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La Unidad Canina de Rescate y Salvamento de Arrate, conocida como UCAS de Arrate, es una asociación ubicada en el pueblo burgalés de Cubo de Bureba. Desde 2016 trabajan en un proyecto novedoso basado en un archivo de olores, un banco de olor. UCAS de ... Arrate lleva trabajando más de seis años en la recogida de olores corporales individuales, crear una base de datos con ellos, conservarlos y poder emplearlos en las búsquedas de desaparecidos. La persona que cede su olor cede también la autorización de que UCAS de Arrate acuda a buscarlos en caso de desaparición. Al tener el olor de esa persona, la actuación es inmediata. Y, como se repite constantemente, la actuación en los primeros momentos de una desaparición es fundamental.
Actualmente, la asociación se encuentra visitando pueblos para informar de este proyecto integrado en 'Cada minuto es vida'. En los municipios recogen las muestras de olor y la autorización de las personas. Así, UCAS de Arrate ha superado las 900 muestras recogidas. Entre todas las personas que componen el banco de muestras las hay de todas las edades y múltiples localidades.
UCAS de Arrate lleva en el pueblo burgalés de Cubo de Bureba desde 2015, pero ya habían estado en la provincia, concretamente en Miranda de Ebro. La asociación se fundó en 2011 y son unos ocho voluntarios con 10 perros. Aunque operativos solo hay un can, el resto están en formación para incorporarse en breves.
Estos perros pertenecen a la asociación. «La preparación de un perro de rastreo lleva toda la vida, pero eso entrenamos todos los fines de semana. Un perro y un guía», explica Valeriano de la Calle, responsable de UCAS de Arrate. El guía también tiene que saber leer al perro, interactuar con él. En este caso con los sabuesos de San Huberto o bloodhound con los que trabajan.
Valeriano de la Calle y Judith Rasines son los responsables de UCAS de Arrate y explican que su método de trabajo es al rastreo, distinto al venteo. «El rastro puede decirnos, desde la casa de la persona que desaparece, hacia dónde ha ido. Si empezamos a trabajar desde las primeras horas incluso podemos llegar al lugar exacto. Pero, aún así, si el perro nos dice hacia dónde ha tirado la persona, se acota la búsqueda y facilita mucho el trabajo», explica De la Calle. Por eso, insisten en que es «importante» que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad avisen rápido a estas unidades caninas de rescate porque «podemos ayudar mucho, es una pena que se alargue el sufrimiento de una familia o una persona porque tarden en avisarnos», añaden.
Valeriano y Judith explican que el venteo es lo que normalmente emplean las unidades de policía. «El venteo busca a una persona quieta, muerta o viva, según como se esté trabajando con el perro. El perro de rastreo lo que hace es seguir a la persona siempre que haya una línea de rastro», explican desde UCAS de Arrate. Si no tienen registro de olor de la persona, se acude hasta su casa o al último sitio en el que se vio, con seguridad, a la persona desaparecida.
Pero de casa una persona sale muchas veces, el mérito del perro de rastreo es aprender a descartar cuáles son los olores más viejos y quedarse con el último. «El perro lo sabe hacer perfectamente», aseguran. Así, el perro se queda con este último olor y sigue el rastro de la persona.
El problema que puede encontrar el sabueso es diferenciar el olor en un objeto personal de la persona desaparecida. Por eso coge relevancia y pertinencia este banco de olores. Ahí, en esos registros está al cien por cien guardado el olor de cada uno.
Este proyecto comenzó en la provincia de Burgos en 2016. El objetivo principal es crear un archivo de muestras de olor humano que sirvan para agilizar las búsquedas de personas desaparecidas por parte de los perros de rescate de la asociación. El hecho de disponer de muestras de la persona desaparecida recogidas previamente a la desaparición, reduce el tiempo que tarda en ponerse en marcha el operativo de búsqueda.
El banco de olor se compone de tarros numerados y etiquetados con gasas en su interior. Lo que hacen es guardar cuatro o cinco gasas por persona con olor de esta. «Con cinco minutos que esté tu mano en contacto con la gasa es suficiente», explica Judith. «Cuando acudimos a los pueblos para explicar y potenciar el banco de olor es importante que la gente acuda también a la charla, no solo a entregar la gasa, porque luego hay problemas con las muestras que se entregan, a veces llegan contaminadas y hay que controlar eso», añade Valeriano.
Y es así de sencillo. No hace falta frotar las gasas por ningún lado. Hay que tenerlas en la mano durante unos minutos. «La mano es la parte del cuerpo más grasienta, las manos sudan. Todo eso son partículas de olor mediante las que los perros absorben información y ellos van solamente al olor de la persona», apunta Judith.
Las gasas se meten en el tarro, se cierra, se etiqueta y se rellena una autorización para el uso de los datos de la persona. «También nos dan permiso para trabajar en su búsqueda en caso de desaparición o pérdida. Si la familia sabe que una persona tiene esta especie de seguro de búsqueda gratuito, nos avisa cuando ha desaparecido y nos ponemos a buscarlo en cuanto desaparece. Esto cambia mucho las búsquedas. Porque actuamos rápido, tenemos almacenado el olor de la persona, no tenemos que ir a casa del desaparecido, coger un objeto que puede que esté contaminado por olores de otras personas», puntualizan.
Se trata de un proyecto pionero que surge por el frío burgalés. Los voluntarios de UCAS de Arrate entrenan todos los fines de semana con independencia del tiempo, del calor o el frío. Así que, quitarse prendar de ropa en invierno para darlas a oler al perro y esconderlas es molesto en el invierno burgalés. Buscaron una solución con ropa. Los voluntarios traían prendas de casa. «Pensamos que si el olor se quedaba en la ropa también se quedaría en gasas. Al final son más pequeñas y se almacenan mejor. Así guardamos las gasas con olor de cada voluntario para entrenar ese invierno. Nos trasladamos y en la mudanza, tiempo después, encontré la caja con las gasas de olores y vimos que mantenían el olor, ahí teníamos un filón», recuerda Valeriano.
Lo que necesitan ahora es que la información llegue a la población, que los ayuntamientos lo impulsen en sus pueblos, «hay mucha gente que no acude por desinformación, porque es que esto es un servicio gratuito, que no cuesta nada a la población y las ventajas son muchas. Estamos cansados de ir a buscar a gente que no se iba a perder. Desde el más pequeño al más mayor de la casa lo deberían hacer», señalan.
Tienen registros de personas de pueblos de diferentes provincias y ya alcanzan las más de 900 muestras de olor. 900 personas que tienen la seguridad de que en caso de pérdida o desaparición un equipo de voluntarios experimentados junto a sus perros bien formados saldrá en su búsqueda.
Valeriano de la Calle, uno de los responsables de UCAS de Arrate, comenzó con unos 16 años como voluntario en Cruz Roja Juventud en Durango. «Me gustaba trabajar para los demás, lo que pasa que no encontraba mi lugar. Hasta que una vez me encontré con un perro de rescate. Siempre me han gustado los perros, empecé a probarlo y aquí sigo, creo que es lo mío», reconoce.
Aunque apasionado del rescate y salvamento con perros, reconoce la dureza de esta labor altruista. «Esto no da beneficios, obviamente, pero ojalá diera más beneficios personales. Gastas tu tiempo y tu vida y es poco agradecido. Nosotros no tenemos subvención, no entramos dentro de los cánones de Castilla y León para acceder a las subvenciones. Para la administración simplemente somos colaboradores del 112. Así que, no nos dan ayuda económica, solo nos dan material que, muchas veces, no es útil para nuestro trabajo porque ni siquiera consultan qué es lo que necesitamos».
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