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Un grupo de unas veinte mujeres de La Gallega, un pequeño pueblo de Burgos, pasa las tardes de este verano tejiendo ganchillo. El resultado de su trabajo servirá para adornar el pueblo tanto en las fiestas populares de verano, como en la Navidad.
Los corros de mujeres tejiendo o cosiendo juntas pueden parecer cosa del pasado, de hace decenas de años en los pueblos. Esos corros eran refugio y apoyo. Si ellos podían hablar y expresarse en casi cualquier lugar, ellas se refugiaban en sus compañeras y en estas labores conjuntas. Pero el compartir aficiones y proyectos comunes no es nada del pasado, es completamente actual y, además, fortalece la unión de los vecinos.
La Gallega es un pequeño pueblo de la provincia de Burgos, de unos 40 vecinos censados, pero, como es de suponer, en los meses más duros esta población queda muy reducida. Es en el mes de agosto cuando más gente se anima a vivir en el pueblo. Aprovechando esta circunstancia ha surgido una iniciativa, un taller de ganchillo que tiene como objetivo elaborar un árbol de Navidad de varios metros de altura para adornar el pueblo en esas fechas. Pero, además, también tejen mandalas para adornar el edificio del ayuntamiento durante las fiestas y el verano.
Pilar Martínez se encarga de impartir el taller y el Ayuntamiento de La Gallega y la Asociación Cultural Salgüero aportan el material y ceden el local para realizarlo.
Allí, en ese local, mujeres desde los 15 y hasta más de 90 años se unen para hacer ganchillo juntas. Algunas saben más, otras saben menos, pero entre ellas se enseñan y se ayudan. Una unión intergeneracional que se da entre un grupo de unas veinte mujeres. Hay tardes que acuden más, otras que acuden menos.
Iniciativas rurales
Aythami Pérez Miguel
Aythami Pérez Miguel
El objetivo es llegar a elaborar un árbol de Navidad de varios metros, hablan de tres, pero todavía no se aventuran a afirmar cuál será la altura final. El plan es seguir tejiendo hasta conseguirlo, aunque agosto termine, y con las mujeres que sigan implicadas en ello. Cuando se acerque la Navidad, el Ayuntamiento preparará una estructura para colocar el árbol en la plaza Mayor de La Gallega. Así servirá de adorno para esas fechas.
Pero, además, están tejiendo mandalas. Las mandalas son esas representaciones simbólicas espirituales y rituales del cosmos utilizadas en el budismo y el hinduismo. Se han hecho populares de un tiempo a esta parte porque sirven como método relajante al colorearlas. Estas formas también se pueden elaborar con ganchillo y es lo que están haciendo.
Una vez estén listas estas mandalas, servirán para decorar el ayuntamiento durante las fiestas populares y el verano. Coloridas formas colgarán del balcón, por ejemplo.
El ganchillo, también conocido como croché, lleva siglos y siglos practicándose. Es una técnica que, en el caso de este pueblo burgalés, va más allá de elaborar prendas de ropa, para el hogar o para decoración. En este caso, supone la unión de un grupo de mujeres de distintas edades que encuentran un rato para ellas y, además, colaboran en el embellecimiento de su pueblo.
La milenaria práctica de tejer no pasa de moda porque, más allá de un pasatiempo, en la actualidad se sabe que es un aliado para el bienestar emocional y físico. Estos grupos de tejer mejoran las relaciones, el bienestar y la calidad de vida de sus participantes. El ganchillo tiene un potencial terapéutico.
Además, el constante movimiento de las manos activa los neurotransmisores, lo que se traduce en una activación de la mente. El croché es terapia, mejora la conexión cerebral, ayuda a relajarse, reduce la presión arterial, alivia el dolor crónico y mejora la motricidad.
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