Comienza una nueva campaña en Covaneria para profundizar en nuevos niveles del conjunto funerario

La campaña de este 2020 quiere sondear el sector final de la Galería Sepulcral con el fin de profundizar en la secuencia estratigráfica y reconocer la posible existencia de un nivel inferior. Este nivel se vislumbró en la campaña de 2019 y parece documentar restos de individuos adultos. De confirmarse, aportaría complejidad y diacronía (desarrollo o sucesión de hechos a través del tiempo) a este enclave funerario.

En este 2020, la Junta de Castilla y León ha vuelto a encargar los trabajos de excavación, estudio y analíticas a la Fundación Atapuerca. La arqueóloga Ana Isabel Ortega Martínez será la directora de la intervención y el antropólogo Antonio Molina se encargará del estudio de restos humanos. Participarán, además, miembros del CENIEH (Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana), de la Universidad de Alcalá de Henares y del Grupo Espeleológico Edelweiss.

Los nuevos restos que aparezcan durante esta campaña deberán ser entregados al Museo de Burgos y el informe con los resultados de la excavación, analíticas y dataciones se presentará a la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta.

Este yacimiento de Covaneria fue descubierto por el Grupo Espeleológico Edelweiss y publicado en 1986 en la Monografía sobre Ojo Guareña. Fue en 2017, tras la denuncia de expolio en su interior, cuando se pudo constatar la presencia de abundantes restos humanos esparcidos por el suelo y estos se depositaron en el Museo de Burgos. Por este motivo, la Junta aprobó el proyecto de excavación que permitiera contextualizar este yacimiento.

Las campañas de 2018 y 2019 han sacado a la luz un interesante yacimiento sepulcral que ha proporcionado numerosos husos humanos. Se contabilizan restos de, al menos, 19 personas, 12 de las cuales son niños con edades comprendidas entre un neonato hasta los 12 años. Otros dos son jóvenes de entre 20 y 25 años y otros cinco son adultos de más de 35 años.

El depósito funerario está asociado a abundante material cerámico de la Edad del Bronce que conforman grandes vasijas y pequeños cuencos. Estos restos parecen apuntar a la presencia simbólica o ritual de un espacio singular de carácter sepulcral, un lugar especial situado en una estrecha y colgada grieta donde se depositaron los restos de niños y adultos dentro de la tradición de enterramientos colectivos en un momento incierto entre el Neolítico y la Edad del Bronce.