1908 fue testigo de cómo un grupo de obreras de la neoyorquina fábrica textil Cotton fueron quemadas por el dueño por reivindicar la mejora de sus derechos. Cuentan que las telas que fabricaban eran de color violeta y que el humo que ocasionó el incendio adquirió tintes púrpuras, motivo por el que desde entonces el morado se convirtió en un símbolo de la lucha de la mujer por sus derechos.
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Más de un siglo ha transcurrido desde aquello, pero la violencia ejercida contra las mujeres aún no ha sido erradicada; tampoco en Miranda. Bien conocidos son algunos de los casos más sangrantes acaecidos en la ciudad: la desaparición de Marisa Villaquirán por la que Rafel Gabarri cumple condena como responsable de su detención ilegal, el asesinato de Ana Belén Jiménez a manos de quien fuera su pareja, o la violación de una menor de quince años en las pasadas Fiestas de Septiembre constituyen un claro ejemplo de esta lacra que acompaña a la sociedad desde hace siglos. Un grave problema que, de nuevo en 2023, ha obligado a las mirandesas a clamar en las calles por la igualdad.
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