Un autobús varado en plena naturaleza. Un vehículo desde el que conocer infinidad de historias y vidas a través de los más de 2.000 libros que alberga. El Bibliotejo es un bus habilitado como biblioteca en un pequeño pueblo de Burgos, Gallejones de Zamanzas.
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A través de esta iniciativa, Emilia Curiel y Luis Markina acercan la lectura a los escasos habitantes de Las Merindades desde 2017. Una población reducida, pero amante de los libros con 480 préstamos a lo largo de los últimos seis años. «Para una región tan despoblada como Merindades es bastante», celebra Markina.
La particularidad de esta biblioteca-autobús es que es fija. Al final, la Diputación de Burgos ya dispone de bibliobús itinerante con más de 39.600 préstamos anuales en la provincia.
La vida del Bibliotejo comenzó con la decisión de mudarse de Burgos a Gallejones, pueblo natal de Curiel, al jubilarse. «Teníamos muchísimos libros, no cabían en casa. Pensamos en ponerlos en un contenedor, pero siempre habíamos sido de prestar libros y un amigo nos cedió un autobús».
Acondicionaron el vehículo con estanterías, así como una placa solar y una bicicleta para generar electricidad. «Así, el Bibliotejo tiene luz por la noche». También recibieron ayuda para pintarlo. «Hemos tenido pequeñas colaboraciones muy importantes para ponerlo en funcionamiento», agradece Markina.
Luis Markina
El atractivo del Bibliotejo empezó a llamar la atención a algún que otro turista. «Tampoco queremos que sea una atracción turística. Al principio venía bastante gente, hacían una foto y se iban. Ni tan siquiera entraban a ver los libros, que es lo más importante».
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Sin embargo, al final ha evolucionado a lo que querían desde el comienzo, a una biblioteca estable para el disfrute de los vecinos de Las Merindades. Principalmente, porque no tienen a mano servicios básicos y, menos aún, bibliotecas. «Si te quedas sin leche, lo más cercano es Pesquera a 10 kilómetros».
Por consiguiente, tiene una gran acogida. La mayoría de lectores proviene de Cortiguera, Quintanilla de Santa Gadea y Ailanes. En el propio Gallejones «están encantados». También hay usuarios fijos en Arija, Villanueva-Rampalay y Pesquera de Ebro.
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La despoblación en estas zonas rurales despierta la curiosidad de sus habitantes. De hecho, «La España Vacía» de Sergio del Molino es el libro más prestado en el Bibliotejo. «Somos ocho personas viviendo todo el año» en Gallejones, recuerda Markina.
Los lectores habituales llaman por teléfono para coger libros y las devoluciones se realizan a través de un buzón al lado del bibliobús. «Tenemos todos los géneros: novela, ensayo, teatro, poesía, guía de turismo, mapas, revistas…». También cuentan con revistas caducadas cedidas por las bibliotecas de Burgos y con las novedades que obtienen prestadas de las mismas.
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La cercanía dota a este espacio de alguna ventaja, como que no hay límite de libros y el plazo de devolución sea de tres meses frente a las semanas en las bibliotecas al uso. Sin embargo, este sistema entraña sus riesgos. Si bien sucede de forma minoritaria, hay gente que no devuelve los ejemplares. «Hay libros que no han vuelto y que no van a volver».
Además de prestar libros, Markina y Curiel organizan pequeñas presentaciones de libros y conciertos gratis o con un precio simbólico. «Hemos hecho talleres de títeres y de flores, presentaciones de libros, conciertos dentro y fuera del bus…». Sin duda, este proyecto cultural «dinamiza el valle» y «le lleva a la cultura gratis».
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