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La religión y la fe siempre han sido un punto de partida interesante para confeccionar una buena historia de terror. Más allá de la rica y poderosa imaginería y de los símbolos que durante siglos y siglos se han construido en torno al cristianismo y ... sus tradiciones, la idea de que junto a un ser superior, al que hasta bien entrado el siglo XX había que temer y adorar a la vez, existiera un mal diabólico, igualmente poderoso, resulta de un atractivo evidente a la hora de desarrollar literatura y cine que apelen a uno de nuestros instintos más básicos y animales: el miedo.
Títulos como 'La semilla del diablo' (Roman Polanski, 1968) o 'El exorcista' (William Friedkin, 1973) fueron los primeros grandes éxitos de un subgénero que no solo ha seguido latente hasta nuestros días, sino que parece vivir una época de esplendor, a tenor de los estrenos que han trufado la cartelera en estos últimos años. De la franquicia de 'La monja' a 'Hermana muerte', pasando por 'Saint Maud', 'El exorcista del Papa', 'Ruega por nosotros', 'El exorcista: creyente', 'La primera profecía' o la propuesta que ocupa estás líneas, 'Immaculate'.
Precisamente, la cinta dirigida por Michael Mohan, autor de la estimable 'Los voyeurs', que firmó en 2021 para Prime Video, comienza de forma muy similar a la excelente 'La primera profecía'. Después de una inquietante introducción, la cámara sigue los pasos de Cecilia (Sydney Sweeney), una novicia estadounidense que acaba de desplazarse a Roma para entrar a formar parte de la vida de un convento en la remota campiña italiana, donde esa misma noche confirmará sus votos, guiada por el padre Tedeschi (Álvaro Morte).
Su llegada despertará los recelos de Isabelle, una de las jóvenes monjas del enclave, que, obligada por la madre superiora, le hará un recorrido por un lugar nada más llegar, pero también las simpatías de la hermana Gwen, una joven con la que la protagonista parece tener bastante en común. Pese a los misterios que encierra el convento y a unas pesadillas relativamente recurrentes, Cecilia se adapta a las rutinas del monasterio hasta que un día descubre que está embarazada. Lo que parecía un milagro, porque la joven es virgen, oculta en realidad un siniestro secreto que hará que busque salir de aquel lugar desesperadamente.
Son los cimientos sobre los que se construye una película de argumento y estructura sencillos, pero muy disfrutable, que va de menos a más en sus 89 minutos de duración y que toca asuntos como la búsqueda de la identidad, las creencias, la fe y el fanatismo religioso. En torno al arco argumental de Cecilia, de la pureza más absoluta a las dudas, el miedo y el odio, Mahon diseña una cinta que no abusa del susto, pero que crea el clima de misterio y terror necesarios para sorprender al espectador a lo largo de todo el trayecto. 'Immaculate' no raya la exquisitez, como sí lo hacía 'La primera profecía', pero atesora alguna que otra imagen potente -esa reliquia- y juega con una idea brillante, tanto por lo desquiciada que es como por lo divertida, que se desvela en la recta final de una propuesta que logra mantener siempre el interés.
Fue la también productora de la película Sydney Sweeney -por cierto, también es la responsable directa de que Álvaro Morte participe en la película-, con la que Mahon ya había trabajado en 'Los voyeurs', la que envió al director un mensaje de texto: «¿Te interesa dirigir una película de terror?», le preguntó. El realizador ni lo dudó. «Empezaron a buscar el guion perfecto; querían una historia que perturbara en lo más profundo sin dejar de producir los clásicos sustos en los que salen volando las palomitas», señala el director en las notas de producción. Y en ese proceso redescubrieron el guion escrito por Andrew Lobel, un texto que años atrás había aterrorizado a la propia Sweeney.
«Mientras pensaba en la producción, lo hacía con una idea muy clara en mente: la película debía ser realmente aterradora. Me dejé llevar por el legado de autores como Polanski, Friedkin y Kubrick con el objetivo de hacer una película marcada por la sencillez y el control, centrada en la interpretación, que tuviera la elegancia del cine de terror de los años setenta y satisfaciera las expectativas de un público contemporáneo», explica el director.
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