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Agustín Herrero en la vista celebrada en Burgos por las agresiones a dos mujeres en Miranda. AYTHAMI PÉREZ
El agresor del martillo de Miranda niega los dos ataques: «Tengo la conciencia tranquila»
Sucesos en Burgos

El agresor del martillo de Miranda niega los dos ataques: «Tengo la conciencia tranquila»

La ubicación de su móvil y algunas imágenes lo sitúan en el lugar y a las horas en que dos mujeres fueron agredidas, al azar, hace cinco años con un objeto en Miranda. En la misma zona apareció el cadáver de su mujer. Se le acusa de hurdir un plan para desviar la atención del asesinato de su mujer

Martes, 27 de septiembre 2022

Agustín Herrero, quien ya cumple condena por asesinar a su mujer en Turiso (Álava) y después abandonar su cuerpo en su coche en Miranda, ha vuelto a someterse a un juicio. En este caso en Burgos y como acusado por dos delitos de asesinato en ... grado de tentativa.

Justo en el día de celebración de esta vista, 27 de septiembre, se cumplen cinco años de la primera de las agresiones por las que hoy se le ha juzgado. El acusado ha negado tener algo que ver con estas dos agresiones sufridas por dos mujeres en Miranda de Ebro los días 27 de septiembre y 3 de octubre de 2017. Las dos fueron golpeadas con un objeto contundente en la cabeza, atacadas por detrás y los hechos ocurrieron en la misma zona de Miranda.

El acusado ha negado tener algo que ver con estas dos agresiones. Solo ha respondido a las preguntas del fiscal para asegurar que viajaba a Miranda a menudo por trabajo y que no recordaba por qué estaba allí esos días. Es más, las últimas palabras del acusado han sido claras: «no tengo nada que ver con el caso», para añadir: «tengo la conciencia tranquila».

Hace cinco años la primera de las víctimas fue golpeada de forma súbita y por detrás a las 22.25 horas en Miranda cuando regresaba a su casa. Quedó tirada en el suelo y, como ella misma ha relatado en el juicio, lo siguiente que recuerda es despertarse en el hospital.

Seis días después los hechos volvían a repetirse de forma similar. La víctima fue otra mujer que se encontraba sentada en un banco en la misma zona de Miranda donde la anterior había sido atacada. «Todo ocurrió en un radio de acción de unos 50 o 60 metros», ha relatado uno de los agentes de Policía que llevó el caso. La mujer fue golpeada con un objeto contundente en la cabeza y lo siguiente que recuerda es que alguien le estaba preguntado qué había pasado porque tenía mucha sangre.

Agustín Herrero en un momento del juicio. AYTHAMI PÉREZ

Agresiones como distracción

Agustín Herrero ya ha sido condenado a 21 años de prisión por el asesinato de su mujer. Y es precisamente para intentar desviar la atención sobre este delito por lo que la Fiscalía asegura que atacó a estas dos mujeres en Miranda. «Pensó que si antes se registraban varios ataques a mujeres que mostraran golpes en la cabeza y si se producían en la misma zona en la que iba a dejar el cuerpo sin vida de su esposa, esto haría que el asesinato de su esposa no se le atribuyera a él». Las conclusiones del fiscal son claras: «para encubrir el asesinato intentó cometer otros dos».

Su mujer también presentaba lesiones similares en la cabeza, pero, como afirma el forense, en este caso había muchas contusiones más. Y el cuerpo de su mujer también apareció en la misma zona de Miranda en la que se produjeron estas agresiones.

Después de asesinar a su mujer en Turiso, localidad a unos 20 minutos de Miranda, condujo hasta la ciudad burgalesa, dejó el cuerpo de su mujer en la parte trasera del coche, con la parte superior dentro y la inferior fuera y lo ubicó en la misma zona donde estas dos mujeres habían sufrido los ataques. Este mismo agente de Policía ha llegado a afirmar en el juicio que su mujer «estaba muerta en vida».

Agustín Herrero solo ha contestado a las preguntas del fiscal. Lo ha hecho para afirmar que no recordaba bien por qué fue a Miranda los dos días que estas mujeres fueron agredidas, ya que la ubicación de su móvil y algunas imágenes de cámaras lo sitúan en la zona de los hechos. Ha defendido su presencia en la zona porque acudía mucho a Miranda por motivos de trabajo y porque su mujer trabajaba allí. «Estaría en la zona», «supongo que estoy en la zona», son algunas de sus respuestas, pero niega haber golpeado a estas mujeres y no recuerda el motivo por el que estaba allí.

Las víctimas

Las dos mujeres agredidas han declarado en el juicio para relatar lo que vivieron y cómo está siendo el proceso de recuperación, ya que en ambas las secuelas siguen presentes. No han podido aportar información sobre quién las agredió porque como ellas han mencionado, y como confirma el forense, fueron atacadas por la espalda.

La primera de las mujeres fue atacada un 27 de septiembre de 2017 sobre las 22.25 horas. Esta no se percató de la presencia del atacante y recibió un fuerte golpe a la altura del parietal izquierdo con un martillo u objeto similar. «No había nadie en la calle, por eso pienso que el agresor estaba escondido en la entrada del garaje», ha explicado. El forense ha asegurado que con este golpe «el riesgo de muerte existe» y, al no haber lesiones defensivas en las manos, se induce que fue atacada por detrás.

Ella misma confirmaba las secuelas que sigue sufriendo. Tras rechazar la primera placa de titanio que le pusieron en el cráneo ha tenido que volver a ser intervenida para colocarle una de metacrilato. Necesita salir a la calle acompañada, siente rigidez en el pie derecho y destellos en el ojo derecho. No ha vuelto a conducir. Al principio de la recuperación necesitó ayuda constante para hacer su vida, no podía escribir, le costaba elaborar las frases e, incluso, sufrió ataques epilépticos.

La segunda de las víctimas fue atacada el 3 de octubre, en la misma zona de Miranda donde se había producido la primera agresión unos días antes. Estaba sentada en un banco y el agresor también se situó por detrás. El forense asegura que las lesiones son similares a las de la anterior víctima y que «podrían haber sido mortales». Es más, ha reconocido que «hubo suerte». El forense se ha basado en su experiencia para explicar que no se puede saber qué fuerza hay que hacer exactamente en el golpe para que este sea mortal. En ambos casos hubo solo un golpe que es compatible con el de un martillo, maza u objeto similar.

Esta mujer también ha relatado que tampoco vio quién le atacaba y que, como en el anterior caso, la zona estaba poco concurrida. Actualmente necesita muletas para andar, en los tramos más largos precisa de andador y tiene poca estabilidad, sigue bajo tratamiento psicológico, no sale a la calle si no es acompañada y sufre falta de concentración. «Antes hacía una vida con mucho movimiento, trabajaba en ayuda a domicilio, me movía en moto y ahora tengo la incapacidad total», ha explicado.

Ubicación y cámaras

Cuando se encontró el cuerpo sin vida de la mujer de Agustín Herrero en su coche y en Miranda no conocían las dos agresiones anteriores. Ha reconocido uno de los agentes que, de haberlo sabido, «se habría abierto una nueva línea de investigación, pero sin descartar a esta persona (en referencia al acusado)».

Cuando se cruzan las informaciones y se investiga al ahora acusado, la ubicación de su móvil que tenía activada le sitúa en la zona los días de las agresiones (el 27 de septiembre y el 3 de octubre) y también en las mismas horas. «Ubicamos a esa persona en tiempo y lugar en ambos escenarios», asegura el agente. Igualmente, las cámaras de los pocos negocios que cuentan con ella en la zona también le captan, aunque no se aprecia claramente que es este hombre, el agente asegura: «con seguridad es el acusado». Lo afirma por la forma de caminar y los gestos.

Por la geolocalización que ofrece el teléfono y las horas, la Fiscalía y los agentes piensan que en ambas agresiones el acusado deambuló por la zona para encontrar una víctima al azar en el momento oportuno.

El cuerpo de su mujer en el mismo lugar

Agustín Herrero no ha sabido explicar por qué, tras asesinar a su mujer, hecho que él mismo confesó, trasladó el cuerpo hasta Miranda y lo dejó en la misma zona donde se habían producido estas dos agresiones. Ha asegurado que, en ese momento, «la cabeza no me funcionaba bien».

Las penas

La Fiscalía pide 16 años de prisión por cada una de las agresiones. También pide 30.000 euros de indemnización para una de las víctimas y 43.000 para la otra.

La acusación popular la ejerce la Asociación Clara Campoamor y eleva la pena a los 40 años de cárcel, 20 por cada víctima, al aplicarse el agravante de violencia de género, «comete los actos contra mujeres por el hecho de ser mujeres. Así las selecciona y las escoge porque son mujeres», ha señalado el abogado. Reclama también 10 años de libertad vigilada y otros 30 años de prohibición de acercarse a Miranda de Ebro.

La defensa pide la absolución

La defensa del acusado ha pedido una condena absolutoria al entender que toda la exposición se hacía en base a indicios. Ha explicado que el acusado no puede acreditar su coartada ni recuerda por qué estaba allí los días y a las horas de las agresiones porque iba habitualmente a Miranda, no era algo excepcional. Ha añadido que, en base a ese argumento, muchas otras personas podían estar en el lugar de los hechos los dos días.

La Policía encontró una gorra similar a la que captaron las cámaras en una de las agresiones con un martillo dentro en la vivienda de Turiso, donde asesinó a su mujer. Pero el abogado defensor se basa en que no se ha encontrado ADN ni restos de sangre de las víctimas en la ropa de Agustín Herrero.

También asegura que los hechos son diferentes. En el asesinato de su mujer había más golpes, en estos dos casos solo hubo un martillazo. En cambio, la acusación particular ve claro que el modo de operar es el mismo, «hay extremos que se cumplen». Por último, estima la defensa que los hechos son más compatibles con delitos de lesiones. «No he encontrado en la jurisprudencia ningún caso de asesinato con martillo por un solo golpe».

La última palabra del juicio ha vuelto a ser para Agustín Herrero, quien ha repetido que no tiene nada que ver con estos casos y ha zanjado con esa frase: «tengo la conciencia tranquila».

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