El encarecimiento de los abonos químicos ha llevado a agricultores hacia los abonos naturales, como el humus de lombriz. VERMIDUERO

Granjas de caracol o de lombriz: la innovación rural busca despegar en Burgos tras la pandemia

La crisis de la covid-19 ha afectado de forma desigual al medio rural burgalés. Una granja de caracoles en Salas de los Infantes intenta retomar el ritmo de 2019, mientras que los fabricantes de humus de lombriz de Roa alcanzan niveles de pedidos satisfactorios

Domingo, 20 de marzo 2022, 09:10

La pandemia de la covid-19 no ha afectado por igual a todos los sectores económicos. Tampoco todos han salido igual, porque en muchos casos no se puede emplear siquiera el verbo salir, algunas empresas siguen intentando superar un bache demasiado profundo.

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El medio rural ... burgalés precisa de ingenio, valentía y ayuda. Antes de la covid-19 algunos se lanzaron a ello. Apostaron por negocios innovadores, que se salían de lo habitual porque confiaban en que la provincia estaba preparada para ello. Y así era, pero la pandemia trastocó sus planes.

Una granja de caracoles en Salas de los Infantes, Helix Demandacol, y una empresa de fabricación de humus de lombriz en Roa de Duero, Vermiduero, son dos ejemplos de que hay gente decidida a apostar por la provincia. Pero ejemplifican la diferencia de ritmos y de repercusión que ha tenido la covid-19.

Mientras que Helix Demandacol busca recuperar el nivel de ventas de 2019, cuando estaban siendo rentables, Vermiduero comenzó a funcionar a pleno rendimiento a finales de 2021 y ahora cuentan con unos niveles de trabajo muy satisfactorios para sus propietarias. Porque, en estos casos, se trata de dos mujeres emprendedoras. Irene Fernández está al frente de Helix Demandacol y Nazareth Aparicio en Vermiduero, junto a Samuel Sanz.

En ambos casos, sus propietarias señalan la burocracia como uno de los principales obstáculos, así como las condiciones y tramitación de las ayudas. Ante la difícil tarea de emprender en el medio rural, se sienten solas, aunque las campañas para animar a ello sean numerosas.

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Instalaciones y producto de Vermiduero. VERMIDUERO

A Vermiduero la pandemia le llegó cuando estaban arrancando. Su idea era entrar al mercado en 2020 y comenzar con la comercialización. «El 2020 fue un año en pausa. Pero aprovechamos para lanzar la web y la tienda online. Por mirar el lado positivo, la pandemia nos ayudó a desarrollar esto», explica Nazareth.

Al final, comenzaron la venta del humus de lombriz en 2021 y fue un año «flojo», pero desde finales de 2021 «estamos cogiendo fuerza y ahora mismo estamos con mucho trabajo», asegura Nazareth. Para la venta de su productos hay dos épocas fuertes, la primavera y el otoño. «A partir del otoño de 2021 cogimos fuerza y no nos va mal. Estamos con mucho trabajo».

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Antes de la pandemia ya era un momento complicado para el campo y la gente no se animaba a comprar productos nuevos. Ahora, con la subida de los precios de los fertilizantes, la gente se interesa por el humus de lombriz. «Hemos tenido que ajustar precios por el tema de los transportes y el embalaje, pero no hemos tenido muchas variaciones. Si el abono químico está más caro que el natural, la gente acaba apostando por lo que es más sano», explica Nazareth.

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La web es un buen escaparate y cada vez se les acerca más gente a probar su producto. Ahora se han lanzado a derivados con una gama líquida, «durante la pandemia también hemos desarrollado productos enriquecidos para adaptarnos».

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Granja, pero de caracoles

Helix Demandacol se constituyó en diciembre de 2015, pero tardaron tres años más hasta empezar con su actividad. «El primer año fue de montaje, pero es que hemos notado una burocracia enorme que no ayuda nada. Simplemente para hacer el pozo tardaron un año en darnos licencia. Para conectarnos a la luz, otro tanto, pagamos en marzo y hasta septiembre no vinieron, con lo que otra temporada perdida».

Y es que eso es lo que nota también Nazareth en Vermiduero, «la burocracia es enorme, dificulta mucho», asegura. Añade otro detalle, las subvenciones, parece que hay muchas pero «las condiciones para acceder a ellas son imposibles. Al final, nos han rechazado en todas las que hemos pedido», lamenta.

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Irene Fernández, de Helix Demandacol sí ha contado con alguna subvención, pero señala eso mismo «la tramitación es una barbaridad, las condiciones para pedir algunas ayudas son inviables».

Instalaciones y producto de Helix Demandacol. AYTHAMI PÉREZ

Duro golpe

La pandemia golpeó a Helix Demandacol cuando mejor estaban. «En 2019 estábamos bien. Estábamos haciendo caviar y elaborábamos todo nosotros, incluido la limpieza y envasado del caracol. Estábamos muy bien, con rentabilidad. De octubre a finales de enero vendimos uno 1.500 kilos. En cambio, de octubre de 2020 a enero de 2021 vencimos unos 130 kilos», explica.

En 2020 estuvieron sin ingresos. Ahora van recuperando, pero la semana pasada tampoco vendieron nada. La covid les golpeó cuando se abrían a Madrid y lo estaban intentando en Valladolid y Vitoria.

El mercado de Helix Demandacol es la hostelería. Los caracoles se consumen en reuniones familiares, de amigos. «Es una comida que precisa elaboración y se asocia a la vida social», explica Irene. Notan que se van recuperando, pero las navidades no han sido buenas, «ni la mitad de lo que solíamos vender. Vendimos más en 2020, pero mucho menos que lo habitual. La cuesta de enero y febrero es difícil, pero estamos en marzo y no repuntamos», lamenta Irene.

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Ampliaron instalaciones, invirtieron en una actividad que funcionaba, pero la covid les ha golpeado y no recuperan. «Seguimos porque es nuestra ilusión, porque tenemos aquí todo invertido», explica.

Intrusismo

Otro problema de la helicicultura es el intrusismo. Esos aficionados a la búsqueda y recogida de caracoles que los venden a un precio más bajo, pero sin garantías sanitarias. «Las tiendas y restaurantes tienen que comprometerse a que los caracoles que venden tienen certificados sanitarios y revisiones de veterinarios. Eso garantiza la seguridad del cliente, lo que no pasa con los recogidos por particulares en el monte y venden estos como si fueran de granjas con certificados falseados», relata Irene. «Entiendo que se quiera ahorrar, pero se está sacrificando la seguridad alimentaria».

Las granjas helicícolas eran un negocio que surgía en la provincia de Burgos antes de la pandemia, varias se repartían por la provincia, pero ahora mismo Helix Demandacol es de las pocas que continúa en activo.

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