Una restauración para el octavo centenario de la muerte de Santo Domingo de Guzmán

En esta provincia burgalesa, como ocurre en la mayoría de España y Europa, el 98 por ciento del arte es religioso, según apunta Félix Alonso. «Es donde había dinero para encargar arte, en la Iglesia. En muchas ocasiones lo encargaban para dar a conocer y mostrar las enseñanzas religiosas, la palabra de Dios. Si la gente no sabía leer, con imágenes se transmitían los sacramentos, la fe, la vida de los santos», explica este restaurador licenciado en Bellas Artes con especialidad en Pintura y Restauración.

Actualmente, el encargado del Servicio de Restauración de la Diputación de Burgos, se encuentra trabajando en la restauración de un cuadro con motivo de la efeméride ya comentada. Se trata de un cuadro extraído del museo de Caleruega. «Los dominicos tienen muchas obras porque tienen muchos conventos por España y por el mundo. Pero no tenemos medio para saber la procedencia de este cuadro en el que estoy trabajando», explica Félix.

La obra se encontraba en un museo de Caleruega. Las razones por las que se ha optado por restaurar esta obra y no otras las explica mejor Félix. «No es un gran cuadro. Los tratamientos de la cara no son perfectos, algunas manos son demasiado grandes, la anatomía de los pies no está bien, la compensación de las partes del cuerpo tampoco es la correcta. No hay calidad verdaderamente, pero eso no quiere decir que no haya motivos para salvarlo», explica.

Alonso encuentra en esta pieza «elementos muy curiosos. Como un texto y las flores que hacen de marco perimetral. Lo que se me hace extraño es el corte de tela. Justo en la mitad hay una costura, uniendo dos partes de tela». Dentro de las obras que se ofrecieron para restaurar, esta es la que mejores características artísticas tiene, «las otras eran muy modernas o telas que habían despegado de bóvedas que para volver a componerlas en cuadros es muy complicado».

El progreso en este cuadro avanza bien, «queda colocarlo en el bastidor, seguir con la limpieza y, cuando acabe con la limpieza, sabré qué es lo que falta. Hay que estucar la costura para que quede a nivel y, cuando reintegre, procuraré que se diferencien las técnicas modernas de las antiguas», puntualiza el restaurador. «Es bueno dedicar entre una cuarta y una tercera parte del trabajo a la estética. Son horas que luego definen mucho el trabajo», desvela.