Homenaje a la memoria y al esfuerzo de las mujeres con la restauración de un lavadero burgalés

Quintanarraya es un pequeño pueblo de la provincia de Burgos, pedanía de Huerta de Rey. Las pequeñas localidades guardan grandes historias, guardan el legado de la memoria y este pueblo burgalés se ha esforzado para no perder una parte de ella. Así, con esa intención, se ha restaurado el lavadero, como un homenaje a la memoria y al esfuerzo de las mujeres de generaciones pasadas.

Recientemente se ha completado la restauración del lavadero del pueblo, una construcción de los años 50 y 60 que, como en muchos otros pueblos, había caído en el olvido. Con ello, con su pérdida, «se pierde no solo una construcción tradicional rural, sino todas aquellas historias contadas y refranes del pueblo que esas paredes escucharon y mantienen en secreto», comenta Luis Alonso, alcalde de Quintanarraya.

Con su restauración se quiere devolver a este lugar el valor cultural e histórico que posee y reavivar la memoria de generaciones pasadas a la vez que se enseña a los más jóvenes el significado de estos lugares. «Para los más jóvenes es un edificio que no significa nada y, quizás, carente de sentido en un primer momento. Para las generaciones más maduras es un lugar que les evoca recuerdos de la juventud, momentos de encuentro con la pandilla y, por qué no, de encuentros furtivos», añade Alonso.

Para las personas más mayores los recuerdos serán más profundos, son recuerdos de tiempos lejanos en los que llevaban las ropas y paños al río, dejándose la espalda y los riñones para lavar pacientemente con sus manos las prendas de la familia y de la casa, puede que cansadas ya después de una jornada en el campo.

Las obras, que han incluido la reparación del tejado y paredes, el reemplazo de ventanas tapiadas y la reapertura del ojo de buey, han devuelto al lavadero su aspecto original. Pero la intervención no se ha quedado solo en lo estructural. Se ha completado con un mural en una de las paredes del edificio, obra de la artista Susana Velasco Martínez.

El mural es mucho más que una obra de arte; es un tributo a las mujeres de aquellas generaciones que hicieron del lavadero un punto de encuentro y esfuerzo colectivo. El objetivo de esta restauración no es solo preservar un patrimonio arquitectónico, sino también rendir homenaje a las mujeres que, con su trabajo silencioso y constante, contribuyeron al bienestar de sus familias y comunidades. «Este mural busca recordar y valorar el esfuerzo de esas mujeres, cuyo trabajo ha sido históricamente infravalorado, y a la vez, fomentar la igualdad como un pilar fundamental para la convivencia y el respeto en la sociedad actual», se señala desde Quintanarraya.

Así, el lavadero restaurado se convierte en un espacio que no solo guarda historias del pasado, sino que también invita a reflexionar sobre la importancia del reconocimiento y la igualdad en el presente. Es un lugar que vuelve a cobrar vida, no solo como una construcción física, sino como un símbolo de memoria, lucha y comunidad.

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