Una de las casas devorada por el fuego en Santibáñez del Val conserva un espejo medio roto en la pared de enfrente a su entrada. Por los ventanucos se aprecia. El resto de los enseres de la casa se perdieron; la estructura de madera, ... también. Ese espejo, que ha visto tantos rostros humanos, hace un año vio pasar la muerte. Y la muerte pasó. No se quedó reflejada para siempre. No derritió el baño de plata que hace el milagro del reflejo. Pasó de largo el fuego y la Parca a su lado.
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Ese espejo se ha convertido en una metáfora de lo frágil que es la vida. Y precisamente esa fragilidad se convierte en fuerza cuando la violenta acción natural del fuego, en este caso, no es capaz de derrotarlo. La vida se abre paso de nuevo en el presente para tejer un futuro próspero.
En Santibáñez no falta la originalidad y el detalla. Su alcaldesa, Ana María García, explica que con la madera de las sabinas que han sido irrecuperables se ha encargado a una empresa que la convierta en las «puertas y las ventanas» de las construcciones nuevas tras el fuego. Una vida nueva y original.
El alcalde de Santo Domingo de Silos, Emeterio Martín, mantiene la esperanza de que se va a recuperar la situación. A día de hoy «se están haciendo cosas importante». Se ha procedido a cortar toda la madera quemada; apenas «queda una cuarta parte». Esa madera saldrá a la venta, probablemente para fabricar biomasa o energía verde.
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También se ha empezado a repoblar y sembrar y en Silos y su comarca ha reverdecido el turismo, este verano se han recuperado las reservas en hoteles y restaurantes. Si bien el monasterio benedictino quedó fuera del radio de acción del fuego, «el convento de San Francisco sí corrió grave peligro de incendiarse». Por fortuna, «no ocurrió».
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Lo que sí quedó muy afectado fue el Parque Natural Sabinares del Arlanza. Pero por fortuna, Martín explica que los índices de ocupación hotelera en la zona «son altos». Se muestra optimista, tanto por los negocios como por la recuperación del monte.
Al avanzar por la carretera se ven los árboles quemados. La gente «pregunta al llegar, ¿qué ha pasado?». Porque al llegar por cualquiera de las carreteras de acceso al pueblo «se ven unas calvas llamativas en el Monte Grande».
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Para que exista una verdadera regeneración de los montes y los hábitats afectados por el fuego, el alcalde de Quintanilla del Coco, Domingo Pozo, reclama que se permita «limpieza de los cauces y de los montes, que están llenos de ramas». Y es que el dato que aporta es esclarecedor: «El fuego pasó al pueblo por el cauce del río».
Achaca la situación al «abandono del monte y a la ausencia de ganado que lo puede limpiar». Un año después no han olvidado lo que ha pasado y este fin de semana van a recordar y agradecer a la gente que estuvo trabajando día y noche contra el fuego.
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La Asociación El Robledal es el ente de participación que dinamiza la vida socio cultural de Quintanilla del Coco. Hace unas semanas, sin ir más lejos, tuvieron a La MODA en concierto, con un notable éxito. Además, su directiva y sus socios han preparado para este 22 de julio una jornada lúdica y cultural muy interesante.
La jornada comenzará a las 10:30 horas con el inicio de intervenciones artísticas en los árboles. Posteriormente se llevará a cabo un taller de arte y naturaleza con el título 'Cianotipo', con Raquel Arnáiz. Posteriormente se realizará un juego de campos quemados y una charla medioambiental sobre prevención de incendios.
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A las 13:00 horas se celebrará el homenaje a voluntarios e instituciones y la entrega de premios del concurso de fotografía. Ya por la tarde, y después de comer la caldereta popular, se realizará la primera visita al Museo de Arte al aire libre de Quintanilla del Coco y una cata de vino bajo el árbol de los deseos. A las 18:00 horas llega el tiempo de la música con la actuación de Vanessa Muelas y a las 20:00 horas el concierto de Sioqué.
El pueblo que quedó devastado por el fuego ha iniciado el proceso de recuperación de las 87 inmuebles afectados. «De ellos, once destruidos totalmente». Alguna de ellas ya tienen un proyecto de construcción en marcha. Y otras, ya están reconstruidas. Y buena parte de la 'culpa' de que se hayan vuelto a poner en pie «la tiene la Diputación de Burgos» que ha dado prioridad a estas recuperaciones.
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Y desde el punto urbanístico se está trabajando en la canalización y adoquinado de algunas calles del pueblo para mejorar la calidad de vida de la gente. En el monte de encinas carrascas, «no vale la tala rasa», García asegura que «hay que tener paciencia porque la encina se regenera, no hace falta replantar». Y la madera inservible en el monte se puede convertir en biomasa.
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