El alfoz está de moda. O al menos esa es la conclusión que se puede extraer del último informe sobre el padrón continuo publicado por el Instituto Nacional de Estadística, que refleja que, a pesar de que el conjunto de la provincia perdió población a ... lo largo de 2020, la mayor parte de los municipios del entorno de la capital crecieron, absorbiendo parte de la sangría registrada en la propia capital.
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De hecho, la capital provincial es, con diferencia, el municipio más castigado por la pérdida de población. Así, a lo largo de 2020, el padrón de Burgos se redujo en 2.367 vecinos, parte de los cuales se han ido desplazando hacia el extrarradio, favoreciendo el padrón de la mayor parte de las localidades del alfoz.
Ese es el ejemplo de municipios como Cardeñajimeno (1.175 habitantes, 39 más), Arcos (1.816 habitantes, 41 más), Cardeñadijo (1.414 habitantes, 45 más), Ibeas de Juarros (1.438 habitantes, 33 más), Villabilla (1.097 habitantes, 21 más) o Merindad de Río Ubierna (1.436 habitantes, 18 más).
La tendencia se repite en la práctica totalidad de las localidades del entorno, aunque también hay excepciones, como la de Quintanadueñas (16 habitantes menos) o Villagonzalo Pedernales (tres habitantes menos).
Alfoz de Quintanadueñas: 2.163 habitantes (-16).
Arcos: 1.816 habitantes (+41).
Ibeas de Juarros: 1.438 habitantes (+33).
Merindad de Río Ubierna: 1.436 habitantes (+18).
Cardeñadijo: 1.414 habitantes (+45).
Villagonzalo Pedernales: 1.231 habitantes (-3).
Cardeñajimeno: 1.175 habitantes (+39)
Villalbilla: 1.097 habitantes (+19).
Quintanilla Vivar: 872 habitantes (+52).
Castrillo del Val: 814 habitantes (+21).
Tardajos: 800 habitantes (+17).
Este trasvase de población ya comenzó a barruntarse tras la primera gran ola de la pandemia de la covid-19. El confinamiento de los meses de marzo, abirl y mayo de 2020 pareció despertar en los burgaleses el interés por vivir en espacios más amplios, una alternativa que ofrece el sector inmobiliario en el alfoz de la capital. Y parece que la tendencia acabó por consolidarse en este sentido.
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No en vano, las localidades del entorno más cercano a la capital provincial son casi las únicas que en 2020 escaparon de la sangría poblacional, que se cebó de manera especial sobre los grandes núcleos urbanos. Así, Miranda de Ebro contaba con 35.528 habitantes a principios del año pasado tras perder 232 vecinos, mientras que Aranda de Duero contaba con 33.084 habitantes, 103 menos. Por su parte, Briviesca, quizá el municipio más castigado en este sentido en la última década, contaba entonces con 6.465 vecinos, 117 menos.
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De esta tendencia, no obstante, también escaparon los tres grandes municipios de Las Merindades. Tanto Medina de Pomar (5.834 habitantes, 100 más), como Villarcayo (4.029 habitantes, 18 más) y, sobre todo, Valle de Mena (3.987 habitantes, 182 más) vieron cómo aumentaba su padrón municipal en 2020.
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